Aunque la corrección que ha registrado el déficit de la cuenta corriente ha sido significativa, su nivel sigue siendo elevado en comparación con los de otros países, lo que es un riesgo. El descuadre financiero alcanza el 4,4% del PIB
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Desde que comenzó la caída de los precios del petróleo en 2014, la economía colombiana se vio expuesta a un importante deterioro de sus cuentas externas, que aumentó su vulnerabilidad ante un eventual choque en el financiamiento externo.
Aunque el déficit de la cuenta corriente ha registrado una corrección notable y ordenada en los últimos trimestres, su nivel continúa siendo alto y la posibilidad de que se registre una nueva crisis externa sigue estando presente.
El análisis de Corficolombiana señala que esta situación, en un contexto en el que Colombia tiene un menor margen de maniobra al que tenía en 2014, constituye uno de los principales riesgos para su calificación crediticia.
El déficit de la cuenta corriente se amplió desde el tercer trimestre de 2014, hasta alcanzar un máximo de 6,7% del PIB en tercer trimestre de 2015, principalmente como consecuencia del deterioro de la balanza comercial por la fuerte caída que registraron los precios del petróleo, principal producto de exportación de Colombia.
Sin embargo, la corrección que ha presentado el déficit comercial y, en menor medida, las mayores transferencias corrientes, ayudaron a que el desbalance de la cuenta corriente se redujera, lo cual también ha disminuido la significativa vulnerabilidad de Colombia a choques externos.
En efecto, las últimas cifras de la balanza de pagos indicaron que el déficit de la cuenta corriente se ubicó en US$3,2 mil millones, un 4,4% del PIB en el primer trimestre de 2017, mientras que un año atrás había sido de US$3,5 mil millones, 5,9% del PIB.
Esta cifra es la segunda más baja desde finales de 2013 y significativamente menor a la de US$6,4 mil millones 6,7% del PIB que se observó en el cuarto trimestre de 2014, que ha sido el mayor déficit trimestral en la historia.
La inversión
Al tomar los datos de los últimos 4 trimestres para eliminar el efecto estacional, el déficit de la cuenta corriente fue de US$11,9 mil millones entre enero y marzo de 2017, 4,0% del PIB, mostrando una corrección con respecto al observado en 2016, que fue de US$12,2 mil millones, 4,3% del PIB y al de US$18,6 mil millones, 6.4% del PIB en 2015.
En 2017, los analistas esperan que el déficit de la cuenta corriente se seguirá corrigiendo y será de 3,8% del PIB, mientras que en 2018 se espera finalice en 3,6%.
Igual a como ha venido ocurriendo en los últimos trimestres, la corrección se dará por el menor déficit comercial, mientras que la recuperación de la renta de los factores seguirá siendo moderada, afectada por las menores utilidades generadas por las empresas con Inversión Extranjera Directa, IED, en Colombia, principalmente las del sector minero-energético.
“Ya que el déficit externo de Colombia también es uno de los más altos de la región y del resto del mundo, su economía es una de las más vulnerables”
La principal fuente de financiamiento del déficit externo de Colombia había sido la IED, que es el flujo más estable en la cuenta de capitales en comparación con la inversión de portafolio y el endeudamiento externo.
A pesar de la disminución, la IED continuó financiando el déficit externo, apoyada por el incremento de la inversión hacia otros sectores. Aunque la corrección que ha registrado el déficit de la cuenta corriente ha sido significativa, su nivel sigue siendo elevado en comparación con los de otros países y los riesgos de que se vuelva a presentar un incremento no han desaparecido.
Por un lado, los precios del petróleo han registrado un retroceso en las últimas semanas y los temores de que vuelva a haber un exceso de oferta en el mercado no han cesado, lo que podría afectar la recuperación de las exportaciones en los próximos meses.
Asimismo, las exportaciones no tradicionales, que se esperaba que aumentaran ante la devaluación de la tasa de cambio, han tardado mucho en reaccionar, e incluso registraron una contracción de 8,1% anualizada en abril, mientras que en lo corrido del año su crecimiento ha sido de tan solo 4,4%.
Por último, las importaciones crecieron 7% anualizadas en los primeros 4 meses del año y su recuperación ha sido más rápida de lo que se esperaba inicialmente, lo que en conjunto ha resultado en que la corrección de la balanza comercial haya sido menor e incluso en abril volvió a registrar un incremento.
El efecto Trump
Adicionalmente, a pesar del mayor escepticismo sobre la capacidad que tendrá la administración de Donald Trump para implementar su agenda de políticas económicas pro-crecimiento y antiglobalización, éste sigue siendo un riesgo importante para el desempeño de las cuentas externas de Colombia.
Por un lado, teniendo en cuenta que las exportaciones colombianas a EU representan aproximadamente el 30% del total, mientras que las de América Latina a ese país corresponden a apenas el 20%, la posición externa de Colombia sigue siendo una de las más vulnerables a cambios abruptos en las políticas de comercio internacional en EU.
Aunque Trump se ha enfocado principalmente en algunos de los mayores socios comerciales de EU, no se puede descartar todavía la implementación de medidas como un impuesto transfronterizo a las importaciones o la revisión de algunos tratados de libre comercio, que podrían afectar las exportaciones de Colombia a ese país.
Lo anterior resultaría si las políticas pro-crecimiento de Trump logran avanzar, obligando a la FED a aumentar más rápidamente sus tasas de interés, lo que a su vez podría generar un nuevo episodio de fortalecimiento generalizado del dólar a nivel global.
Esta situación dificultaría la atracción de flujos de inversión hacia los países emergentes, incrementaría sus primas de riesgo y sus tasas de interés, debilitaría sus monedas, e imprimiría nuevas presiones a la baja en los precios de las materias primas. En particular, esto dificultaría la recuperación de la economía colombiana, especialmente considerando que un choque de ese tipo se daría en momentos de debilidad en el crecimiento económico, a diferencia de lo que se observó cuando choques similares ocurrieron entre 2013 y 2015. Este tampoco es nuestro escenario base, pero hay que tener en cuenta que los riesgos son significativos ante la permanente incertidumbre que genera el impredecible proceso de toma de decisiones del presidente Trump.
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