Pleno empleo en la era posconflicto (II) | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Noviembre de 2015

¿Se podría considerar a la población desplazada y desmovilizada como parte de los desempleados estructurales y, por ende, como parte de la tasa natural de desocupación? Interrogante a resolver (Segunda parte)

 

Por Jairo Morales Nieto *

Especial para EL NUEVO SIGLO

 

Escenarios de riesgo para el pleno empleo

La  acción de las tendencias seculares y de las fuerzas que las impulsan no es lineal y por tanto no hay que esperar resultados automáticos e imperturbables. Sin pretender hacer ningún tipo de ‘horoscopía’ económica, invito al lector a considerar los siguientes escenarios de riesgo que correrían en trayectorias de corto, mediano y largo plazo, manteniendo eso si la idea de sacar ventaja de los riesgos para avanzar hacia una situación de pleno empleo. 

Escenario de alto riesgo (menos de un año).En el corto plazo, el tema de la inversión en bienes de paz (incluida la inversión en empleo productivo) estará expuesta a muchas dificultades derivadas de la crisis actual del sector minero-energético proveedor del mayor caudal de ingresos para las finanzas públicas  que - como sabemos- se han visto mermadas casi a la mitad de los montos proyectados por el gobierno en el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018, el cual, hay que decirlo, virtualmente nació desactualizado en sus metas macroeconómicas y proyecciones de ingresos y gastos. La crisis del sector minero-energético significa menos ingresos públicos y menos inversión privada, lo cual traerá visibles consecuencias en la administración de la política fiscal, monetaria y cambiaria en materia del control del déficit fiscal, tasas de interés, inflación y fluctuaciones de las tasas de cambio, principalmente. Será un periodo muy crítico para la generación de empleo, a menos que desde ya (antes de la firma de los acuerdos de paz) se hagan las previsiones presupuestales e instrumentales necesarias para enfrentar la emergencia del retorno, capacitación y ocupación productiva de cientos de miles de desplazados y desmovilizados que querrán regresar a sus lugares de origen y, también, para capacitar y ocupar dignamente a aquellos que deciden quedarse en los lugares donde migraron dentro del país. Pienso que hoy es el momento de establecer y poner en funcionamiento el ‘Fondo Fiduciario para la Paz’ en los términos que propuse en mi ensayo sobre “La estrategia financiera para la paz” publicado por este Diario en Septiembre de 2013 y, para poner en marcha un gran programa de capacitación laboral como lo expondré en detalle en el próximo ensayo.

Escenario de riesgo moderado (entre uno y cinco años). En el mediano plazo, el contexto macroeconómico puede tornarse más propicio para la paz por la acción de las reformas estructurales pactadas en La Habana y los ajustes anti-cíclicos que el gobierno necesariamente tendrá que hacer para contrarrestar las fuerzas recesivas y la desaceleración económica. Seguramente, este periodo podrá verse favorecido por los siguientes eventos de naturaleza macroeconómica y sectorial: (i) reducción gradual del gasto militar para aumentar la inversión en bienes de paz; (ii) logro de una mayor disponibilidad de recursos de financiamiento provenientes de impuestos, empréstitos internacionales, remesas, donaciones y contribuciones nacionales e internacionales para la paz; (iii) mejora de las cuentas externas e ingresos fiscales por la reactivación del sector exportador y el turismo interno e internacional estimulados por la devaluación del peso y los acuerdos de paz; (iv) estabilidad en los precios internacionales para la oferta agrícola exportable, no afectada por la crisis internacional de precios de las materias primas y las tendencias de contracción mundial; y, (v) aceleración de la dinámica inversionista pública particularmente en infraestructura vial, transporte, construcción de vivienda e inversión social en general, derivada del impulso remanente del ciclo de auge económico que quedó atrás y las premuras del gobierno por finalizar con buena nota su administración. El impacto de estos eventos en la generación de empleos para la paz puede ser sensible si hay una temprana y efectiva articulación de sus consecuencias con la estrategia postconflicto y su implementación, particularmente a nivel local.

Escenario de bajo riesgo (a lo máximo 10 años). En el largo plazo, considero que  son más importantes las visiones que las predicciones. En esta dirección pienso que  los riesgos para alcanzar una situación de pleno empleo podrán hacerse mínimos si los colombianos aprovechamos la transición hacia la paz como una oportunidad excepcional que nos ofrece la historia para hacer serios ajustes y transformaciones en la base económica y estructura productiva del país. La recesión del sector minero-energético nos debe servir para balancear mejor el peso relativo de cada uno de los sectores en la economía y evitar en el futuro una dependencia desproporcional de los ingresos generados por un solo sector, con las consecuencias negativas que estamos observando. La recomposición de la base económica ciertamente debe considerar el impulso de dos procesos paralelos y simultáneos: uno, es la modernización de la agricultura y, otro, la re-industrialización buscando elevar la productividad y competitividad internacional de ambos sectores como los mejores antídotos contra la enfermedad holandesa. Ahora bien, este enfoque suena interesante pero sería muy parcial e insuficiente, si no consideramos el enorme potencial que tiene el país en materia del uso y manejo de las fuentes de recursos energéticos no convencionales (energías limpias), los recursos naturales renovables y la excepcional biodiversidad de Colombia donde están depositadas las mayores fuentes de ingreso y ocupación laboral tanto para el día de hoy como para el futuro, claro está, en la medida que ese potencial se inserte de manera sostenida en las corrientes de investigación científica, producción comercial sostenible y turismo ecológico, temático y cultural, todo ello a nivel local y global. Tampoco se podrá avanzar mucho sin la introducción amplia y profunda de la economía del conocimiento entendida como la producción de bienes y servicios creativos e innovativos respaldada por patentes y derechos de propiedad intelectual. Hacia esas direcciones, creo que debemos orientar todos nuestros esfuerzos en la era postconflicto. En suma, en el largo plazo, la estrategia de pleno empleo para las áreas de paz hace una metamorfosis para convertirse en una estrategia global de pleno empleo para la construcción de la nueva economía y sociedad que ambicionamos.

* Doctor en Economía. Experto Internacional en Paz y Desarrollo. Ciudad del Cabo, Suráfrica. Noviembre 2015. jairo@inafcon.com