Aparentemente lo que está en juego en el fallo que revelará mañana la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya es apenas un puñado de islotes deshabitados y unas cuantas millas de mar Caribe.
Pero detrás de la reclamación nicaragüense, hay un asunto de soberanía muy concreta: un alto potencial pesquero, petrolero y de seguridad continental, que el Estado colombiano no ha perdido de vista.
Petróleo
De acuerdo con Carlos Alberto Vargas, investigador del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional de Colombia, “al menos en teoría, la cuenca de los cayos contendría cerca de 6.000 millones de barriles de petróleo equivalente (mbpe), pero confirmarlo exige no solo nueva sísmica, sino comprobar la existencia de sistemas petrolíferos mediante la perforación de pozos”.
De hecho, recordó, “a través de licitación pública, el Ministerio de Minas y Energía, a través de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), asignó dos bloques para explorar un segmento del límite occidental de la cuenca de los cayos a la empresa privada Repsol y nuestra estatal Ecopetrol”.
Pesca
Para el representante por San Andrés, Jack Housni, del Partido Liberal, en los cayos Alburquerque, del Este Sureste, Roncador, Quitasueños, Serrana, Serranilla y Bajo Nuevo, reclamados por Nicaragua, “está la potencia pesquera y está la despensa alimenticia de los sanandresanos”. Según datos del ICA y la Secretaria de Pesca, en San Andrés Islas, existe una flota pesquera de 120 embarcaciones legales de las cuales 80 son nacionales.
Según Hugo Wilson, de la Secretaría de Pesca y Acuicultura de San Andrés, de las 150 toneladas de langosta y 895 toneladas de peces asignadas al departamento como cuota global de pesca, el 75 por ciento estaría en los cayos que reclama Nicaragua.
Seguridad
Hace poco más de un mes, el subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos norteamericano William Brownfield, expresó que el gobierno de Estados Unidos considera que la fuerte presión que se ejerce contra el narcotráfico en México y América Central llevará a que los narcotraficantes muevan sus rutas hacia las islas del Caribe.
De ahí la importancia de que esa zona marítima permanezca bajo la soberanía de un país con un gobierno amigo de Estados Unidos, como Colombia, y no de uno hostil como Nicaragua.
Y es que el análisis de Brownfield se basa en realidades que ya están presentes en San Andrés. Entre los cables revelados por Wikileaks, hay uno de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá fechado en 2008, siendo Brownfield el representante diplomático de Washington, en que señala las tensiones entre raizales y continentales, sumadas a una tasa de desempleo del 30 por ciento, como las principales razones por las cuales empezó a dispararse la delincuencia y el narcotráfico en la región.
Hoy, en el archipiélago operan las bandas criminales (bacrim) de Los Paisas y Los Rastrojos. El jefe local de estos últimos, Juan Carlos Duarte, alias Chiqui, fue capturado el año pasado, desarticulando gran parte de la organización, cuyo reducto libra una cruel guerra con Los Mellos, aliada isleña de Los Paisas, liderados por Amaury y Mario Smith.
En septiembre pasado, el presidente Juan Manuel Santos afirmó que “San Andrés fue un santuario para los narcotraficantes y San Andrés dejará de ser un santuario, y no vamos a permitir que San Andrés se vuelva santuario de narcotraficantes nuevamente”.
Tras resaltar la labor de la Fuerza Pública en el desmantelamiento de las organizaciones criminales en la isla, reveló que todavía queda un grupo comandado por unos delincuentes que se hacen llamar Los Mellos y anunció un incremento en la recompensa por información sobre el paradero de estos criminales.