Porque la Misericordia es una cualidad de Dios y -por tanto- de su Iglesia y porque la paz interior sólo se consigue cuando se ha cometido una falta grave con una verdadera reconciliación con Él, a través del sacramento de la confesión, el papa Francisco decidió prorrogar, por tiempo indefinido, la capacidad de los sacerdotes para “absolver del pecado del aborto”.
Sin mover un ápice la doctrina y el dogma del catolicismo, Francisco ha tenido otro sencillo pero trascendental gesto al conceder esa facultad a los sacerdotes por tiempo indefinido. La tenían por exhortación papal durante el Año del Jubileo de la Misericordia que concluyó el domingo. Sin embargo el Santo Padre consideró que la Misericordia, por ser la esencia y nutricio de la Iglesia, no puede considerarse como algo extraordinario (Año Santo), sino todo lo contrario, de todos los días, a toda hora y con todos los creyentes.
Tras enfatizar con todas sus fuerzas que “el aborto es un pecado grave porque pone fin a una vida humana inocente”, Francisco argumentó su decisión en que “no puede haber ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios”. Como se recordará la absolución por el pecado del aborto sólo la podían conceder los obispos y algunos sacerdotes especialmente autorizados. Ahora, bajo la facultad del ministerio sacerdotal, la podrán cumplir todos.
A renglón seguido indica que “con esa misma fuerza, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido".
Y es por esas razones que tal vez tituló su carta apostólica “Misericordia y paz”. La primera porque es además de una cualidad divina, la inclinación por a sentir compasión por lo que sufren y ofrecerles ayuda y, la segunda, porque sólo se pone fin a un tormento moral y se alcanza la paz a través de una real reconciliación con Dios, basada en un arrepentimiento sincero y un verdadero propósito de enmienda.
Con la clara directriz desde que asumió el trono de San Pedro, (el 13 de marzo de 2013) de acercar la Iglesia a los fieles y comprender mejor sus problemáticas y retos, Francisco ha tenido claros pronunciamientos en temas antes considerados “tabú” por la jerarquía católica, tales como que las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar se separen de sus cónyuges, el respeto y acompañamiento pastoral a los homosexuales, el acercamiento a la Iglesia de los divorciados vueltos a casar y el perdón a las mujeres que abortaron o a personas que las hubiera ayudado, entre otros.
La decisión de Francisco fue de muy buen recibo. Algunos vaticanistas como el experto John Allen, del sitio católico Cruxnow.com manifestaron que aunque en la práctica aún no se puede asegurar el efecto que tendrá, simbólicamente el que sea ahora los sacerdotes los que puedan conceder la absolución del aborto se puede interpretar como un “gesto de gran alcance para las mujeres”.
Mano tendida a integristas
De otra parte el pontífice también prolonga el cometido de los "misionarios de la misericordia", un millar de confesores presentes en el mundo entero, que se encargaron durante el jubileo de recuperar a los fieles que la Iglesia había perdido por la dureza de algunos de sus mensajes de condena.
Según el Vaticano, el Jubileo de la Misericordia provocó un aumento del 30% de las confesiones en todo el mundo.
Preocupado por no excluir a nadie del perdón divino, el papa extiende, asimismo, la validez de las absoluciones concedidas por los sacerdotes integristas de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, comunidad fundada por Marcel Liebre que rompió con la Iglesia en 1988.
Tras haber tenido en este año santo una serie de gestos en favor de los excluidos, el papa exhorta en su carta a acercarse a los más pobres.
"El mundo sigue produciendo nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas", escribe Francisco.
"No tener trabajo y no recibir un salario justo; no tener una casa o una tierra donde habitar; ser discriminados por la fe, la raza, la condición social...: éstas, y muchas otras, son situaciones que atentan contra la dignidad de la persona, frente a las cuales la acción misericordiosa de los cristianos responde ante todo con la vigilancia y la solidaridad", señaló.
Como prueba de esta preocupación, Francisco instaura una "Jornada mundial de los pobres", que se celebrará cada año un domingo de mediados de noviembre, en la estela del Jubileo, que permitió que acudieran miles de excluidos al Vaticano el 13 de noviembre.
Humanidad necesita de Dios
Para conocer sobre el alcance del gesto de ayer del papa, EL NUEVO SIGLO conversó con el obispo emérito de Garzón, monseñor Libardo Ramírez y con el sacerdote Rafael De Brigard, habituales colaboradores de este diario.
Ambos coincidieron en señalar que lo que busca Francisco con su decisión de mantener en los sacerdotes la absolución del pecado del aborto lo que busca es facilitar el reencuentro de las personas con la gracia de Dios y que, precisamente ello es una expresión de la Misericordia divina que la Iglesia debe implementar.
“Este es un gesto benigno no para restar importancia a la gravedad de ese tremendo delito, sino para facilitar, a quien esté grandemente arrepentido, y con firme propósito de enmienda, la absolución de tan grave pecado y su retorno a la gracia de Dios”, indicó monseñor Ramírez
Por su parte monseñor De Brigard consideró que “Este mandato del santo padre revela varias cosas: la primera es que la humanidad sigue estando necesitada de la misericordia de Dios y la Iglesia debe dispensarla de todos los modos posibles; en segundo lugar, revela que hay situaciones puntuales graves, por ejemplo el aborto, que requieren una atención más pronta y extendida para que muchas personas encuentren la paz que solo Dios puede dar. Este anuncio del Papa Francisco también sigue siendo un signo de que el pecado del aborto es para la Iglesia un asunto grave y que lo menos que puede hacer la Iglesia es llamara la atención sobre el mismo, a la vez que ofrecer la reconciliación para quien ha incurrido en él”.
Al ser indagados sobre si el anuncio papal es un paso más que da la Iglesia para acercar a los fieles, indicaron que así se puede interpretar pero que el mismo sólo se dará si hay un reconocimiento individual del pecado cometido y de su intención de reconciliarse con Dios para, como católico y creyente, no volver a reincidir.
“Es un paso más explícito en lo que la Iglesia y los sacerdotes hacemos cada día en nuestro ministerio, aunque con la facultad ahora extendida en el caso del aborto a todo sacerdote. Seguramente servirá para acercar más a algunos fieles a la Iglesia, pero a partir de reconocer que cada persona es responsable de sus actuaciones y que la Iglesia puede ayudar a resarcir el daño cometido. Es importante insistir en que la Iglesia, que es madre y maestra en la fe, debe proclamar con claridad las exigencias de la Palabra de Dios, entre ellas la prohibición de todo ataque contra la vida y sobre todo la vida más indefensa. Esto a veces causa alejamiento, no por parte de la Iglesia, que sigue atenta a ofrecer el perdón, sino por quien quisiera en ocasiones tomar el tema sin medir su trascendencia”, manifestó De Brigard a EL NUEVO SIGLO.
Para monseñor Ramírez, “cciertamente se trata de acercar a los fieles a su plena comunión con la Iglesia, esperando su sincera enmienda, ante gesto de grande benignidad y adhesión agradecida y obediente a ella”.
Más que un cambio procedimental
Finalmente este diario preguntó a los dos prelados si consideraban que el anuncio papal era simplemente un cambio procedimental a lo que ambos respondieron enfáticamente que era mucho más que eso: un mensaje claro y una invitación al reencuentro con Dios.
Monseñor Ramírez enfatizó que “una decisión como la adoptada por el papa Francisco lleva un gesto de misericordia, un llamado a sincera conversión y propósito de una vida nueva con rechazo del pecado”.
Y monseñor de Brigard consideró que si bien lo que ha determinado el Papa es un tema procedimental que ahora resulta más expedito, también es “un mensaje clarísimo de que Dios y su Iglesia siempre están del lado del pecador que quiere hacer camino de conversión. Podría hablarse de una Iglesia que anuncia con más énfasis y voz fuerte que de Dios viene la redención y la Iglesia administra el perdón. Al mismo tiempo, es mensaje de que las cosas graves siguen siendo graves y que se hace necesario remediarlas según los planes de Dios”.