A tres años de iniciado el proceso de paz de La Habana queda claro que falta el núcleo de la negociación y que ello podrá tomarse un trecho importante. De modo que habría que bajarse de la nube sobre el fin del conflicto el próximo 23 de marzo si en realidad se quiere un acuerdo final razonable, como lo ha señalado el negociador Humberto de La Calle.
Es comprensible, claro está, que esa fecha retórica en la que se incurrió, verbalmente, a la efervescencia y calor del estrechón de manos entre el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las Farc, Timoleón Jiménez, hubiera servido para levantar los ánimos. Pero la espuma de los acontecimientos pronto bajó y si bien ello sirvió para que con el Acuerdo de Justicia el mundo pensara que se había firmado la paz en Colombia, hoy está confirmado que todavía existen puntos para acordar en esa materia y que faltan los elementos más difíciles y complejos sobre la agenda de La Habana.
Hay avances, como está, en temas de trámite. Inclusive hay preacuerdos firmados en los temas de agricultura, participación política y cultivos ilícitos, pero sobre ellos aún gravitan nada menos que 28 salvedades, las más difíciles, que deberán consensuarse en su momento.
En estos tres años, a no dudarlo, lo más importante ha sido la declaración de tregua unilateral por parte de las Farc, en un semestre intermitente. Todo ello ha permitido que el país baje la presión bélica y se alcance a otear lo que sería una nación en paz. Pero si hay avances en el cese el fuego unilateral no lo hay en lo que se llama el cese de hostilidades, donde se incluyen la extorsión, las amenazas y otros fenómenos no necesariamente militares. En todo caso, el descenso en los índices de la violencia, fruto de la tregua unilateral de las Farc, es el elemento más relevante del proceso hasta ahora.
Entre tanto, se nota una precipitud e inconsistencia en las materias que se adelantan en el Congreso como el plebiscito y el acto legislativo, desestimados por completo por las Farc. A hoy, hay dos visiones claramente contrapuestas del proceso entre las partes. Y este es el punto fundamental, luego de tres años desde Oslo.