Los simpatizantes del presidente islamista depuesto Mohamed Mursi empezaron a manifestarse en su "viernes de los mártires", pero solamente algunos miles tomaron las calles de El Cairo, tras ser diezmados o encarcelados en los últimos días los Hermanos Musulmanes.
Cerca de un millar de personas han muerto en los últimos ocho días, esencialmente partidarios de Mursi, en los sangrientos asaltos de las fuerzas de seguridad contra sus campamentos. Más de mil militantes o dirigentes de la cofradía han sido además detenidos en el curso de la pasada semana.
También perecieron un centenar de policías y soldados en esos enfrentamientos, los más graves de la historia reciente de Egipto.
El resultado es que, desde hace cinco días, pese a los llamados diarios para manifestarse, las movilizaciones han decaído de forma notable.
Para este viernes se habían anunciado 28 "marchas pacíficas" en El Cairo tras la oración de mediodía. Pero a esa hora solamente algunos millares de personas marchaban pacíficamente en al menos tres manifestaciones, en una capital poblada por más de 20 millones de habitantes.
Antes de la represión, los simpatizantes de Mursi congregaban a decenas o centenas de miles de personas en El Cairo y otras grandes ciudades.
Mursi, depuesto el 3 de julio, se halla detenido en un lugar secreto y deberá responder de acusaciones de complicidad con asesinatos de manifestantes.
Los Hermanos Musulmanes, la influyente cofradía de Mursi que ganó las legislativas de 2012, están ahora totalmente desorganizados tras sufrir numerosas detenciones, entre ellas la de su Guía espiritual, Mohamed Badie.
"Ya no recibimos las consignas escritas habituales para las manifestaciones desde que la mayoría de nuestros líderes han sido detenidos" explica a la AFP Ahmed, dirigente de los Hermanos en Menufia, en el Delta del Nilo.
Maher, responsable local de la cofradía en el sur de El Cairo, reconoce que el movimiento ha quedado duramente tocado. "Temo que estamos volviendo a la era Mubarak", afirma.
Mubarak, en libertad condicional
Precisamente el expresidente egipcio Hosni Mubarak, depuesto por una rebelión popular en 2011, salió el jueves de la cárcel y fue trasladado a un hospital en régimen de detención domiciliaria, antes de la reanudación el domingo de su juicio por el asesinato de manifestantes.
La caída de Mubarak había marcado el apogeo de la Primavera Árabe, que en 2011 derribó a los regímenes autoritarios de Túnez, Egipto y Libia.
Mubarak tiene cuatro juicios en curso, tres de ellos en apelación, por casos de corrupción y "asesinato de manifestantes" durante las protestas de enero y febrero de 2011.
El domingo se reanudarán en El Cairo las audiencias por uno de estos últimos cargos.
Los expertos auguran un retorno progresivo de los Hermanos Musulmanes a la clandestinidad, como fue habitualmente el caso en sus 85 años de existencia. Muchos temen que sus elementos más radicales acaben orientándose hacia actividades terroristas.
Tras los últimos episodios de violencia, la Unión Europea y Estados Unidos amenazaron con revisar las ayudas financieras aportadas a Egipto, pero Arabia Saudita y sus aliados del Golfo prometieron compensar el eventual retiro de esos respaldos.
La AFP contabilizó 970 muertes en una semana, incluyendo la de 102 policías. Esa cifra supera los 850 muertos dejados por la rebelión que en 18 días echó por tierra al régimen de Mubarak en 2011.
Human Rights Watch, una ONG con sede en Nueva York, denunció por su lado ataques contra 42 iglesias del cristianismo ortodoxo copto y contra numerosas escuelas, viviendas y empresas de miembros de esa comunidad.