Esta tardea las 3, Joseph Ratzinger dejará de ser el máximo jerarca católico.
La renuncia de Ratzinger marca un precedente en la historia del catolicismo moderno y al mismo tiempo obliga a su sucesor a encarar los retos que la milenaria institución exige para generar un impulso modernizador y pesar en el mundo globalizado, como representante de 1.200 millones de católicos.
“Es una oportunidad para el cambio, un gesto de ruptura, que obliga a la Iglesia a hacerse un examen de conciencia para volver a comenzar con el pie correcto”, declaró a la AFP el italiano Paolo Colonnetti, del movimiento católico de los Focolares.
“Un gesto elevado, que pone un sello extraordinario a su pontificado, pero que abre una nueva época en la forma de entender y administrar el ministerio del papado”, escribió por su parte Piero Coda, rector del Instituto Universitario Sophia, del mismo movimiento.
Por lo sorpresivo y radical de la renuncia, sus efectos reales sobre la institución son aún difíciles de prever.
Antes de irse, Benedicto XVI ha pronunciado varios discursos en los que pide una “verdadera renovación de la Iglesia”, lo que ha sido interpretado como su “testamento” espiritual y político al llamar a sus miembros a superar “hipocresías” y “rivalidades”, que marcaron sus difíciles ocho años de pontificado.
Para el padre Sergio, superior general de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, la renuncia del Papa no ha generado alegría sino sorpresa.
“No sabemos las consecuencias que tendrá para la elección del futuro Papa ni cómo se va a comportar envejeciendo. Lo que sí creo es que servirá para renovar a la Iglesia”, asegura.
“Por ello queremos que su sucesor sea de América Latina, de América del Norte, de Asia. Sin duda nos enriquecerían. El futuro de la Iglesia está allá”, sostiene.
Celebrada por clérigos y laicos como un gesto de valentía y dignidad, e incluso de humildad, la renuncia constituye para otros un acto de rendición frente a la compleja maquinaria de poder que es el Vaticano y sobre todo la Curia Romana, blanco de críticas y polémicas.
“Se va del Vaticano dejando intacto un sistema esencialmente corrupto”, escribió en su blog el teólogo vasco José Arregi, quien pide con irreverencia al Papa que concluya su gestión con una declaración solemne: abolir el modelo monárquico del papado.
“La tiara y el trono, la terrible infalibilidad, el tremendo poder absoluto, siguen intactos, esperando al siguiente candidato”, se lamentó.
El futuro Papa deberá encarar un asunto aún más delicado, según reveló el diario italiano La Repubblica: la trama de corrupción, sexo y tráfico de influencias que reinan en el Vaticano.
Según el rotativo, el Papa decidió renunciar tras recibir un informe de 300 páginas, realizado por tres ancianos e intachables cardenales, en el que salen a relucir las luchas por el poder y el dinero, así como sus debilidades sexuales.
“Fantasías, invenciones, opiniones”, transó el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, tras advertir que no comentará el artículo.
Relevo exprés
El sucesor del renunciante Benedicto XVI será elegido antes de la fiesta de Semana Santa, del 28 y 29 de marzo, dijo ayer el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, uno de los 116 electores en el cónclave papal.
"La elección se dará con seguridad antes de Semana Santa, y así pienso que será", dijo sin titubear Cipriani, de 69 años, en declaraciones telefónicas a la radio peruana RPP desde Roma.
"Las reuniones de coordinación no han empezado y aún no se ha decidido cuándo empezará el cónclave, pero espero claramente que antes de Semana Santa tengamos con nosotros al nuevo Santo Padre", reiteró Cipriani único purpurado del Opus Dei en América Latina.
"Le pido al Espíritu Santo que nos ayude", acotó quien es también Arzobispo de Lima y uno de los hombres de la Curia romana cercano al cardenal Tarcisio Bertone, número dos del Vaticano y mano derecha de Benedicto XVI.
El cardenal peruano admitió que la iglesia católica se encuentra "en un momento sumamente importante", aunque evitó pronunciar la palabra crisis y enumerar los desafíos de esa colectividad religiosa en el marco de la elección del nuevo Papa.
"Estamos en un momento sumamente importante. No podemos esconder las muchas circunstancias que hacen más difícil la tarea (de la elección) del Santo Padre, pero ninguna de ella nos lleva a tener poca fe", aseguró Cipriani sin entrar en detalles.
El ultraconservador cardenal señaló que "la iglesia es una institución humana y divina. La divinidad está en la fe y la parte humana nos lleva a intercambiar ideas" entre los cardenales durante los días previos al cónclave.
"Evidentemente aprovechamos estos días para poder conocer mejor la situación de la iglesia y, en especial, de Roma, para tratar de encontrar la mejor solución", en la elección, señaló el cardenal Cipriani.
"No somos hombres místicos que estamos en el cielo” y el cónclave “tampoco es una negociación política de tendencias y grupos, no es así", afirmó el cardenal peruano en un intento de rebatir las teorías de la prensa sobre divisiones entre los cardenales en el seno del cónclave.
Normalmente el cónclave debe empezar entre 15 y 20 días después de que sea declarada la "sede vacante", que en este caso se iniciará hoy a las 8 de la noche local (3 de la tarde en Colombia), pero el Papa expresó su deseo de adelantar la fecha sin fijarla formalmente.
Reformas
El cardenal británico Cormac Murphy O’Connor juzgó necesario que el próximo Papa “reforme” y “renueve” la Iglesia.
El exarzobispo de Westminster estimó que el sucesor de Benedicto XVI tiene que ser “capaz de llevar a cabo las reformas y la renovación que se necesitan en la Iglesia”.
“Hay que poner orden en la propia casa del Papa”, dijo Murphy O´Connor en rueda de prensa.
“Como ustedes saben, ha habido problemas en los últimos años”, reconoció.
En momentos en que el colegio cardenalicio habrá de elegir a un nuevo pontífice tras el anuncio de la dimisión de Benedicto XVI, tienen lugar varias controversias.
El lunes se anunció la renuncia a su cargo de arzobispo del cardenal Keith O’Brien, jefe de la Iglesia Católica de Escocia, acusado de “conducta inapropiada” por varios religiosos. O’Brien no participará en el cónclave que elegirá al próximo Papa.
El cardenal O’Brien, conocido por sus posiciones contra los homosexuales, está acusado de haber tenido a partir de los años 1980 “comportamientos indecentes” con tres sacerdotes y un excura, según la edición dominical de The Observer.
Murphy O’Connor calificó a O’Brien, quien desmiente estas acusaciones, de “hombre muy honesto”.
“Estos asuntos se investigarán”, agregó, estimando que este escándalo era “muy perjudicial” para la Iglesia Católica de Escocia.
A pesar del “giro radical” en la lucha contra la pederastia durante los ocho años del papado de Benedicto XVI, los abusos cometidos por sacerdotes son todavía uno de los grandes temas pendientes de la Iglesia Católica, que empañan no sólo su imagen en el mundo, sino también la relación con sus propios fieles.
Por otra parte, el Papa decidió informar “exclusivamente” a su sucesor sobre el escándalo de “Vatileaks”, sobre filtraciones de documentos secretos que llevaron a la condena en octubre pasado a 18 meses de cárcel de su mayordomo Paolo Gabriele, a quien sin embargo indultó al cabo de cuatro meses.
"No vuelvo a la vida privada"
Ratzinger confesó ayer que en sus ocho años de papado vivió días agitados pero, en su último mensaje como pontífice, animó a los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro a confiar en una Iglesia "viva" que Dios "no dejará hundirse".
El Papa escogió para este día histórico mencionar los Evangelios y aseguró que era "consciente de la gravedad y de la novedad" de su renuncia, la primera de un pontífice en siete siglos, que se hará efectiva hoy a las ocho de la noche (3 de la tarde, hora de Colombia).
"El Señor nos ha dado muchos días de sol y ligera brisa, días en los que la pesca fue abundante, pero también momentos en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia, el Señor parecía dormir", afirmó al mencionar indirectamente las controversias y escándalos que marcaron su breve pontificado.
Benedicto XVI, de 85 años, dijo que se ha sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea.
"Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino Suya, y no la dejará hundirse", afirmó en su mensaje final.
Bajo un sol resplandeciente y en medio de fuertes medidas de seguridad, grupos de peregrinos ovacionaron al Papa alemán cantando y clamando en su honor: "¡Benedicto!, ¡Benedicto!".
"Estoy contento porque esa ha sido la voluntad del Señor", comentó el cardenal ecuatoriano Raúl Eduardo Vela, entre los numerosos purpurados que asistieron a la despedida.
"Un Papa no está sólo en la barca de Pedro y por esto quiero dar las gracias a todos los que me han acompañado. Nunca me he sentido sólo", dijo Benedicto XVI desde la tarima central de la explanada, con rostro sereno y en ocasiones sonriente.
Durante esta inédita despedida papal transmitida en directo por televisión, el jefe de la Iglesia católica explicó que "no abandona la cruz", una respuesta al desconcierto y a las críticas que ha suscitado su gesto entre algunos católicos.
"He dado este paso consciente de la gravedad y de su novedad. Amar a la Iglesia significa también tomar decisiones difíciles", recalcó el pontífice, al dirigirse a la multitud: "Hoy vemos cómo la Iglesia está viva, en un momento en que muchos hablan de su declive".
Benedicto XVI aprovechó para agradecer a los miembros de la Curia Romana, salpicados en los últimos tiempos por denuncias de corrupción.
"El Papa pertenece a todos y quiero dar las gracias a los que en estos días me han mandado mensajes", aseguró.
A los católicos de todo el mundo advirtió que renuncia en adelante a viajes, conferencias y recepciones: "No vuelvo a la vida privada", indicó.
La renuncia del Papa marca un precedente en la historia de la Iglesia católica moderna y al mismo tiempo obliga a su sucesor a encarar los retos de la milenaria institución para generar un impulso modernizador y pesar en el mundo globalizado, como representante de 1.200 millones de católicos.
En la catedral de la Habana, el nuncio apostólico en Cuba ofició una misa de acción de gracias para al Papa mientras que en Portugal un grupo de católicos confeccionó 400.000 carteles con su efigie y pidió a los creyentes que los expongan en sus ventanas para darles gracias al pontífice.
"Quisiera que cada uno de vosotros sintiera la alegría de ser cristiano, de ser amado por Dios, que ha sacrificado a su Hijo por nosotros", escribió al término de la audiencia en el que podría ser su último tuit.