Papa cuestiona indiferencia ante persecución a cristianos | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Abril de 2015

“La  preocupante indiferencia" de los responsables occidentales ante la persecución de los cristianos en el mundo fue denunciada con vigor durante la misa de la Pasión en la basílica de San Pedro.

 

La misa solemne de Viernes Santo, presidida por el papa Francisco, conmemora el juicio, la subida al calvario y la crucifixión de Jesús en Jerusalén.

El predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa, condenó la "furia yihadista de los extremistas somalíes" que el jueves masacraron a 148 personas en un asalto a una universidad keniana.(Ver pág 12B)

"Todos corremos el riesgo -instituciones y personas en el mundo occidental- de ser el Poncio Pilato que se lava las manos", añadió. 

"Los cristianos", destacó el predicador, "no son las únicas víctimas de la violencia homicida en el mundo, pero no se puede ignorar que son las víctimas designadas y las más frecuentes en numerosos países".

El padre Cantalamessa mencionó igualmente los 21 coptos egipcios asesinados el pasado mes de febrero por un grupo yihadista en Libia, mientras "murmuraban el nombre de Jesús", indicó.

Al principio de la celebración el papa Francisco, vestido con casulla roja, rezó en el suelo de la basílica, ante el altar mayor, mientras la asamblea rezaba en silencio.

Estas fueron ayer las palabras del papa Francisco durante la misa de la Pasión de Cristo:

“Dios ha puesto en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados, todas las injusticias perpetradas por Caín contra su hermano, toda la amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los prepotentes, toda la arrogancia de los falsos amigos.

Era una cruz pesada, como la noche de las personas abandonadas, pesada como la muerte de las personas queridas, pesada porque resume toda la fealdad del mal. Y sin embargo es con todo una cruz gloriosa, como el alba de una noche larga, porque representa todo el amor de Dios, que es más grande que nuestras iniquidades y nuestras traiciones.

En la cruz vemos la monstruosidad del hombre cuando se deja guiar por el mal, pero vemos también la inmensidad de la misericordia de Dios, que no nos trata según nuestros pecados, sino según su misericordia.

Ante la cruz de Jesús vemos casi hasta tocar con las manos cuánto somos amados eternamente, ante la cruz nos sentimos hijos y no cosas u objetos, como lo afirmaba San Gregorio Nacianceno, dirigiéndose a Cristo con esta oración: Si no existieras tú, mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He nacido y me siento disolver, como duermo descanso y camino, me enfermo y curo, me asaltan sin número los tormentos, gozo del sol y de cuanto fructifica la tierra. Después muero y la carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados. Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios, si no existieras tú, Oh, Cristo mío, me sentiría criatura acabada. Oh, Jesús, guíanos desde la cruz hasta la resurrección, y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Oh, Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado con Él.

Finalmente, todos juntos, recordemos a los enfermos, recordemos a todas las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz, para que encuentren en la prueba de la Cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza de la resurrección y del amor de Dios”.

Dios  ha puesto en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados:  papa Francisco/Xinhua