El presidente sirio Bashar al Asad pidió este domingo un "diálogo nacional" para poner fin al conflicto que sacude al país desde hace 21 meses, propuesta rechazada inmediatamente por la oposición, y añadió que no discutirá con aquellos que se levantaron en armas contra el régimen, durante un discurso transmitido por la televisión oficial.
En su primer discurso público en siete meses, el presidente sirio afirmó que el conflicto, que según la ONU causó más de 60.000 muertos, no enfrenta "al poder y a la oposición, sino a la patria y a sus enemigos, al pueblo y a sus asesinos", agregando que algunos de ellos quieren la partición de Siria.
Al Asad, cuyo mandato termina en 2014, afirmó que los países occidentales "cerraron todas las puertas del diálogo" y rechazó la idea de dejar el poder, diciendo que cualquier transición debe realizarse "en conformidad con los términos de la Constitución", en referencia a unas elecciones.
El sábado, el periódico libanés pro-sirio Al Akhbar, afirmó que Al Asad iba presentar un plan de salida de conflicto en el que estipula que puede ser candidato en las elecciones de 2014.
Al mismo tiempo que pedía un "diálogo nacional", Asad lamentó no haber encontrado hasta ahora un "socio" para hallar una solución política al conflicto, haciendo alusión a la oposición que se niega a entablar negociaciones con Al Asad.
Sin embargo, el mandatario precisó que el diálogo se iniciaría únicamente bajo ciertas condiciones.
"Los países involucrados deben comprometerse a no seguir financiando las armas y los hombres armados deben detener toda operación terrorista. Entonces, nuestras fuerzas cesarán inmediatamente las operaciones militares, conservando el derecho a replicar".
Inmediatamente después del discurso, la oposición siria rechazó la propuesta de diálogo nacional del presidente Bashar al Asad, rechazando cualquier iniciativa que prevea mantener al régimen en el poder.
"Dijimos durante la formación de la Coalición que queremos una solución política, pero el objetivo de los sirios es sacarlo (del país) y ya han perdido para esto a más de 60.000 mártires (...) no han hecho todos estos sacrificios para permitir que un régimen tiránico se mantenga en el poder", declaró a la AFP el portavoz de la oposición, Walid al Bunni.
En reacción al discurso del presidente sirio, el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, dijo en un mensaje difundido en su cuenta Twitter que "las promesas de reforma" de Bashar al Asad "no engañan a nadie, añadiendo que este discurso va "más allá de la hipocresía".
Berlín lamentó que el discurso no expresa "ninguna concienciación nueva", denuncia un "tono marcial" y espera que Asad se "comprometa finalmente a hacer cesar la violencia de sus tropas" antes de evocar "vagas disposiciones para un cese al fuego".
En Washington, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, afirmó que el plan de Asad está "desconectado de la realidad". El discurso "es otros intento del régimen para aferrarse al poder y no hacer nada (...) para lograr una transición política".
El presidente egipcio Mohamed Mursi, dijo a CNN que apoyaba el llamamiento del pueblo sirio a que se juzgue al presidente Assad por crímenes de guerra, al tiempo que predijo que el régimen gobernante en Damasco caería.
Encendidos aplausos
El presidente sirio hizo estas declaraciones en el escenario de la Casa de la Cultura y de las Artes, en el centro de Damasco, donde llegó bajo los aplausos de cientos de personas que gritaban "¡Por nuestra alma y por nuestra sangre, nosotros nos sacrificaremos por ti!".
Detrás del presidente, que habló durante casi una hora, había una enorme bandera siria compuesta por numerosos rostros. Cuando Asad se despidió del público, decenas de personas se precipitaron para tratar de tocarlo.
Desde que en marzo de 2011 estalló una revuelta popular contra el poder que luego se transformó en guerra civil, el régimen de Damasco equipara a los rebeldes y opositores con "terroristas" armados y financiados por el extranjero, y denuncia "una conspiración" contra Siria.
El presidente sirio habló por última vez en público el 3 de junio, cuando se dirigió al parlamento en Damasco. En noviembre dio una entrevista a la televisión rusa en la que rechazó la idea del exilio, afirmando que "viviría y moriría" en Siria.
El discurso del presidente interviene en momentos en que los intercambios diplomáticos parecen intensificarse desde hace algunas semanas.
En diciembre pasado, durante su visita a Siria, el emisario internacional Lakhdar Brahimi había mencionado un plan, "basado en la declaración de Ginebra", que preveía un alto el fuego, la formación de un gobierno y la organización de elecciones presidenciales o parlamentarias.
Además, varios encuentros tuvieron lugar entre Rusia, aliado del régimen de Damasco, y Estados Unidos, que piden la dimisión de Asad.
En el terreno continuaban los combates este domingo en los suburbios de Damasco, así como los bombardeos. Se registraron además enfrentamientos en diferentes partes del país, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) que estableció un balance provisorio de 78 muertos en toda Siria, de los cuales 36 civiles, 22 rebeldes y 20 soldados.
AFP