El dirigente opositor Chokri Belaid fue asesinado a balazos el miércoles en Túnez, provocando protestas en todo el país, ataques a sedes del partido islamista en el poder, Ennahda, acusado del crimen por el entorno del opositor, y choques con las fuerzas de seguridad, que causaron la muerte de un policía.
El primer ministro tunecino, el islamista Hamadi Jebali, anunció horas después del asesinato de Belaid que formará un gobierno de tecnócratas que no pertenezcan a ningún partido "hasta que se realicen elecciones, lo antes posible".
Desde hacía meses, la coalición de laicos de izquierda y de islamistas de Ennahda no lograba ponerse de acuerdo para designar a los principales ministros. Por otro lado, no se ha logrado un compromiso sobre la futura Constitución, que bloquea la organización de nuevas elecciones.
Por su parte, cuatro formaciones opositoras tunecinas -el Frente Popular (izquierda), el Partido Republicano, Al Masar y Nidaa Tunes (centro)- lanzaron un llamado a la huelga general el jueves y decidieron suspender su participación en la Asamblea Nacional Constituyente.
El presidente de Túnez, Moncef Marzouki, un laico que mantiene tensas relaciones con Ennahda, condenó el "odioso asesinato" de Belaid.
El mandatario anuló su participación en la cumbre de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), en El Cairo, para regresar rápidamente a la capital tunecina desde Estrasburgo (este de Francia), donde asistió a una sesión del Parlamento Europeo.
La esposa del opositor declaró a una radio local que su marido recibió el impacto de dos balas cuando salía de su casa y el hermano del político acusó a Ennahda de ser responsable del asesinato.
Chokri Belaid,de 48 años, líder de la oposición de izquierda y muy crítico con el gobierno actual, se había unido a una coalición de partidos, el Frente Popular, que plantea una alternativa al poder.
El 2 de febrero, Belaid había acusado a los "mercenarios" de Ennahda de atacar a una manifestación de partidarios suyos. La víspera de su muerte, denunció los "tentativas de desmantelar el Estado y crear milicias para aterrorizar a los ciudadanos y arrastrar al país hacia una espiral de violencia".
Jebali, denunció el asesinato, que calificó de "acto de terrorismo". Según él, Belaid recibió tres balazos disparados a quemarropa.
Horas después, Estados Unidos también condenó "firmemente" el asesinato, que calificó de "odioso y cobarde", indicó su embajada en Túnez.
Tras la muerte de Belaid, se registraron manifestaciones opositoras y choques con las fuerzas policiales. El ministerio del Interior anunció la muerte de un policía, agregando que había recibido pedradas cuando participaba a "una operación para dispersar a un grupo de manifestantes".
Ante un hospital de Túnez, donde se hallaba el cadáver de Belaid, se había congregado una muchedumbre encolerizada, que pidió "una nueva revolución", constató la AFP.
Posteriormente, policías y decenas de manifestantes se enfrentaron en Túnez, frente al ministerio del Interior, al paso del cortejo que transportaba el cadáver de Belaid, constató la AFP.
Los manifestantes lanzaron piedras contra los policías, que replicaron con gases lacrimógenos. Decenas de personas protegían la ambulancia que llevaba los restos del opositor, pese a la humareda de gases.
"¡El pueblo quiere la caída del régimen!", gritaban los manifestantes.
También hubo manifestaciones e incidentes en otras partes del país.
Las fuerzas de seguridad tunecinas lanzaron gases lacrimógenos a manifestantes que intentaban asaltar la sede de la policía en Sidi Bouzid, cuna de la revuelta de 2011, constató la AFP.
Por otro lado, alrededor de 2.000 personas se manifestaban pacíficamente en Sidi Bouzid, donde la inmolación de un vendedor ambulante en diciembre de 2010 desató la movilización contra el régimen de Zine El Abidine Ben Ali.
Además, manifestantes saquearon los locales de Ennahda en Mezzouna, cerca de Sidi Bouzid, y en Gafsa (centro).
En los últimos meses, partidos de oposición y sindicalistas acusaron a milicias proislamistas de ataques contra opositores.
AFP