No hay manera de pasar por alto la responsabilidad de dejar el registro de tres acontecimientos, esa es exactamente la palabra, acontecimientos que fueron noticia en las pasadas semanas, en Bogotá, aunque dos de ellos fueran en realidad retransmisiones de espectáculos en las Antípodas: de la Rusia de Putin “La edad de oro” desde el escenario del Bolshoi y desde los Estados Unidos de Trump, “Tristán e Isolda”. Bueno, de la Alemania de Merkel, el Ballet de Leipzig, pero en vivo, en el Mayor.
Vladimir Putin ha demostrado un interés enorme por los artistas, y los hay que gozan de su protección, como Valery Gergiev, de quien se dice, le habla al oído al poderoso presidente ruso. Angela Merkel no es ajena a la cultura, y su presencia se da por descontado en los grandes eventos de la Philharmonie de Berlín y, desde luego, en el Festival de Bayreuth. De Trump, que es un presidente mediático como pocos en la historia del mundo, es difícil afirmar que haya puesto sus pies en una casa de ópera, o en un concierto sinfónico y, de haberlo hecho, habrá sido para asistir a una gala de esas con cena incluida en algún teatro, probablemente no lo haga, luego de que su vice fue abucheado hace unos días en Nueva York, durante una representación del musical «Hamilton», bueno, porque haber estado en presentaciones de la Beyoncé, no cuenta como evento cultural.
El Ballet de Leipzig en Bogotá
De la Alemania de Frau Merkel llegó al Teatro Mayor, la noche del jueves 20 de octubre, el Ballet de Leipzig, para presentar en un espectáculo totalmente inusual: sus coreografías sobre dos de los cuatro Conciertos para piano de Sergei Rachmaninov. La compañía, que es una de las más sólidas de Europa en la estética neoclásica, bailó en la primera parte el Concierto Nº 3 en re menor en la coreografía del ya desaparecido Uwe Scholz, sin duda una obra maestra, con momentos asombrosamente sugestivos como el Pas del segundo movimiento, que hacía inevitable traer a la memoria el Adagio de la rosa de La bella durmiente de Tchaikovsky-Petipa. La segunda fue para el Concierto Nº 2 en do menor, en marcación coreográfica de Paul Zoller, que es, en cierta medida, sucesor de Scholz. Otra coreografía de excepción, que como la anterior fue resuelta a la altura por el corps de ballet.
En el foso la Filarmónica de Bogotá -que no goza de los afectos del alcalde Peñalosa- dirigida por Karen Durgayan y la actuación como solista del ruso Sergei Schikov: no muchos pianistas pueden, la misma noche, tocar con solvencia el Tercero y luego seguir con el Segundo. Gran noche de música y danza.
El Tristán de Nueva York
Desde la Nueva York de Trump, es decir, desde la Metropolitan, al medio día del 29 de octubre, Tristán e Isolda de Wagner, que por esas mismas fechas presentó la Ópera de Hamburgo en el Mayor. Musicalmente hablando, magnífico, porque con solistas de la talla de Nina Stemme como Isolda, Stuart Skelton en el Tristán, René Pape en la piel del rey Martk, la Brängene de Ekaterina Gubanova, y la muy convincente dirección musical del grandísimo Simon Rattle (con el tiempo se convertirá en un gran director de ópera y formidable wagneriano) es difícil equivocarse.
Lo que no le ocurre a Mariusz Treliński, que hizo lo que tantos de sus colegas de la dirección de escena: lo que le dio la gana. A quién se le ocurre que Isolda se suicide al final de la ópera; no le caería mal estudiar un poco los principios filosóficos de la obra wagneriana, para que entienda la profundidad que hay tras el concepto de “muerte de amor” y el distanciamiento que los personajes consiguen del espacio y el tiempo.
A propósito de espacio y tiempo: a quién se le ocurre criticar desde Bogotá, Colombia, las cosas que se hacen en la Metropolitan Opera House de Nueva York...
La edad de oro del Bolshoi
Las dos más grandes compañías de ballet en Rusia son la del Mariinsky en San Petersburgo y la del Bolshoi de Moscú, que son muy distintas; la primera se especializa en el repertorio clásico y romántico (Giselle, Corsario, Lago de los cisnes) y la segunda en los ballets más heroicos (Espartaco, La flor de piedra).
Ahora Cine Colombia amplía su oferta de transmisiones de ópera desde la Met y teatro desde Londres, con Ballet desde el Bolshoi de la Rusia de Putin. El mediodía del domingo 13 de noviembre fue para La edad de oro, con música de Dimitri Shostakovich y coreografía de Yuri Grigorovich. Qué espectáculo, qué categoría de bailarines, qué grande es la compañía. Una oportunidad realmente excepcional disfrutar de una puesta en escena que tuvo, además, al frente de la dirección musical a Pavel Klinichev. De paso le hacen justicia a Shoskakovich, que de los compositores de la era soviética fue la gran víctima.