Espacio cultural para que el gran público vea el arte de figuras profesionales como Valeriano, Sofía, Tristacci y Gaudi, así como de artistas emergentes
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No me gusta Ópera al Parque. Hace varios años, por física casualidad me hallé en una de esas representaciones en el Parque de la 93, pero el sistema de amplificación era tan deplorable que el público sentado en el prado no atendía demasiado los esfuerzos de los cantantes y la orquesta en el escenario instalando en el costado occidental del lugar. Pero también puedo entender que el Distrito intenta así acercar la música, en una atmósfera relajada, a toda esa población que tal vez ni meditaría la posibilidad de ir a la ópera en un teatro.
También es un hecho que Bogotá carece de un escenario adecuando para la realización de espectáculos así. Pero, de todos modos el programa llegó este año a su XX edición y por algo será.
Este año la programación incluyó la puesta en escena de Candide de Leonard Bernstein. No es la obra más popular y reconocida de Bernstein, el legendario director de orquesta, autor de West Side Story. Pero es una obra interesante, no es una obra maestra, pero está inspirada en Candide ou l’Optimisme de Voltaire y no es una frivolidad. Aunque se les inflamó la imaginación en las Notas al programa al afirmar que “Bersntein es tal vez la figura más importante de la música académica en Estados Unidos” olvidando así de plano los nombres de compositores más importantes, como Charles Ives, Aaron Copland, Howard Hanson, Louis Moreau.Gottschalk, Virgil Thompson, Samuel Barber, John Cage o Eduard Mac Dowell.
Pero esto se trata es de que la última función de Ópera al Parque se realizó en el Teatro de Bellas Artes, la noche del pasado miércoles 25 de octubre, con la Orquesta Filarmónica juvenil de Bogotá en el foso y la participación de dos figuras de esas que han hecho historia en la lírica de este país y una revelación.
Esas dos figuras fueron el bajo barítono Valeriano Lanchas y la mezzosoprano Sofía Salazar, respectivamente en los roles del Doctor Pangloss y la Vieja dama. Porque Valeriano es una estrella, la más importante del panorama lírico nacional y con una carrera internacional deslumbrante, que desde luego actuó y cantó su parte con la autoridad y la solvencia que ya se le conocen. Sofía, que en su momento fue ganadora del Concurso Verdi de Busetto, probablemente haya sido el más grande talento vocal de Colombia y las ovaciones que el público le tributó en la época de oro de la Ópera de Colombia en Il trovatore de Verdi y Carmen de Bizet, todavía resuenan en el cielo raso del Teatro Colón, reveló la noche del miércoles una vena de actriz asombrosa y conserva en su voz mucho de la magia de esos tiempos.
Revelación de la noche, no me cabe duda, el desempeño de Alejandro Roca como director de la Filarmónica Juvenil, porque no es una partitura fácil que demandó de él un desempeño admirable y responsable, consiguió el mejor ensamble entre el escenario y el foso y logró un desempeño óptimo de una orquesta que, cada paso que da, lo hace firme y con profesionalismo.
Otra actuación excepcional fue la del Coro Filarmónico Juvenil, que dirige Diana Cifuentes, que evidentemente hace bien, muy bien su trabajo.
Bien la actuación del tenor brasileño Giovanni Tristacci, su voz de lírico se ajustó perfectamente a las demandas de Candide, el protagonista, con algunos momentos de auténtica belleza vocal. La soprano española Isabela Gaudi convincente, apenas convincente como Cuneginda; aunque es verdad que resolvió con cierta solvencia los pasajes de canto de agilidad que llevaron al público a los límites del delirio.
Y del numerosísimo elenco de roles menores creo justo subrayar el desempeño del barítono Laureano José Quant en la parte de Príncipe Ragostski y del Capitán, hay buen material vocal que se proyectó muy bien y con importante seguridad.
En cuanto a la puesta en escena, correcta, sencilla, nada espectacular qué resaltar, lo que sería deseable en un montaje destinado a ser presenciado por el público multitudinario de un parque. La escenografía es sencilla, seguramente por las limitaciones que impone la realización de espectáculo en escenarios abiertos. La dirección de escena tuvo un logro ingeniosísimo con el barco de papel y el original juego de bombas azules que sugirieron con infinita gracia la escena de la tormenta en el mar, y un lunar en el manejo actoral de Cunegonda, que no le achacaría a la soprano sino a Joan Anton Rechi, el regisseur del espectáculo.
Si la realización de Ópera al Parque es un espacio cultural para que el gran público tenga la oportunidad de vivir la experiencia de ver el arte de figuras profesionales como Valeriano, Sofía, Tristacci y Gaudi, un vehículo para proyectar el talento de voces de la nueva generación como Laureano José Quant, ver surgir el talento de un nuevo director de ópera como Alejandro Roca y disfrutar del trabajo de la Filarmónica Juvenil y el Coro Filarmónico, pues, que siga adelante el programa.
Cauda
Un error, involuntario, pero error, en la crónica del VIII recital de Bach en la Catedral al atribuir a Charles Widor el final de la Sinfonía para órgano que tocó Félix Hell, que en realidad es de Louis Vierne.
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