‘Obamacare’: la pesadilla legislativa del presidente Trump | El Nuevo Siglo
Foto Agencia Xinhua
Martes, 18 de Julio de 2017
Redacción internacional con AFP
Por tercera vez, el Senado le dijo no al proyecto para derogar la ley de salud de Barack Obama. De los opositores a la iniciativa, hay varios republicanos, que, pese al argumento deficitario, creen que es mejor mantener la estructura sanitaria, antes de revolcarla

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Una de las grandes promesas de campaña del presidente estadounidense, Donald Trump, la derogación de la reforma sanitaria de Barack Obama, quedó enterrada en el Congreso después de que varios senadores de la mayoría republicana anunciaran su oposición.

El Presidente parecía resignado al bloqueo parlamentario de la reforma del sistema de cobertura de salud, y declaró que la ley demócrata de 2010 firmada por su predecesor, denominada 'Obamacare', de todas maneras terminaría cayendo por su propio peso.

"Dejemos que Obamacare se desmorone, será más simple", señaló Trump desde la Casa Blanca. "Dejaremos que Obamacare fracase, y luego los demócratas vendrán a nosotros".

Acostumbrado a ganar en el mundo de los negocios, Trump vuelve a chocar con la maquinaria legislativa, que, pese a ser de mayoría republicana, no ha respaldado su proyecto de reforma a la salud. Por tercera vez, impactado pero esquivando cualquier gesto de frustración, el Presidente no ha podido convencer a su bancada de las bondades de su iniciativa.

Los republicanos del Senado, un grupo conformado por 52 parlamentarios, seis puestos más que los demócratas, se han divido frente a la reforma a la salud. Unos opinan que es necesaria por el déficit que genera; otros, preocupados, creen que no es conveniente, pues más de 11 millones de personas se espera que se afilien en 2017.

Esta estructura, como era predecible, resulta muy compleja de desmontar. Más en un país poco acostumbrado a la prestación del servicio de salud por el Estado, en asocio con los privados, que, por primera vez, tiene millones de personas cubiertas con un sistema de salud que hasta se empieza armar.

 

Derrota

El presidente no se imaginaba que cumplir la promesa republicana de derogar la ley de 2010 seguiría sin cumplirse este verano boreal. En enero preveía una derogación rápida. Pero el plan imaginado por la mayoría, a mitad de camino entre una derogación y una reforma, se enfrentó a la oposición conjunta de conservadores y moderados.

La mayoría anunció el lunes un plan B: votar una derogación lisa y llana del 'Obamacare' sin presentar aún una nueva propuesta, desafiando a los senadores de la bancada del partido a que se opusieran a lo que habían prometido a sus votantes.

 
“El plan de derogación no complació ni a los ultraconservadores, que lo consideraban un "Obamacare light", ni a los republicanos moderados, a los que les preocupaba un paso atrás demasiado brusco”

El Congreso habría tenido entonces dos años para preparar con cuidado una hipotética reforma del sistema de salud sobre nuevas bases.

Pero ese plan B fue torpedeado por al menos tres republicanos moderados, Susan Collins, Shelley Moore Capito y Lisa Murkowski, que representan a otros tantos estados en los que el acceso a la atención médica en zonas rurales podría terminarse si se derogaba totalmente la Obamacare.

"No vine a Washington para perjudicar a la gente", dijo la senadora Capito. Frente a esas defecciones, se esperaba que el hombre fuerte del Senado, Mitch McConnell, decidiría entre enterrar el proyecto u organizar una votación condenada al fracaso. Con 52 senadores de un total de 100, la bancada republicana no podía permitirse más de dos defecciones.

Elecciones en 2018

El proyecto de reforma republicana no pretendía revocar enteramente la ley de 2010, que en siete años se convirtió en una norma relativamente popular, a medida que millones de personas se fueron beneficiando de ella.

Por tanto, la arquitectura de la reforma de Obama se conservaba en mayor o menor medida en el plan republicano para evitar que millones de estadounidenses se encontraran súbitamente sin cobertura de salud. No obstante, se preveían importantes recortes del presupuesto de salud, así como la reducción de algunas prestaciones a los asegurados.

El plan de derogación y de sustitución simultáneas no complació ni a los ultraconservadores, que lo consideraban un "Obamacare light", ni a los republicanos moderados, a los que les preocupaba un paso atrás demasiado brusco.

Al margen de lo que ocurra de aquí en más, el tema de la derogación de la reforma sanitaria ilustra los problemas de la relación entre la Casa Blanca y el Congreso. Trump ha ejercido a menudo y públicamente presión sobre los legisladores de su Partido Republicano para obtener una victoria, la que fuere, pero sin profundizar en los detalles.

Su propuesta de dejar morir Obamacare consiste en dejar que se acentúen las fallas del mercado de seguros de salud privados, lo que, según él, dirigiría la presión hacia los demócratas para que tengan que ponerse de acuerdo con los republicanos para reparar el sistema.

En varias regiones del país, grandes aseguradoras se retiraron, en efecto, del llamado mercado "individual", lo que hizo aumentar allí las primas de los seguros. Ese mercado abarca a unas decenas de millones de estadounidenses que no están asegurados por sus empresas ni por el Estado.

"Todos los demócratas y algunos republicanos nos han dejado caer. La mayoría de los republicanos han sido leales, formidables y han trabajado muy duro. ¡Volveremos!", escribió Donald Trump en Twitter a primeras horas de la mañana, tras verse obligado la víspera a admitir que el proyecto de reforma había naufragado a causa de las nuevas defecciones de senadores republicanos. 

 

La lógica de Donald Trump es totalmente política: está convencido de que, frente a los problemas de Obamacare, los votantes sancionarán a los demócratas y no a su gobierno en las elecciones legislativas del año que viene.

Pero olvida que detrás de la negativa no sólo están los demócratas, sino también los republicanos, tanto moderados como ultraconservadores, que no están de acuerdo con el proyecto.

Con la mente puesta en las vacaciones de verano, los senadores  han dejado de legislar. Trump, entretanto, digiere un golpe más a nivel legislativo, donde pocos proyectos le pasan. Es la política. Es algo que, hasta ahora, empieza a conocer

 

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