Más allá del previsto apretón de manos y la consecuente foto para la historia entre Barack Obama y Raúl Castro, lo que se espera en la Cumbre de las Américas que hoy inicia en Panamá es la adopción de hechos concretos por parte de Estados Unidos que se conviertan en “viento de cola” para el proceso de acercamiento entre estos dos países, “archienemigos” por más de medio siglo.
Casi cuatro meses después de que Obama y Castro sorprendieran al mundo con el anuncio de que iniciarían diálogos para normalizar la relación bilateral, lo que antemano se avizoraba como un proceso largo y complejo, se está a punto de que Estados Unidos retire a la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo, una de las tantas exigencias de La Habana para avanzar en el inédito acercamiento.
El propio Obama anunció ayer que el trámite para tomar tal decisión ya se había surtido, por lo que es inminente su anuncio y que mejor escenario que esta cita americana para hacerlo, ya que no sólo recibirá el espaldarazo continental, sino que evidenciaría una real voluntad norteamericana por iniciar una nueva era en la relación con la región.
Tachar de la mencionada lista negra a Cuba, en la que ha permanecido inamovible desde 1982, es sobre todo un “gesto simbólico” pero que tendrá un profundo y positivo impacto en el proceso de diálogo bilateral, porque sin duda el tema ha sido una “piedrita en el zapato” para la normalización de las relaciones diplomáticas.
Estar dentro de esa lista, que tipifica un “eje del mal”, y que incluye también a Irán, Sudán y Siria, implica una serie de sanciones, entre ellas el bloqueo a cualquier intento de obtener préstamos de instituciones financieras internacionales. Al salir de ese deshonroso ranquin, La Habana podrá iniciar la búsqueda de empréstitos.
Y tan cálido como el clima panameño, se mostrará Obama ante los 34 mandatarios o representantes de gobierno en el cónclave, que aunque en su agenda tiene temas como las sanciones a Venezuela, la migración Centroamérica-México-EU, seguridad, salud, educación y democracia, centrará la atención la negociación EU-Cuba, que avanza lenta, pero firme.
Superado como se prevé el tema del retiro de Cuba de la lista negra del terrorismo, quedan otros espinosos por resolver como la reapertura de embajadas en Washington y La Habana y, tal vez el más difícil pero no por ello imposible, el levantamiento del embargo que desde 1962 mantiene Estados Unidos a la isla.
Sin embargo el proceso de diálogo y negociación es serio. Desde el 17 de diciembre el contacto ha sido constante: hubo tres rondas de negociaciones. Paralelamente iniciaron el diálogo sobre derechos humanos, aviación civil y telecomunicaciones.
La Casa Blanca ha insistido en que no se tiene prevista una reunión formal entre Obama y Castro, pero ello no implica que se pueda dar por la los motivos, la ocasión (es la primera vez desde la creación en 1994 de la Cumbre de las Américas en la que participa Cuba) y las positivas consecuencias.
Y aunque no es la primera vez de un cara a cara entre Obama y Castro, ya que hace dos años en los funerales de Nelson Mandela en Sudáfrica hubo un saludo con apretón de manos, el que hoy se darán en Ciudad de Panamá y quedará registrado en miles de fotos dará a la vuelta al mundo. Sin duda será el prólogo de la nueva página que en la historia mundial se pretende escribir con el otrora impensable entendimiento EU-Cuba.
Coincidencialmente, fue justamente en Panamá, en 1956, la última vez que un presidente de Cuba, el dictador Fulgencio Batista, y de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, se reunieron antes de la ruptura, en 1961, de relaciones diplomáticas.
Venezuela, el invitado incómodo
Obama anticipó que en la Cumbre tendrá "un mensaje de diálogo". Y dentro del mismo deberá responder a muchos países latinoamericanos indignados por su decisión de declarar a Venezuela, principal benefactor económico de Cuba, como una "amenaza inusual y extraordinaria" para Estados Unidos.
El presidente Nicolás Maduro encabezó ayer un acto en Caracas en el que recibirá 10 millones de firmas que busca entregar a Obama para exigirle que derogue el decreto.
Tanto Caracas como Washington han bajado las tensiones. El gobierno de Estados Unidos reconoció en estos días que no cree que Venezuela sea realmente una amenaza, en tanto que Maduro dijo estar dispuesto "al diálogo".
Los expertos descartan no obstante que las asperezas entre Venezuela y Estados Unidos afecten las negociaciones entre Washington y La Habana.
Raúl Castro es considerado un pragmático, consciente de la crisis política y económica en Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo. Pero la dependencia de Cuba con ese país ha bajado (de 100.000 barriles de petróleo al día en 2013 pasó a 80.000 en 2014).
Para Obama la dependencia del Caribe con Venezuela tampoco pasa inadvertida. El gobernante estadounidense llegó a la Cumbre tras reforzar en Jamaica la cooperación energética con esa zona. Los recortes de suministro de petróleo venezolano a los países caribeños se estiman entre 10% y 30%.
El tema venezolano podría causarle problemas al cubano Raúl Castro, ya que por ser su tradicional aliado y “mejor amigo” deberá apoyarlo en la Cumbre, tal y como lo hizo antes, frente a las sanciones de Washington. Al mismo tiempo está inmerso en el proceso de acercamiento a Estados Unidos.
Un respiro para algunos líderes
A diferencia de los foros hemisféricos anteriores, varios países de América Latina acuden a esta Cumbre con situaciones delicadas, a saber, escándalos, manifestaciones, crisis económicas y caída en los índices de popularidad.
Escándalo de corrupción a gran escala en Brasil, masacre de estudiantes en la que estuvo involucrada la Policía en México, misterioso asesinato de un fiscal en Argentina, caída de los precios de las materias primas: varios jefes de Estado llegan el viernes y sábado a Panamá en busca de un respiro político.
Algunos, como la brasileña Dilma Rousseff y el mexicano Enrique Peña Nieto, se contentarían ciertamente con dejar que los demás atraigan la atención y sin duda ceder un espacio al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para que provoque a Estados Unidos tras las recientes sanciones contra altos funcionarios venezolanos.
Otros aliados de Venezuela, como el ecuatoriano Rafael Correa, el boliviano Evo Morales o el nicaragüense Daniel Ortega seguirán el paso de su aliado venezolano, con consecuencias preocupantes para el desarrollo de la cumbre.
"Esto jugaría en contra de una cumbre tranquila e ilustrada, ya que tradicionalmente el mejor medio de desviar la atención de los asuntos políticos internos es confrontar con Estados Unidos", explica Eric Farnsworth, vicepresidente del foro Consejo de las Américas.
"Es lo que generalmente hacen muchos jefes de Estado, y considerando que actualmente se encuentran en situaciones internas delicadas, la ocasión es perfecta para aferrarse al tema (de Venezuela) aunque no crean totalmente en ello", agrega este experto.
Reelegida en octubre último tras haber enfrentado una ola de protestas sociales por los elevados gastos del gobierno en ocasión del Mundial-2014, Rousseff está hoy salpicada por un escándalo de corrupción.
El caso, ocurrido en el gigante petrolero Petrobras y en el que están involucrados varios dirigentes de su partido, ha provocado manifestaciones masivas contra la presidenta, actualmente en caída libre en los sondeos de opinión y enfrentada a un riesgo de recesión económica en 2015.
En México el presidente Enrique Peña Nieto tiene los niveles más bajos de popularidad tras la desaparición a fines septiembre de 43 estudiantes, entregados por la policía local a un grupo criminal y luego masacrados, según las autoridades.
Además, la prensa también reveló a fines de 2014 que la esposa del presidente había adquirido una residencia evaluada en cuatro millones de dólares a una empresa con contratos con el Estado.
Por su parte, la presidenta argentina, Cristina Kirchner, fue objeto de acusaciones y manifestaciones tras la muerte aún no resuelta del fiscal Alberto Nisman en enero. Este último acusó a la presidenta de haber encubierto a funcionarios iraníes en la investigación sobre un mortal atentado antijudío en 1994 en Buenos Aires.
Otra presidenta, la chilena Michelle Bachelet, eligió no viajar a Panamá tras un escándalo financiero que involucra a su hijo y que afecta su credibilidad y suscita rumores de dimisión. Las graves inundaciones en el norte del país la decidieron a renunciar a viajar a Panamá.
Ese cúmulo de problemas internos de algunos de los mandatarios latinoamericanos se disipará estos dos días, ya que su atención –como la de toda la comunidad mundial- estará centrada en los nuevos pasos que se den hacia la normalización diplomática de Estados Unidos y Cuba. Y todo parece indicar que Obama dará uno decisivo para que el “sueño cubano” se empiece a materializar./EL NUEVO SIGLO con AFP