El pulso entre países ricos y en desarrollo se mantiene en todos los frentes, en particular sobre quién y cómo pagarán el enorme desafío que representa impedir que la temperatura del planeta aumente más de 2º C.
El nuevo borrador de acuerdo, puesto a disposición de los negociadores, contiene 50 páginas en lugar de 54.
Pero el número de corchetes aumentó, de 1.250 a 1.400, según cálculos de una ONG, la Fundación francesa Nicolas Hulot.
A los negociadores les cuesta entrar en materia, y nadie parece ceder en lo principal, constatan por igual delegados y organizaciones no gubernamentales.
"Es normal que haya uno o dos días de puesta en marcha de la máquina", relativizó la ministra francesa de Ecología, Ségolène Royal. Es un "momento de maduración necesario", dijo a la AFP.
"Hubo una noche de trabajo intensivo durante el miércoles, y lo mismo pasó el jueves en la noche", aseguró una fuente cercana a la delegación francesa.
Los negociadores deben entregar en principio su último borrador al canciller francés, Laurent Fabius, el sábado a media jornada. Los ministros deben retomar el testigo a partir del lunes, hasta el viernes 11, cuando en principio debe terminar esta COP21.
A propuesta del grupo de países más numeroso, el G77, que reúne a 134 países en vías de desarrollo y a China, la manera de trabajar cambió a partir de ayer.
Hay menos reuniones de pequeños grupos de trabajo sobre partes del texto y más intervenciones en asamblea plenaria, para que los países puedan intercambiar directamente propuestas de un lado a otro, que ayuden a desbloquear los puntos más difíciles.
Los países desarrollados replican que desde el último gran acuerdo, el Protocolo de Kioto, de 1998, el mundo ha cambiado mucho, y que la propia China es un país que además de ser el primer emisor de gases mundial, puede contribuir con dinero.
En principio, los países en vías de desarrollo deben recibir 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Pero la organización de países industrializados, la OCDE, calculó hace meses que prácticamente dos tercios de esa suma ya está siendo destinada gracias a los bancos multilaterales y los acuerdos bilaterales.
En París hubo de nuevo una lluvia de anuncios de donaciones y ayudas al inicio de la conferencia.
El G77 no se deja impresionar por esos anuncios, y recuerda compromisos adoptados en el pasado, como cuando se creó la Convención de la ONU sobre cambio climático, en 1992.
"Según la Convención, los países desarrollados están obligados a suministrar recursos financieros, incluida transferencia de tecnología (...). Esto es una obligación legal. No es 'ayuda' ni 'caridad'", advirtió su comunicado.
La noción de "responsabilidad histórica", la de los países ricos que iniciaron la Revolución Industrial, vuelve al tapete.
Esa es la visión de países de gobiernos de izquierda, como Venezuela o Nicaragua, que se niegan por el momento a presentar sus planes de reducción de emisiones de gases (INDC, por sus siglas en inglés), o de países como Ecuador, que quieren que se cree un tribunal internacional de justicia climática/AFP