Los dirigentes de la Unión Europea (UE) designaron por amplia mayoría al luxemburgués Jean-Claude Juncker para el cargo de presidente de la Comisión, una decisión que "lamentarán toda su vida", estimó el primer ministro británico David Cameron.
"El Consejo de la Unión Europea propone a Jean-Claude Juncker como próximo presidente de la Comisión Europea", anunció en un tuit Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo que agrupa a los 28 mandatarios.
"Estoy orgulloso y honrado de haber recibido el respaldo del Consejo Europeo", reaccionó Juncker.
Juncker, de 59 años, un veterano de las instituciones europeas, obtiene así el puesto más importante al frente del órgano que propone las leyes, las aplica y vela por su respeto.
Ahora su nombramiento debe ser ratificado por el Parlamento Europeo con un voto de por lo menos 376 diputados a su favor de los 751 que cuenta el hemiciclo.
- "Un mal día para Europa" -
Los mandatarios votaron este viernes a mano alzada, por exigencia de Cameron. Un total de 26 se pronunciaron a favor y dos en contra. El primer ministro británico se mantuvo firme en su oposición a Juncker, respaldado por el primer ministro húngaro Viktor Orban.
"Es un mal día para Europa", lamentó Cameron en conferencia de prensa.
El exjefe de gobierno luxemburgués, un convencido federalista "no es la persona adecuada", había dicho Cameron antes de comenzar la cumbre.
"Toda su vida estuvo en el centro del proyecto europeo para aumentar los poderes de Bruselas y reducir el poder de los Estados", dijo Cameron, que pide que regresen a las capitales algunas prerrogativas cedidas a Bruselas.
Además de oponerse a Juncker porque considera que no es la persona adecuada, Cameron se opone también a ceder al parlamento la prerrogativa de los mandatarios de designar al presidente de la Comisión.
"Les dije a los líderes que lamentarán toda su vida el nuevo proceso de nombramiento del presidente de la Comisión", dijo Cameron en un tuit.
Con el Tratado de Lisboa en 2009 los mandatarios del bloque deben tener ahora en consideración el equilibrio de fuerzas políticas en la Eurocámara para esa elección.
Los conservadores del Partido Popular Europeo (PPE), la primera fuerza de la Eurocámara, escogieron a Juncker como su candidato, quien recibió el respaldo de los socialistas.
La férrea oposición del británico se explica por la espectacular derrota de los partidos tradicionales en Gran Bretaña en las elecciones municipales y europeas de mayo, cuando irrumpió el antieuropeo Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP), lo que lo expone a una fuerte presión interna, en particular de cara a las elecciones legislativas de mayo de 2015.
Si gana estos comicios, Cameron prometió un referendo sobre la permanencia de Gran Bretaña en la UE, que podría organizarse en 2017.
- Disciplina fiscal contra flexibilidad, la otra batalla -
Los mandatarios llegaron este viernes a Bruselas intentando tender puentes hacia Gran Bretaña tras este revés para Cameron.
"Creo que la decisión nos da un presidente de la Comisión Europea que tiene un montón de experiencia" indicó la jefa del gobierno alemán Angela Merkel, quien aseguró que ella y sus socios escucharán las demandas británicas.
El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, que hasta el miércoles compartía con Cameron la oposición a Juncker, estimó que "el programa es más importante que la persona".
Ahora se abre otra negociación intensa sobre otros cargos, como el del jefe de la diplomacia europea o del grupo de ministros de Finanzas, así como la propia composición de la Comisión Europea.
Para ello los mandatarios volverán a reunirse en cumbre el próximo 16 de julio.
La preocupación es fijar las orientaciones políticas para los próximos cinco años y para ello Merkel buscó aliados ya que la discusión gira ahora en torno a la flexibilidad o la disciplina fiscal.
Los dirigentes de la izquierda, liderada por el italiano Matteo Renzi y el francés François Hollande, dieron su apoyo a Juncker pero, a cambio, reclamaron una mayor flexibilidad en la aplicación del Pacto de Estabilidad.
Según esos dirigentes, la rigidez de las reglas europeas -que fijan un déficit máximo de 3% del PIB y una deuda pública de un máximo de 60%- impiden consolidar el crecimiento y desalientan las inversiones.
Merkel, defensora de la disciplina fiscal, mantiene su oposición a modificar ese pacto.
Al final los mandatarios llegaron a un compromiso sobre "un buen uso de la flexibilidad prevista en las reglas actuales del Pacto de Estabilidad" para impulsar el crecimiento.