Mayo del 68 (I) | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Mayo de 2018

“Prohibido prohibir, ingenio juvenil en Nanterre”

En mayo de 1968 se produjeron en París muchas movilizaciones que cambiaron radicalmente el curso de la historia política con los hechos de la primavera, que fueron, inicialmente, una propuesta pacífica, alegre y juvenil en las que se hicieron famosas las pancartas, como aquellas con frases como “la imaginación al poder” y “prohibido prohibir”, que mostraron el ingenio intelectual de los estudiantes de la universidad de Nanterre, sumados a ellos los de pregrado de la Universidad de París, ubicada en la plaza de “La Sorbonne”, liderados por “Dany el Rojo”, el luego diputado Daniel Cohn-Bendit, quien  con la “crápula estalinista” (La crapule staliniénne), estuvo al frente de la protesta estudiantil, la cual reflejó el papel que jugaba la juventud de colegios y universidades como motor de la transformación revolucionaria a la cual se le dio en el mundo entero una importancia singular, lo cual, según Vargas Llosa, “parece excesivo en comparación con lo que realmente significó: cierta liberación de las costumbres, sobre todo la libertad sexual, la desaparición de las formas de la cortesía, la multiplicación de las palabrotas en las comunicaciones y no mucho más”..

En plena Revolución de Mayo de 1968, Jean-Francois Revel, quien era un mago para la ironía y el sarcasmo, dictó en la Unesco una conferencia y allí dijo, como lo reseña Vargas Llosa en “La llamada de la tribu”, “que los estudiantes berlineses preparaban la sociedad pacífica del futuro marxista “defenestrando a sus profesores”” y, eso llevaría a Revel escribir en 1969 La Révolution introuvable (La Revolución inviable o inhallable), donde ofrecía un valiente contrapeso al relativismo y a los mitos que pretendían respuestas absolutas y definitivas sobre la sociedad y el hombre, criticando los alborotos de las marchas juveniles. Pero este movimiento antiestalinista de cariz libertario, que surgió, al parecer de manera espontánea, resultó efímero.

Siguen siendo vigentes frases que surgieron en ese año, el feminismo, el deconstruccionismo, la búsqueda de una sociedad más liberal y menos moralista, hicieron, entre otros, que el grito “Corre camarada, deja el viejo mundo detrás de ti”, quedaran en la memoria de los incendiarios de uno de los años más encendidos de la historia contemporánea, marcado por un profundo malestar popular, así como por aspiraciones de cambio, que estuvo también señalado por los asesinatos de Robert –Bob- Kennedy y Martin Luther King, por los humeantes días de Woodstock, la guerra de Vietnam;  los Cincuenta años de la Humanae Vitae; la filosofía y materialización de las tesis sociológicas de Herbert Marcusse y su influencia en los levantamientos universitarios norteamericanos y en la toma de un hotel por intelectuales y, la reunión de Medellín del Episcopado al cierre del Concilio Vaticano II, entre otros.

Lo que nadie ha dicho, para darle un matiz heroico a la revolución primaveral, es que la única víctima de las movilizaciones, que llegaron hasta el Festival de Cannes, cuando el director de cine franco-suizo y reconocido maoísta Jean-Luc Godard, François Truffaut, y Roman Polanski, al interrumpir las exhibiciones de las películas, fueron molidos a puñetazos por los asistentes y más tarde, derrotados en las urnas por el partido gaullista, que obtuvo un aplastante triunfo y obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento.

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