Una misión militar para confiscar el arsenal químico de Siria requeriría una enorme fuerza militar terrestre y plantearía serios riesgos, cuyo resultado dependería de calidad de la inteligencia occidental, sostienen expertos estadounidenses.
Con el régimen sirio bajo sospecha de usar agentes químicos contra los rebeldes, Estados Unidos y los comandantes militares occidentales están planeando acciones para poner en práctica ante la posibilidad extrema de que se deba movilizar una fuerza internacional para neutralizar estas armas letales.
Cualquier intento de hacerse con el control de las armas químicas en Siria dependería de la información recopilada por los servicios de espionaje extranjeros, que han luchado a veces para rastrear los depósitos del régimen de Damasco.
"Lo primero que se debe saber es dónde están. ¿Dónde están las armas almacenadas y dónde están los centros de producción y los sitios relacionados con la producción?" dijo David Kay, exinspector de armas de la ONU que dirigió el Grupo de Estudio de Irak.
"Parece obvio, pero no es fácil", señaló a la AFP Kay, ahora un investigador principal en el Instituto Potomac de Estudios Políticos.
Se cree que Siria alberga cientos de toneladas de agentes químicos como gas sarín y VX, así como gas mostaza, pero los detalles concretos de su arsenal sigue sin conocerse.
Para tomar el control de las armas, Estados Unidos o sus aliados tendrían que enviar tropas sobre el terreno, incluidos equipos de expertos técnicos, unidades de fuerzas especiales y un gran contingente - decenas de miles probablemente - de tropas convencionales para ocupar y proteger plantas químicas, dijeron analistas.
"Incluso bajo las mejores circunstancias, es un esfuerzo muy intensivo de mano de obra ya que hay que (...) rodear los sitios, y asegurarse que otros no estén entrando", dijo Kay.
La fuerza de intervención tendría que lanzar bombardeos para eliminar defensas aéreas, como paso previo, y también es probable que tenga que apuntar a algunos depósitos que no podrían ser invadidos por una fuerza terrestre.
"Probablemente haya algunas instalaciones que estén fuera de nuestro alcance y tengamos que neutralizar realizando ataques aéreos," dijo Michael Eisenstadt, investigador principal del Instituto Washington.
En los sitios capturados por las fuerzas de tierra, las tropas tendrían que montar guardia mientras los expertos en armas - vestidos con ropa de protección y el uso de equipo médico especial - registran y neutralizan agentes químicos y municiones.
Los expertos en armas tendrían probablemente que eliminar los agentes nerviosos o gases letales en el lugar, porque su transporte sería demasiado arriesgado, según Kay.
Como no habría incineradores especiales disponibles, los agentes letales probablemente serían colocados en un pozo de cal y descompuestos con otros productos químicos, para reducir la toxicidad a un nivel equivalente a los residuos industriales.
El laborioso proceso tomaría "semanas o meses, incluso", dijo Eisenstadt.
El grupo de intervención también tendría que destruir misiles, bombas aéreas y proyectiles de artillería utilizados para disparar agentes químicos, lo que probablemente requerirá una ola de ataques aéreos.
"No se destruiría las armas químicas propiamente, pero sí todas las formas en que puedan ser utilizadas contra la población", dijo Elizabeth O'Bagy del Instituto para el Estudio de la Guerra.
Parte del arsenal podría ser "sepultado" por bombas diseñadas para hacer estallar y sellar los bunkers con escombros, dijo Eisenstadt.
"Hemos desarrollado una serie de bombas que podrían ser utilizadas para este tipo de misiones", dijo.
El ejército estadounidense tiene una bomba, la BLU-119 / B, especialmente diseñada para incinerar los agentes químicos, a pesar de que el Pentágono no ha revelado cómo le ha ido en las pruebas con ellas.
Los ataques aéreos también podría ser utilizados para evitar que un intruso acceda a un sitio de armas químicas, pero cualquier intento de bombardear desde el aire no estaría exento de peligro.