“Qué daría por desconocer…lo que no conviene saber”.
Ante este planteo, necesitamos hacer algo, aunque si bien uno no puede andar por la vida sostenidamente con peripatéticos (círculo de filósofos que seguían las enseñanzas de Aristóteles) reflexionando sobre la vida (bueno, no sé si no estaría bueno), es potencialmente peligroso (y no me atrevo tampoco) a que podamos dejarlo librado al azar a que las cosas se solucionen por sí solas.
Mientras tanto, hay un axioma que es incuestionable: los residuos y su generación crecen exponencialmente, mientras nosotros seguimos discutiendo “el agua en la navegación” como si todo estuviera bien y homologado, pero no se confunda, todo esto está ocurriendo.
¿Demagogia comunitaria…con nuevo paradigmas?
Todo está conformado y circunscrito a la decisión de muchos políticos o empresarios que incursionan en política (más/menos, no todos), que como quien no quiere la cosa manejan los temas sorteando cualquier tipo de dificultad con ambigüedad, con promesas estereotipadas que no cumplirán sin ningún tipo de discrecionalidad. Reconozco que lo dicho, no es “políticamente correcto” pero soy partidario de llamar a las cosas por su nombre. Debo aclarar que disiento enfáticamente cuando dicen que está todo bien ¿Por dónde? ¿En dónde? Nada más lejos de la verdad.
Discúlpeme, pero no miremos la realidad con un solo ojo, debemos ser sumamente cuidadosos y poner una lupa en esto: recicladores informales (cartoneros) con carros revisando la basura en los suburbios de la ciudad (haciendo la separación para la reventa), carteles de “prohibido arrojar residuos” con severas multas para el infractor (muchas veces estos no se ven porque están tapados por la basura), industrias que prefieren colaborar con las campañas políticas a darle el destino adecuado a los residuos peligrosos, botaderos que son minimizados por animales (que curiosamente no mueren de viejos y son parte de la cadena alimenticia de sectores más vulnerables), leyes, que como son “interpretativas” no siempre están de parte de los más afectados, gobiernos, que esconden a los botaderos que no están cuantificados y cualificados en el total de los residuos que se generan a diario: lo que figura en sus planillas Excel, son los residuos ingresados en los rellenos sanitarios.
Esto pone en evidencia a un estado ausente de una realidad sórdida que se ve más allá de las avenidas principales, y de las luces de la ciudad. Mientras tanto, la actividad privada, busca un espacio sesgado a un lobby intelectual y económico y muchos medios de comunicación no quieren que se traten estos temas porque dicen ser sociales o políticos o de opinión (¿?) ¿El ayudar a pensar o repensar no es válido?
Para concluir, un tejido social que sigue expectante a que otros empiecen primero, y que más que nada, le solucionen los problemas sin actuar en consecuencia. Bueno, y así estamos, con la demagogia a la orden del día (parecería que esto, lamentablemente no prescribiera) y padeciendo incomprensiblemente en pleno siglo XXI, a una pandemia de las malas actitudes, tratando de no parecernos a los europeos, pero tratando de imitarlos. ¿Confuso no? Pareciera que estamos genuflexos ante los logros que alcanzaron mancomunadamente.
Educación ambiental… ése compromiso obtener
Siguiendo con una línea de pensamiento, la educación ambiental es un proceso cognitivo, como lo es aprender inglés, matemáticas, etc. ¿Hasta ahí vamos bien? Sin embargo se la trata de implementar con afiches, capacitaciones políticas y contenedores en la vía pública como a menudo nos quieren hacer creer, es como si porque nos dieran un lápiz, ya sabríamos leer y escribir. La educación ambiental sigue siendo un enunciado, y no se contempla seriamente como una parte primordial en el correcto manejo de los residuos. No se puede hacer gestión integral sin saber si la comunidad responderá al reciclado, a la minimización, a la separación que nos llevará a saber con qué frecuencia pasaran los camiones con sus recorridos. ¿Cómo lo aprenderán? ¿Con afiches? ¿Llenando de contenedores y camiones la ciudad?
No sé ni no soy claro. En parte, si focalizamos nuestros esfuerzos en bregar por las causas y no en enmendar las consecuencias. Si no partimos de una actitud adecuada, reparadora, jamás encontraremos la solución acertada. No hace falta levantar lo que no arrojamos. No creamos que porque pagamos nuestros impuestos, el gobierno tiene la obligación de recoger lo que arrojo en la calle. Por otro lado, si no lo arrojamos en el piso en nuestra casa… ¿Por qué hacerlo afuera de ella no? Cuando entendamos que si nos miramos al espejo y vemos quien es uno de los responsables (se mire quien se mire), empezaremos a construir una conducta cívica que nos aleje de ser hacedores de las actuales que no creo que estemos orgullosos.
Propuestas
Parafraseando a un escritor rioplatense, Eduardo Galeano, “El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar” Le cuento que estamos parados en esta concomitancia de no querer o de no entender que una de las formas de estigmatizarlos, es señalar el origen del problema, la antigüedad del mismo, y la conducta que tuvo de todas las partes al respecto.
Por citar algunas medidas reparadoras, podríamos exigir que se aplique una acción comunitaria ante una contravención o daño causado, no plausible de la sanción económica que corresponda. Debe haber una decisión política que sea efectiva para el responsable de la empresa (a parte del infractor) deban ser castigados con el peso de la ley y severamente, para que no queden dudas. Esto evita que las sanciones por daños ambientales, se paguen “solamente” desde lo económico. De esta manera, se hará justicia y el responsable se hará cargo de lo que hagan sus empleados y que las multas, dejen de ser parte de los gastos mensuales de la empresa.
Tiene que promulgarse una Ley de envases ya que no existe reciclado, si no hay una ley de envase. Tiene que concientizarse a la comunidad para que haga la separación en sus domicilios. Se debe pagar por el tratamiento y destino final de los residuos que uno genera y penalizar a quien no lo haga. Tenemos y debemos poner límites. Que nos pongan límites. Hay que descentralizar a los cartoneros (o recicladores informales) de la vía pública donde separa y clasifican lo que nos corresponde a nosotros hacerlo. A ellos, se les debe capacitar y reinsertar a un sistema laboral que apunte a una calidad de vida. No deben ser utilizados banalmente con oficios asistenciales y precarizados. Seria imperante considerar el concepto de economía circular y que también que se considere dentro de las políticas de reciclado.
Conclusión Se ha enterado que con su consentimiento, o sin él, de lo que “también pasa” a espaldas, o frente suyo. No existe la verdad absoluta, ni del gobierno, ni la de éste servidor, ni la de otro profesional que se atribuya la solución. Si queremos dejar de ser espectadores del progreso ajeno, y de la decadencia del propio, definámonos, ¿Qué es lo que queremos? Cada país ¿tiene el medio ambiente que se merece? ¿O que se le parece?
Hay que persuadir a muchos. Tratemos por todos los medios de no naturalizar los malos hábitos….porque es contaminante.
* Director de la Consultora Urbano Ambiental de Argentina, Carlos Micilio & Asociados. Consultor internacional y autor de proyectos y programas ambientales en educación ambiental y concientización urbana.
carlosmicilioconsultora@gmail.com