En entrevista exclusiva con EL NUEVO SIGLO, el expresidente Belisario Betancur Cuartas, uno de los amigos más cercanos a Gabriel García Márquez rememora su relación, cuenta algunas anécdotas que denotan el talante del escritor y el carácter universal de su obra.
EL NUEVO SIGLO.- ¿Cuándo conoció a García Márquez?
EXPRESIDENTE BELISARIO BETANCUR. Yo tengo un conocimiento de García Márquez desde hace muchos años. Hace bastante más de medio siglo, porque desde cuando llegue de Medellín a establecerme a Bogotá, él fue uno de los primeros contactos que tuve. Gabo estaba entre los escritores jóvenes con quienes yo departía y aquello fue lo que diríamos un “amor a primera vista”. Estoy hablando de comienzos de los años cincuenta. Entonces fue una relación permanente de cronista de periódico a cronista de periódico. Y desde esa época mantuvimos una amistad entrañable.
ENS.- Y como fue esa relación. ¿En esa época, usted donde trabajaba?
BB.-Yo trabajaba en la revista Semana que Alberto Lleras había fundado pero que fue comprada por Hernán Echavarría Olózaga y Mauricio Obregón. Ellos nombraron director a Hernando Téllez, de subdirector a Eddy Torres y a mí de jefe de redacción. Entonces me veía frecuentemente con Gabo. Recuerdo especialmente los encuentros que teníamos en el Palacio del Ajedrez, que quedaba en la carrera séptima con calle 18, enseguida del TIA. Nosotros no jugábamos sino que íbamos a ver a los campeones Edgar Gacharná y Luis Augusto Sánchez. Montábamos una mesa al lado e íbamos siguiendo las movidas. Pasábamos tardes en ello.
ENS.- ¿Y García Márquez era bueno para el ajedrez?
BB.-No, él no era bueno para el ajedrez. Y yo era peor que él. El que era mejor era Eddy Torres, hijo de don Ignacio Torres Giraldo, líder comunista, y María Cano, la flor del trabajo.
ENS.- ¿Cómo se la iban un conservador como usted y García Márquez, que era ya izquierdista?
BB.-García Márquez nunca fue izquierdista. A mi juicio fue un liberal avanzado, pero él no era izquierdista. Con el correr de los años se volvió, digamos que de centro izquierda. Pero más que eso, era un militante de la paz. En efecto, asumió la paz que los partidos comunistas europeos habían adquirido para sí como únicos propietarios y él la asumió también como copropietario con otros jóvenes del partido liberal. Y eso fue lo que después pudo llamarse la izquierda. Pero García Márquez nunca fue de extrema izquierda, nunca.
ENS.- ¿Qué opinaba él de una persona católica como usted?
BB.-Cada quien era dueño de sus convicciones y las defendía y asumía pero con tolerancia por las de los demás. Él respetaba mis ideas como yo las de él. Por ejemplo, yo iba a la librería Gran Colombia, en el centro. Yo la llamaba el “Kremlincito”. Era una librería comunista del camarada Mora donde adquiríamos obras de Rosa de Luxemburgo y los marxistas más connotados. Allá comparecía García Márquez sobre todo para ver en que iban los camaradas, pero siempre, siempre, con el debido respeto de ellos por nosotros, el uno de centro izquierda y el otro de centro derecha. Independientemente de sus ideas políticas, que eran ideas no escolásticas, heterodoxas, las mías también eran un tanto heterodoxas.
ENS:- ¿Intercambiaban escritos, cuartillas o él le mostró los cuentos que estaba por publicar?
BB.-No nunca. La verdad es que García Márquez era muy discreto en ese sentido. Muy austero en todas las cosas suyas. Yo diría también que era sicorígido. Jamás hacía alarde de sus escritos. Más bien el alarde lo hacían quienes en los periódicos recibían esas primeras crónicas de éste genio incipiente que llegaba de la provincia, pero no de la Costa, sino del colegio de Zipaquirá donde alternó con poetas de enjundia como Carlos Martínez, de Piedra y Cielo. Éramos muy respetuosos. Cada quien en lo suyo, cada quien en su propia actividad. Era una especie “de contigo a la distancia”, como el bolero de Agustín Lara.
ENS.- ¿Qué literatos compartían?
BB.-Principalmente Faulkner.
ENS.- ¿García Márquez permanecía muy poco en Bogotá?
BB.-A él no le gustaba Bogotá, pero más que por la ciudad misma, porque detestaba el frío. Lo aterraba. No obstante, lo sobrellevaba por su trabajo en El Espectador, donde lo acogieron. Allí vislumbraron el genio que sería, sobre todo Eduardo Zalamea Borda, que se firmaba Ulises.
ENS.- ¿Usted sí vio el genio de García Márquez cuando estaban jóvenes?
BB.-No, yo lo vi como un escritor común y corriente. Cuando fui a ver el genio que era ya él estaba en México.
ENS.- ¿En esa época había una división de criterios entre gentes que decían que era genial y otras que decían que era muy malo?
BB.-Sí. Yo estaba entre los que decían que era genial. Yo era una especie de disidente de los sicorígidos de la derecha.
ENS.- ¿Durante el Frente Nacional como fue esa relación entre ustedes?
BB.-Él vivía en México y hacía visitas esporádicas a Colombia. Manteníamos una relación permanente. Hablábamos fundamentalmente de literatura. A veces yo como abogado, de derecho o filosofía.
ENS.- Después de eso, cuando usted está en la candidatura que lo llevaría a la presidencia García Márquez anuncia que va a votar por Alfonso López…
BB.- Él lo dice y lo hace. Una periodista francesa me pregunta después de las elecciones, ¿usted no considera en su amigo García Márquez una deslealtad el que hubiera votado por su contrincante? Y yo le contesté: “no, es que García Márquez es un gran escritor, es un soberbio escritor, pero es un pésimo político”.
ENS.- Después de eso García Márquez se ganó el Premio Nobel. ¿En ese momento como recibió usted la noticia?
BB:-Hay un decir común de que yo fui quien le transmitió la noticia del Nobel. Pero es inexacto, fue mucha generosidad conmigo. Yo supe la noticia como cualquier otro cristiano y lo que hice fue organizarle el viaje a Estocolmo en un avión que fletamos, un avión de Avianca, en el cual iban los escritores, poetas, pintores, amigos suyos y desde luego, su familia. Cuando ya estaban en Estocolmo lo llamé y le informé que el gobierno de Colombia había lanzado una estampilla y él de inmediato me contestó: “espero que con esa estampilla solo se envíen cartas de amor”. Ese era su talante.
ENS.- ¿Cómo le pareció el discurso en Estocolmo el día del galardón?
BB.-El discurso es una obra maestra sobre la base del pensamiento de las crónicas de Pigafetta que fue uno de los cronistas que dieron la vuelta al continente americano y escribieron los primeros relatos sobre lo real maravilloso en la época de la Conquista.
ENS:- ¿Posteriormente Gabo como se involucra en el tema de la paz durante su gobierno?
BB:-García Márquez estaba siempre involucrado en todos los temas de la paz. A él le interesaba la paz más que cualesquiera otras preocupaciones y le interesaba como fenomenología necesaria para Colombia y el continente. No se identificó nunca con las guerrillas. Nunca es nunca. Sino que se identificó con la búsqueda de la paz a través de determinados mecanismos de negociación y conversación.
ENS:- García Márquez fue reconocido asesor suyo en el tema de la paz…
BB.-Él fue asesor de todos los gobiernos sobre ese tema desde el gobierno de Betancur hasta la actualidad.
ENS.- Años después quisieron ustedes dos conocer a “Tirofijo” en el Caguán…
BB.-Yo no conocía al comandante Marulanda. Sólo había hablado con Jacobo Arenas para las conversaciones de entendimiento con las Farc en los ochenta, pero no con Marulanda. Tanto Gabo como yo fuimos al Caguán con esa esperanza, pero luego vino la frustración puesto que Marulanda no llegó alegando razones de seguridad. Sólo tiempo después, estando yo en Roma, recibí una llamada de Raúl Reyes, quien estaba en Estocolmo. Me dijo que Marulanda me invitaba y yo le contesté: Raúl, pero yo no tengo ninguna representación política, ni estoy en el gobierno, ni ocupo alguna posición. El me insistió y yo le dije: acepto, pero con una condición, tengo que contar con el visto bueno del presidente Pastrana. Entonces hablé con él y una de las tareas que me encomendó fue buscar la liberación de “la chiva” Cortés. Entonces fui al Caguán con el comisionado Victor G. Ricardo y con el exministro Bernardo Ramírez. Ahí lo conocí y cumplí la encomienda.
ENS.- Más tarde usted continuó su relación estrictamente literaria y de amistad con García Márquez. ¿Cómo fue esa anécdota no muy conocida con Álvaro Mutis y Gabo en la conferencia en la Universidad de Guadalajara en el 2007?
BB.- El estado mexicano había creado una distinción, más bien una especie de estipendio de jubilación, para medio centenar de escritores. Carlos Fuentes y García Márquez se negaron a recibir ese ingreso, pero en cambio lo juntaron y crearon el Fondo Cátedra Julio Cortázar. Yo he participado en ella y he dictado conferencias. Entonces una de las ferias del libro de Guadalajara estaba dedicada a Álvaro Mutis, dentro de la Cátedra, y yo llevé un libro sobre su infancia con algunos de sus poemas y cuentos, y con un pequeño escrito mío que me correspondía leer con la sesión inaugural encabezada por el presidente Calderón. Pero en el curso de la mañana revisé y en el librito que yo llevaba había una entrevista casi olvidada que García Márquez le había hecho a Mutis años atrás. Entonces le dije a Gabo: mira yo tengo esta lectura sobre mi escrito pero es mejor tu reportaje... Y me dijo: ¿piensas leer mi reportaje? En tanto, Mutis me dijo: no se te ocurra leerlo. Y García Márquez me dijo: léelo. Ante ello, recurrí al presidente Calderón. Finalmente leí el escrito de Gabo. Tuve un éxito loco. Abrumador. Por cuenta del mismo García Márquez todavía estoy en deuda con él.
ENS.- ¿Cuál es su obra preferida de García Márquez?
BB.-En primer lugar considero que el luto que ensombrece hoy a Colombia es un luto que agobia al mundo entero, al mundo completo de las letras. García Márquez escribió una obra que trasciende las fronteras y el tiempo. Es una obra inmanente, intemporal, aespacial. Yo creo que con El Quijote por ahí la van. Por la universalidad su obra está destinada a permanecer. García Márquez tomó lo local y lo exaltó a la universalidad, tal y como lo hizo Cervantes.Cien años de Soledad, muchos cuentos de Gabo tienen encanto en el tiempo. Yo no soy capaz de recomendar una obra, sino todas. A mi particularmente me gusta El coronel no tiene quien le escriba. Y entre sus muchos cuentos recuerdo uno de un billarista que se llama En este pueblo no hay ladrones. Se roban las bolas de un billar. Tengo un libro con ese cuento que tiene ilustraciones de Saturnino Ramírez, el pintor del Socorro que murió recientemente. Es un cuento precioso. También hay otros maravillosos como los Cuentos Peregrinos. De manera que yo recomiendo toda la obra de García Márquez.
ENS.- ¿Cuál es el legado que deja García Márquez?
BB.- Deja una obra imperecedera, equiparable a las grandes obras de la literatura universal. Deja a Colombia el legado de sus letras y de su prestigio universal. La honda tristeza que hoy sentimos los colombianos es la rosa que podemos llevar a su féretro. Descanse en paz Gabriel García Márquez./JGU