EL NUEVO SIGLO habló con varios expertos, quienes coincidieron en que la medida no tiene el efecto ambiental inicial, pero sigue siendo una herramienta pedagógica necesaria.
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El 24 de febrero del 2000 se aplicó, por primera vez en la historia de Bogotá, la medida que le prohibía a los dueños de vehículos hacer uso de los mismos, entre otras cosas para incentivar en la ciudadanía una reflexión sobre el uso excesivo del carro. No obstante, la intención principal era la de reducir los niveles de contaminación, hecho que se vio con buenos ojos a nivel internacional, aunque despertó fuertes críticas en la opinión pública de aquel entonces.
Mañana se cumplen 20 años desde que se implementó por primera vez aquel experimento que entonces se llamaba, “Sin mi carro en Bogotá”. En sus dos décadas de existencia, Bogotá ha cambiado de manera significativa, y por ello no viene de más preguntarse, ¿Qué tan efectivo sigue siendo este ejercicio pedagógico?
Por ejemplo, de acuerdo con Paul Bromberg, ex alcalde encargado de la ciudad de Bogotá, esta medida ha generado un impacto económico negativo muy fuerte y se refirió en específico al transporte público de Bogotá, que no suple este tipo de medidas.
Adicionalmente, frente a la razón de ser del mismo, relacionado con la generación de consciencia ambiental, Bromberg dijo que esta no requiere de más refuerzos, pues “consciencia la gente ya la tiene. El tema radica más en que la gente tiene que movilizarse. La medida, si era para generar consciencia ambiental y sobre el uso del carro, pues que más consciencia que las mismas condiciones de movilidad de la ciudad. Es una pérdida de tiempo, un error”.
A favor de la calidad del aire
Por el contrario, según el representante a la Cámara por Bogotá, José Daniel López, esta medida tiene más vigencia que nunca, pues los índices de contaminación del aire en Bogotá se han incrementado.
A este respecto, aunque refirió que este día ha incidido en la generación de una conciencia medioambiental (sin desconocer que esta es una tendencia mundial) en los capitalinos, “hoy por hoy es mayor la velocidad con la que avanza el cambio climático. Entonces, si no tomamos medidas drásticas y rápido, Bogotá no se va a sincronizar con las alertas que el planeta nos está dando”.
Adicionalmente, frente a la desaceleración económica referida por el exalcalde Bromberg, el congresista dijo que, “a largo plazo, una ciudad ambientalmente sostenible como la que educa el día sin carro, no solo será sostenible ambientalmente, sino que tendrá mejor calidad de vida y por consiguiente tendrá mayores posibilidades de inversión, de dinamismo comercial y de generación de empleo”, precisó.
No obstante, de acuerdo con Álvaro Sánchez, experto en gestión y evaluación ambiental, así como en gestión de transporte y columnista de EL NUEVO SIGLO, la medida ha perdido su efectividad, medioambientalmente hablando.
“El día sin carro se impuso como una medida ambiental para que se impulsara la posibilidad de tener una muestra de cómo sería una ciudad con menos tráfico vehicular. Pero desde ese punto de vista, las emisiones realmente no bajan arriba de un 5% porque las mayores fuentes contaminantes son aquellas que no están cobijadas por la medida del día sin carro (…) Se está haciendo una publicidad engañosa porque la verdad es que la baja en las emisiones no compensan el costo social de este día y creo que no ha sido una medida beneficiosa”, precisó.
Los contaminantes
Por su parte, para William Alfonso Piña, profesor del programa Gestión y Desarrollo Urbanos de la Universidad del Rosario, el día sin carro ha perdido su efectividad frente al objetivo de medir la contaminación de la ciudad, en tanto permite la circulación de vehículos altamente contaminantes.
“Los objetivos de esta medida y la única que creo, sigue siendo válida, era el de hacer las mediciones para saber cómo se comporta la calidad del aire cuando no hay tantos vehículos circulando. Pero ha habido dificultades porque salen muchísimos taxis, vehículos de carga, blindados y flota de transporte público que contamina mucho. Debería ser más restrictivo, y si uno quisiera hacer el experimento del día sin carro le tocaría sacar gran parte de los vehículos de transporte público pero esa sería una medida poco popular”, precisó el profesor.
A este respecto coincidió el representante López, quien dijo que, “si no tomamos medidas en términos del control del transporte de carga de la ciudad y del uso de tecnologías limpias, en particular de tecnologías eléctricas y a gas para alimentar los vehículos de transporte público, no vamos a dar pasos en la dirección correcta en materia de calidad del aire y este es un día pedagógico que pone ese aspecto en evidencia.
Y en este sentido Sánchez, quien dijo que esta ha sido una medida más negativa que beneficiosa a razón de las deficiencias del transporte público que tenemos, esta “podría ser una medida muy interesante, en la medida en la que realmente haya una alternativa de transporte que hoy no existe, o si no hubiera tantos trancones. En Bogotá los trancones reducirían por lo menos al 50% los índices de contaminación, porque lo que más contamina son los trancones porque dura más tiempo el carro prendido”.