EL NUEVO SIGLO: Hay quienes insisten en que sea reinstalado el control previo en favor de la función de la Contraloría, que existía antes de la Constitución del 91, ¿qué cree usted?
ANTONIO HERNÁNDEZ GAMARRA: Con todo respeto disiento de la opinión de quienes creen que la solución al problema de la corrupción es volver al control previo, el cual produjo unos males muy graves a la sociedad colombiana porque fue un instrumento de la corrupción.
El visado de las cuentas con la firma de los contralores y los auditores se convirtió en un obstáculo para la administración, pero además en una fuente de ingresos para los auditores que propiciaban la corrupción. Así que con todo respeto disiento, entre otras cosas porque creo que el problema de la corrupción no se arregla con control únicamente sino con otras medidas y otras reformas que van más allá de la Contraloría General de la República.
ENS: ¿Y cuál es su opinión acerca del control de advertencia?
AHG: Desafortunadamente la Corte en el año 2016 a raíz de una demanda eliminó la función de advertencia. Creo que ese es un retroceso increíblemente peligroso, y sería partidario más bien de que se restableciera la advertencia, sobre la base de que primero sea una cosa para los graves riesgos contra el patrimonio público; segundo que no la ejerciera cualquier funcionario sino que fuera una función especial del Contralor y si acaso del vicecontralor. De tal manera que tampoco se constituyera en una corrupción que en el fondo conduce al control previo.
La función de advertencia ejercida sin medida conduce al control previo. Por lo tanto creo en la función de advertencia pero con restricciones sobre las materias en las que se debe tomar y los funcionarios que deben tener esas facultades.
ENS: ¿El control fiscal en Colombia falla porque las herramientas que tiene no son suficientes o adecuadas, o por la forma como está estructurado el sistema?
AHG: Porque la corrupción es un fenómeno sistémico. Desafortunadamente la empresa electoral se convirtió en un modus vivendi del aparato político nacional. Entonces cuando se tiene como propósito de acceder a los cargos públicos por una buena parte de quienes a ellos aspiran hacer una rentabilidad, es muy difícil que el control pueda funcionar.
Por eso es que creo que el problema no es que el control falle sino que el control no está hecho para poder eliminar esa situación.
ENS: ¿Estamos en un sin salida?
AHG: No, creo que el país tendrá que pensar en hacer una reforma política muy de fondo donde se fortalezcan los partidos, se elimine el voto preferente. Creo que ha habido tres intentos y no ha sido posible pero habrá algún momento en que eso sea posible y por lo tanto las elecciones no sean a costos supermillonarios como es de conocimiento público. Hacerse elegir gobernador en algunos departamentos del país vale 30 o cuatro veces lo que el señor se gana durante su periodo. Evidentemente es un mal que no se corrige con más control porque la empresa electoral está muy bien establecida.
ENS: ¿Comparte la propuesta que hizo el entonces contralor Edgardo Maya de eliminar las contralorías regionales y dejar una nacional?
AHG: Creo que esa es otra reforma pendiente, definitivamente las contralorías departamentales no están cumpliendo la tarea, están politizadas, no tienen un personal técnico lo suficientemente fuerte, en algunos departamentos la contraloría departamental tiene dos y tres funcionarios. Creo que eso hay que repensarlo también fortaleciendo la Contraloría y quitándole las funciones de control que le estableció la reforma de las regalías la vez pasada al Departamento Nacional de Planeación.
Hay que fortalecer una entidad llamada Contraloría Nacional dándole más campo de acción administrativo y geográfico, y fortaleciéndole su carácter y su nivel técnico, pudiendo hacer función de advertencia. Creo que eso es más importante y desde luego eso alivia la corrupción, no la elimina porque el problema no es que haya más control. Tenemos el control fiscal, tenemos el control penal, tenemos el control disciplinario, y de todas maneras todas las semanas tenemos un nuevo escándalo.