UNA modalidad terrorista nunca antes vista en Colombia fue la que se vio en la mañana de este jueves en la Escuela de la Policía General Santander. Un hombre que conducía una camioneta Nissan gris de nombre José Aldemar Rojas rompió la seguridad de la puerta principal y aceleró. Luego, unos metros adentro, explotó una carga, falleciendo de inmediato y dejando 21 personas muertas (de momento) y 68 heridos.
Este tipo de acción terrorista, calificada preliminarmente por los testigos como una acción cometida por un “kamikaze”, nunca antes se había visto en el país, donde los atentados terroristas se han solido ejecutar mediante redes de autores que, por lo general, depositan, individualmente o en grupo, artefactos explosivos en el lugar de los hechos y posteriormente huyen.
En los últimos atentados, como el del Centro Comercial Andino y el del barrio La Macarena, la ejecución del atento había sido llevada a cabo de tal forma. Lo que pasó esta mañana no parece cumplir con esos patrones.
Rojas no estaba acompañado y arrolló al centinela que hacía guardia en la entrada de la Escuela. Solo, avanzó unos metros y explotó la carga que traía en el carro.
Se puede decir que la acción cometida por el terrorista, desde arrollar al centinela en la entrada hasta avanzar unos metros hasta explotar el carro, es parecida a lo que las autoridades en el mundo han denominado “lobos solitarios”. Se trata de una modalidad de atacante que actúa solo durante la comisión del delito y, en la mayoría de casos, fallece tras perpetrarlo.
En Europa, principalmente, se ha vuelvo común este perfil terrorista, como los atentados en París (2015-16), Berlín (2017) y Londres (2018), donde un solo hombre comete el acto terrorista. Ahora bien, la ejecución del atentado se ha cometido, en dos de los casos citados, usando un carro o un camión como arma letal.
En Bogotá este 17 de enero, queda claro que el terrorista venía con una carga explosiva (80 kilos pentolita) que, a diferencia de los casos europeos, fue detonada para perpetrar el acto.