El presidente Iván Duque confirmó la noticia de que en Colombia se le aplicará una tercera dosis de la vacuna contra la covid-19 a 100.000 personas con inmunosupresión, es decir que tienen comprometido, en mayor o menor grado, el sistema inmunológico.
Dado que en estos momentos la aplicación de una tercera dosis plantea más preguntas que respuestas, EL NUEVO SIGLO habló con la epidemióloga de la Universidad de los Andes, Andrea Ramírez, y con el vicedecano de la Facultad de Ingeniería de la misma institución, experto además en modelaciones matemáticas de enfermedades por vectores, Juan Manuel Cordovez, para despejar dudas. Así se dan a conocer seis aspectos a través de los cuales se explica el porqué de la medida y su pertinencia pues, de acuerdo con ambos expertos, dosis sucesivas de aquí en adelante serán necesarias.
1. La naturaleza misma del virus obliga a varias dosis
El mundo está lidiando con un virus que es nuevo y que está siendo combatido con una vacuna. Desarrollar biológicos contra un virus no es nada fácil porque estos tienen unas tasas de mutación altísima, y por eso históricamente la comunidad científica no ha tenido mucho éxito en erradicar enfermedades causadas por virus.
A este respecto uno de los mejores ejemplos que hay son las influenzas, para las cuales existen vacunas que se aplican año a año, que tienen que ser actualizadas y que implican tercera, cuarta y quinta dosis por su alta tasa de reproducción y mutación. La naturaleza misma del virus, dicho más escuetamente, es la que dicta la respuesta humana, traducida en varias aplicaciones y actualizaciones del biológico.
“Este es un argumento que por sí solo ya es suficiente para explicarle a la gente por qué es necesaria una tercera dosis y no es una falla del sistema de salud. Es simplemente la forma como tradicionalmente hemos luchado contra los virus. Esta es una guerra eterna que no termina: el virus cambia y nosotros cambiamos las armas y así sucesivamente. Ese baile continúa y cada vez será menos importante porque las mortalidades bajarán, las personas que mueren no lo harán en grandes números, y no tendrán la relevancia que ha tenido el covid-19 pero siempre se han muerto personas por infecciones virales”, sostuvo a este Medio el profesor Cordovez.
2. La tercera dosis es un recordatorio a la respuesta inmune
En términos generales y antes de entrar a pensar en los pacientes con deficiencias del sistema inmunológico, con relación a algunas enfermedades las dosis de refuerzo (booster shots) hacen que todo el cuadro de vacunación sea más efectivo, porque desde la primera dosis el cuerpo comienza a generar una respuesta inmunitaria, lo que la comunidad científica denomina como memoria inmunológica. Estos booster shots son recordatorios de esa memoria y mantienen a los anticuerpos alerta.
“Digamos que los refuerzos lo que hacen es un llamado de atención en el que le recuerdan al cuerpo que tiene una capacidad de eliminar un cierto microorganismo. Eso lo vemos con la influenza y lo que ahora están mostrando los estudios con relación al covid-19 es que después de seis a ocho meses, con una tercera dosis, los anticuerpos neutralizantes contra el coronavirus aumentan de forma considerable, es excelente”.
- Le puede interesar: Bogotá: segundas dosis de Sinovac se aplicarán por agendamiento
3. Los sistemas inmunodeficientes necesitan ayuda
Ahora bien, es muy importante tener en cuenta que la recomendación actual de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y que solamente se está aplicando en algunos países del mundo (no es una recomendación de la Organización Mundial de la Salud) es que una tercera dosis, por ahora, solo debe destinarse para personas inmunocomprometidas. ¿Por qué? Porque son especialmente vulnerables a los efectos adversos del covid-19.
Los sistemas inmunológicos debilitados no reaccionan bien a las primeras dos dosis de la vacunación y por eso es importante hacer un refuerzo para intentar lograr una mejor respuesta inmune. El objetivo entonces de estos booster es que las personas eleven su número de anticuerpos neutralizantes para que estén más protegidos contra el virus.
Es importante referir que esto por ahora no está estipulado para población normal sin comorbilidades pero sí para los trabajadores de la salud que tienen una exposición más alta al virus.
4. Una seroconversión extremadamente baja
Ahora, una cosa es que las personas con sistemas inmunes débiles o inexistentes sean especialmente vulnerables a los efectos del covid-19 y necesiten mayor protección, pero otra muy distinta, es que estas personas no adquieran el mismo nivel de inmunidad.
De hecho, desde el punto de vista científico, un estudio muy pequeño (con 100 pacientes) que incluyó a personas con cáncer, con problemas renales, con trasplantes de órganos y que han tenido terapias de inmunosupresión, mostró que todas ellas, tras la segunda dosis no tenían anticuerpos detectables y solamente entre el 33% y el 50% desarrollaron alguna respuesta de anticuerpos, lo que es supremamente bajo.
“Lo que se vio con la tercera dosis es que esa seropositividad aumentó. Sin embargo nunca llegó a ser superior al 80%. Estos pacientes tienen dificultades para generar una respuesta inmunológica apropiada y esta es la justificación que se está dando”, añadió la epidemióloga Ramírez.
5. Una práctica correcta en salud pública
Es importante referir que las dosis de refuerzo en las vacunas son una práctica frecuente y de hecho, de acuerdo con la médica Ramírez, es una buena práctica en salud pública, en la medida en la que esta es la única forma de controlar la aparición de brotes de enfermedades infecciosas.
La condición humana está muy acostumbrada a ver estos refuerzos en edades pediátricas y de ahí que a los niños se les pongan refuerzos de poliomielitis, hepatitis, neumococo, rotavirus y triple viral. Y también en la vida adulta se hacen refuerzos de hepatitis, papiloma e influenza.
“Desde hace varios meses la comunidad científica ya estaba hablando de que existía la posibilidad de usar esos booster shots para potencializar la respuesta inmune y eso es lo que estamos viendo. No es ninguna rareza y es algo muy frecuente”, añadió la epidemióloga Ramírez.
- Le puede interesar: Afganos en Colombia no estarán dispersos en todo el país: Ramírez
6. Primero hay que tener un esquema completo de vacunación
Ahora, si bien esta es una excelente práctica para las personas con problemas de inmunidad, la doctora Ramírez fue enfática al advertir que la mejor práctica debe seguir siendo la de incentivar que la mayoría de las personas en el planeta tengan las dos dosis antes de pensar en un Booster, porque estos refuerzos también podrían comprometer la disponibilidad de las vacunas para aquellas personas que aún no tienen ni la primera dosis.
Añadió que los estudios que sugirieron la tercera dosis para pacientes con ciertas comorbilidades tuvieron muy pocos pacientes y hay que tener eso en la lupa porque es complejo tomar una decisión de salud pública a nivel global con muestras tan pequeñas.
También refirió que hay que tener en cuenta la posición de la OMS, que de acuerdo con la médica Ramírez es más “racional” en el sentido de que primero se necesita un esquema completo en la mayoría de la población, “pues no tiene sentido hacer dosis de refuerzo para grupos muy pequeños y hay que ser muy críticos y cautelosos a este respecto”.