Radiografía del 21E | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Enero de 2020
Redacción Política

Más allá de la quisquillosidad política propia de un país polarizado, en la jornada de marchas del martes pasado hubo varios elementos concluyentes sobre el rumbo, motivación y alcance de las mismas y sus actores. Aquí las principales

 

  1. NO HUBO PARO: lo ocurrido el martes pasado (21 de enero), que tuvo epicentro en Bogotá y algunas ciudades capitales, con muy poco eco en municipios intermedios y pequeños, no fue un “paro nacional”, y menos aún con las dimensiones del registrado el 21 de noviembre (21N), cuando la jornada impactó a todo el país. El volumen de participantes del 21E fue muy reducido. No hubo grandes marchas ni movilizaciones por las principales avenidas y autopistas. Incluso la convocatoria a un “cacelorazo”, que se supone era asunto central de la jornada, terminó difuminándose en medio de una opinión pública centrada e impactada por los desórdenes que estaban causando grupúsculos de vándalos en cuatro sectores de Bogotá y de forma más aislada en Cali y Medellín.  
  2. INFILTRACIÓN VIOLENTA: cada vez queda más claro que hay infiltración de agitadores profesionales en las protestas y movilizaciones sociales. La mayoría de quienes participan en las marchas lo hacen de manera pacífica pero hay grupos de personas que, de manera coordinada y planificada con detalle, se unen a las movilizaciones con el único fin de causar desorden, afectar las redes de transporte y los bienes públicos así como para enfrentarse sistemáticamente al Esmad. Su misión no es otra que causar caos. Lamentablemente la Fiscalía y demás autoridades no han podido detectar  esas redes e identificar claramente a quiénes las lideran y, sobre todo, qué tipo de financiación y órdenes reciben.  
  3. MOTIVACIÓN COYUNTURAL: a diferencia del paro del 21 de noviembre, que tenía una motivación clara en torno a protestar para exigir reivindicaciones económicas, salariales, educativas, pensionales y contra la reforma tributaria, en la jornada de este martes los organizadores no pusieron en el centro del debate los 140 puntos presentados por el llamado “Comité Nacional del Paro” al Gobierno, sino que impulsaron temas como la protesta por la racha de asesinatos de líderes sociales, el escándalo de las presuntas ‘chuzadas’ desde el Ejército y las amenazas de las “Águilas Negras” a dirigentes políticos y sociales… Todos temas de reciente ocurrencia. Fue, entonces, una jornada más de indignación por estas circunstancias  que de reivindicatoria de un pliego de peticiones puntual y ampliamente socializado, como sí pasó en el 21N.
  4. BAJA CONVOCATORIA: ¿Por qué hubo mucho menos gente en las protestas este martes? Hay tres elementos clave. Primero, en el 21N la convocatoria se hizo con varias semanas de anticipación y se coordinó con múltiples sectores sindicales y sociales, pero para el 21E apenas si hubo unos pocos días para ambientar las marchas. Segundo, el país apenas si empieza a entrar en el ritmo cotidiano del nuevo año, especialmente en lo que tiene que ver con el calendario de las universidades públicas, muchas de ellas en paro desde el año pasado. Y, tres, hay cansancio de algunos sectores que no quieren una “paradera” todos los días. En otras palabras, hubo tantas protestas entre el 21N y mediados de diciembre, que la “calle” como mecanismo de presión se desgastó.
  5. NUEVOS MANDATARIOS, EXIGENCIA DE AUTORIDAD: una de las mayores dudas que existían antes de la jornada del martes pasado era qué pasaría con las propuestas de varios de los nuevos alcaldes (sobre todo de sectores y partidos independientes o de izquierda) en torno a una nueva forma de manejo para la protesta social, coincidiendo en que, por ejemplo, el Escuadrón Antimotines solo actuaría como última instancia. Al final fue claro que la ciudadanía, en aquellos sectores en donde hubo vandalismo focalizado con la clara intención de bloquear la ciudad, terminó por exigir de los mandatarios locales la aplicación del principio de autoridad para reducir a los violentos y destrabar la movilidad. El problema, entonces, no es si hay nuevos o viejos protocolos para que la Policía actué. Radica en que es responsabilidad del mandatario, sea cual sea su partido e ideología, garantizar el orden público, así ello implique utilizar la fuerza legítima del Estado.
  6. ¡140 PROPUESTAS! Cuando el Comité de Paro se sentó por primera vez con el Gobierno tenía 13 peticiones puntuales, pero cuando se le pidió precisar cada una de ellas llegó a imprevisibles 140 puntos, muchos de ellos abiertamente exagerados, ilegales, inconstitucionales o que obligarían a reformular el Estado o el Plan de Desarrollo. Propuestas del calibre de acabar el Esmad o reanudar el proceso de paz con el Eln. Además, con la aprobación de la reforma tributaria (con varios alivios sociales a bordo, sobre todo en IVA y disminución del aporte a salud de los pensionados), el plan de alivios a deudores del Icetex y el aumento salarial del 6%, parte del pliego quedó superado.
  7. LA CONVERSACIÓN NACIONAL: a diferencia de lo que pasó el 21 de noviembre, cuando la dimensión del paro, como se dice popularmente, “cogió con los pantalones abajo” al Gobierno, en esta ocasión ya la Casa de Nariño venía desarrollando un mecanismo amplio de diálogo social con distintos sectores, que denominó “Conversación Nacional”. Como esta es la prioridad de la Casa de Nariño y no una negociación unilateral, exclusiva y excluyente con el Comité Nacional del Paro, pues esa circunstancia le restó fuerza a la convocatoria que hiciera este último a la protesta de este martes. Para muchos sectores es más rentable y tiene más futuro hacer parte de la temática “Conversación Nacional” que embarcarse en los difusos 140 puntos del Comité de Paro.
  8. GOBIERNO MÁS FUERTE: es evidente que el 21N coincidió con un momento muy crítico del Gobierno porque venía del escándalo que llevó a la renuncia obligada del Ministro de Defensa, la creciente dificultad política para poder salvar la reforma tributaria en el Congreso y una caída pronunciada de la imagen presidencial en las encuestas. Arrancando enero, si bien se presentó el escándalo de las ‘chuzadas’ que influyó en la salida del comandante del Ejército, se ve a un Gobierno más fuerte, con un proceso de renegociación de su coalición de apoyo parlamentario e incluso liderando la indignación nacional al recordar el primer año del atentado del Eln en Bogotá, lo que sin duda jugó en contra del poder de convocatoria del Comité Nacional del Paro, que tiene entre sus controvertidas exigencias reanudar este proceso de paz.