La inseguridad en la ciudad de Bogotá se ha convertido, en lo corrido de este año, en el dolor de cabeza más grande de la Administración Distrital, incluso por encima de la movilidad y de la reactivación económica.
Paradójicamente, pese a que la mayoría de las cifras han mostrado una baja en sus números, de acuerdo con la última encuesta de Invamer, para la mayoría de los bogotanos las cosas no andan bien y la inseguridad es el problema más apremiante de la ciudadanía. ¿A qué se debe esta especie de doble vía, en donde las cifras muestran una cosa, pero la percepción de seguridad es otra y está en completa contravía con lo que señalan los indicadores?
Cinco factores
Esta pregunta, que para que fuera resuelta EL NUEVO SIGLO consultó a dos expertos en Seguridad, se sustenta en cinco factores que explican este fenómeno: la violencia con la que se están perpetrando los crímenes, la densidad poblacional de Bogotá, la ineficiencia del sistema judicial, la afectación individual de los delitos, y el abandono y el descuido de la infraestructura urbana.
“Lo que es cierto es que cuando uno contrasta la percepción con la victimización hay una diferencia clave y es el número de las denuncias, así que siempre habrá una cifra oculta para saber exactamente qué está pasando. Pero al analizar por qué la ciudadanía se siente insegura pese a que los indicadores están a la baja, se debe a cuatro variables sobre la mesa”, comenzó analizando el ex subsecretario de Seguridad Andrés Nieto, quien enumeró estos fenómenos.
El primero de ellos, y tal vez el más complejo, es que en Bogotá los hurtos son cada vez más violentos. “Estamos hablando de un aumento de siete puntos entre los robos que se cometían antes solo con amenaza o fuerza física, y los de hoy en que ya se está empleando un tipo de arma, especialmente las contundentes y las armas blancas”, precisó el ex subsecretario.
En una segunda medida, hay un factor que se circunscribe específicamente a Bogotá, que es el de la densidad poblacional. “En una ciudad de 8 millones de habitantes, que no pase algo es francamente imposible. Solamente el sistema de transporte masivo reúne a más gente que ciudades completas como Manizales y como Ibagué. Y lo que transporta el SITP de norte a sur en una hora pico es prácticamente Cartagena. En ese sentido el sistema se constituye como el espacio perfecto para que se dé cualquier acto delincuencial”, indicó.
En un tercer aspecto hay que tener presente que los ciudadanos se abstienen de denunciar porque creen que la justicia no va a llegar, práctica que incide negativamente en el proceso judicial. “De acuerdo con un estudio de la Universidad Libre, uno de cada diez ciudadanos cree que nunca verán una indemnización por parte del ladrón o de la justicia, porque no confía en que va a cursar todo el proceso judicial”, advirtió el experto en seguridad.
En una cuarta medida, “al final de cuentas, para la Administración Distrital es muy relevante la reducción de cifras, que son el indicador de política pública, pero para el afectado es un detrimento económico respecto de sus bienes y así la ciudad esté perfectamente segura, un hurto es suficiente para que la persona ya no solo no confié en las cifras, sino que crea que la seguridad no es real. Eso, cruzado con la variable poblacional, es un fenómeno que comienza a masificarse y creería que es lo que está pasando en Bogotá”, concluyó Nieto.
Y por último, de acuerdo con el experto en seguridad de Probogotá César García, el descuido alrededor de todos los frentes de obra que se están adelantando en la ciudad, ha maximizado el costo-oportunidad para la ejecución del delito.
De ahí que el llamado a la Administración sea a revertir el descuido de los bienes públicos, tales como el tema de las basuras, el alumbrado y todos los elementos del urbanismo que están deteriorados y que le dan la impresión al ciudadano de que hay una falta de gobierno.
“Son las oportunidades que da el contexto urbano las que le están facilitando a la delincuencia realizar hurtos, cosquilleo, robos, etc. Eso se ha traducido en tres palabras que definen la ciudad de hoy: desorden urbano, descuido de los bienes públicos y desgobierno. El desorden urbano está causado por una acción positiva de hecho, que es el desarrollo de infraestructura de la ciudad. Tendrá beneficios a largo plazo, pero ahora mismo les están dando una ventaja a los delincuentes. Se han generado más obstáculos para la movilidad ciudadana y ese desorden está siendo utilizado por los criminales”, precisó a EL NUEVO SIGLO el experto García.
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Delitos que más inciden en la percepción
Dicho esto, EL NUEVO SIGLO hizo una revisión de los indicadores que más afectan a los bogotanos y que más inciden en la percepción de seguridad, y descontando los homicidios y el hurto a los automotores, el hurto a celulares, bicicletas, personas han aumentado en forma sustancial en el último mes. ¡Ojo!: un incremento en relación con el mes pasado y en relación con el mismo mes en los últimos dos años.
Aun así, los homicidios han mostrado una tendencia sustancial a la baja, y a excepción de mayo, el mes en el que se presentaron más muertes violentas, para un total de 103, todos los meses cerraron con dos dígitos, siendo febrero el menos violento.
En relación con el indicador a la baja del hurto a carros, el mes de septiembre fue el más bajo, con 219, y marzo fue el peor, con 312 hurtos, y en los últimos dos meses tuvo una variación positiva del 40,7 %. Las bicicletas robadas también disminuyeron en los últimos dos meses, pasando de 858 a 854, y por el contrario, el robo de celulares se disparó en los últimos dos meses, pasando de 5.739 en agosto a 6.899 en septiembre.
Hurto a personas, indicador que se disparó
Con variaciones notables por parte de todos los indicadores, hay un indicador que ha estado la mayor parte del año al alza y ha evidenciado un aumento progresivo a lo largo de este año: el hurto a personas. En lo corrido del año, con corte al mes de septiembre, han sido robadas violentamente 89.577 personas (esto, considerando que son las personas que han denunciado el hecho). En estos 10 meses de 2020 la cifra fue de 59.873 y en 2021 fue de 77.144, para un incremento promedio del 16 %.
Y en los diez meses de este año la cifra ha ido en ascenso sin señas a disminuir. En enero se registró el hurto a 8.677 personas. En febrero la cifra ascendió a 8.919; en marzo llegó al doble digito con 11.122; en abril bajó a 9.646, en mayo siguió bajando a 9.155 casos; en junio la cifra fue de 8.632; en julio el hurto a personas volvió a ascender a 8.909 casos; en el mes de agosto se disparó nuevamente al doble digito con 11.280 hurtos y en septiembre presentó su pico más alto, con un aumento del 41,3 %, de 1.957 casos más que el mes anterior y 3.872 más en relación con el mismo mes del año anterior.