EL CONTRABANDO de madera no solo es un delito que afecta de forma sustancial al medio ambiente, sino que con el pasar de los años ha tomado un matiz típicamente de organización mafiosa, con estructuras muy complejas y que mueve millonarias sumas en múltiples eslabones, que mutan constantemente.
Por lo mismo, el combate a este delito también se ha especializado, al punto que las autoridades han diseñado delicadas operaciones para infiltrar estas estructuras criminales, ya que no solo se trata de evitar la tala de bosques o decomisar la madera explotada de manera ilegal, sino de poner al descubierto a quienes acaban con los árboles, los que transportan los troncos, aquellos que sirven de intermediarios y las personas y empresas que, finalmente, compran el producto obtenido de manera ilícita.
EL NUEVO SIGLO habló con uno de los “agentes encubiertos” de la Policía de Carabineros que se infiltran en zonas aisladas con el fin de identificar estas redes, conocer su modus operandi y preparar el terreno para darles el golpe de gracia.
Es una labor peligrosa según el uniformado, cuyo nombre se mantiene en reserva por obvias razones de seguridad. Dice que cuando debe salir a una misión de infiltrado “… rezo, me despido de mi esposa, mis hijos y le pido a Dios que me proteja, debido a que mi labor, en muchos casos desconocida por los colombianos, es de alto riesgo y mi vida corre peligro en forma permanente”.
Aun así considera que “vale la pena correr ese riesgo porque sé que con mi trabajo ayudo en la protección de nuestro país, que es megadiverso y alberga el 10% de la diversidad biológica planetaria”.
“Uno siente miedo y preocupación por si es detectado por la red criminal dedicada a la tala de especies que son consideradas verdaderas joyas y de alto valor comercial, podría ser asesinado sin ninguna contemplación”, relata el integrante policial.
De acuerdo con el uniformado “duele en el corazón” ver bosques talados hasta la raíz de los árboles, con animales que se quedan sin su hábitat natural, ríos desprotegidos y grandes extensiones de ecosistemas muy delicados y milenarios quemadas o echadas a perder por los delincuentes.
Sostiene que a lo largo de su trabajo ha aprendido que es necesario hacerles frente a estas mafias porque, de lo contrario, en menos de 30 años los bosques de Los Andes, la Amazonía y la Orinoquía estarán rumbo a la extinción.
“… Cuando fui trasladado a esta Dirección no tenía ni la menor idea a lo que me enfrentaba. Tuve que leer, aprender, asistir a las instrucciones sobre la protección del medio ambiente pero lo más importante es que uno se enamora de su trabajo y, en este caso específico, entra en conciencia y piensa que debe trabajar muy fuerte para dejar un mejor país”.
Insiste en que su “trabajo no es nada fácil… Hay que detectar la madera ilegal por las carreteras y ríos, en tránsito a los aserraderos, bodegas, depósitos, puertos e industrias que fabrican muebles y equipos de oficinas, pues los camioneros y lancheros se valen de estrategias como la consecución de guías de movilización legales, lo que les da apariencia de legalidad a lo que se transporta”.
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La cruzada
Según el director de Carabineros y Seguridad Rural de la Policía, general Jesús Alejandro Barrera Peña, se lucha todos los días “para enfrentar la deforestación en todas sus modalidades, ya que el tráfico de madera no solo se da hacia el interior del país sino también hacia Panamá, Estados Unidos, Ecuador y Perú”.
De acuerdo con el general “penetrar estas mafias es muy difícil y nuestros agentes encubiertos arriesgan sus vidas, pero ellos sienten dolor en el alma por cada metro de deforestación y por la tala de especies que están en vías de extinción crítica, que van a parar a las grandes fábricas de muebles nacionales y extranjeras”.
Asegura que por la “mutación” de este delito “se hace necesario la utilización de la figura de agente encubierto que permite obtener información de primera mano con el fin de ir un paso adelante de la organización criminal” y luego proceder a desmantelarla, todo en coordinación con la Fiscalía.
Según Barrera Peña el daño es muy grave: “Si hablamos de bosque natural, se estima que por sí solo podría tardar entre 20 y 50 años crecer, mientras que los bosques primarios tardan unos 500 años en recuperarse”.
“Las pérdidas son exorbitantes para el medio ambiente. Si hablamos de 100 hectáreas de bosque natural deforestadas, se pierden sumideros de carbono cercanos a las 11 mil toneladas, que monetizadas a partir del impuesto nacional al carbono tendrían un valor de $206.657.320 millones de pesos”, dijo.
Agregó que estas redes mafiosas mueven millones de dólares anualmente, depredando especies en vías de extinción crítica por su tala indiscriminada en Antioquia, Meta, Caquetá, Amazonas, Norte de Santander, Eje Cafetero, Putumayo, Cauca, Nariño, Valle y Chocó.
Agregó que “hay mafias expertas en la selección de maderas finas porque les representan una mayor rentabilidad. Algunas de las especies más afectadas son el changuare, sande, cedro amargo, chanul y brasilete, entre otras, cuya supervivencia se encuentra en peligro crítico”.
Por todo ello es que con la operación militar y policial “Artemisa”, el objetivo principal es la captura de los máximos determinadores de la deforestación en áreas de especial importancia ecológica y la desarticulación de estructuras dedicadas a la comercialización de madera.
Según el IDEAM la extracción ilegal de madera es una de las principales causas de la deforestación y degradación de los bosques, que se deriva en cambios de las condiciones de luz, temperatura y humedad que modifican la estructura de la flora, cambian el hábitat de la fauna, reduce el tamaño de los árboles, altera la composición del suelo y los sistemas hidrológicos.
Un funcionario de esa entidad, que pidió no ser identificado, señala que “debe haber más compromiso de los jueces para meter a la cárcel a los criminales contra el medio ambiente y no darles casa por cárcel”.
Gracias a normas como la ley que agravó las penas por delitos ambientales, esta infracción no solo conlleva cárcel sino que predios y vehículos pueden ser sometidos a extinción de dominio.
Durante 2021 y 2022, la Dirección de Carabineros ejecutó 16 operaciones, permitiendo la captura de centenares de personas y la incautación de más de 120 mil metros cúbicos de madera de diferentes clases. Un golpe fuerte si se tiene en cuenta que un metro cúbico oscila entre 300 mil y 800 mil pesos.
Como se ve, esta es una cruzada en la que todos los días hay que batallar.