El 27 de octubre Claudia López se convirtió en la primera mujer alcaldesa de Bogotá, y en medio del ambiente de júbilo y celebración en su sede de campaña, la nueva mandataria distrital hizo una llamada muy específica: se dirigió a la persona que se había encargado de interpretar para la población sorda todas sus propuestas. Ese día la mujer que entraría a ocupar dos meses más tarde el segundo cargo de elección popular más importante del país, quería que su primer discurso fuera “escuchado” por todos.
“Las personas sordas no han sido visibilizadas. Al inicio en la campaña no me conocían, solo la alcaldesa y algunos miembros del equipo de comunicaciones. Yo había terminado el trabajo con ellos el día anterior y el domingo fui jurado de votación. A eso de las cinco, cuando ya se supo que había ganado, yo estaba contando votos y ella me llamó directamente para ver por qué no estaba allá, por qué no había llegado para su discurso. ‘¿En dónde está el intérprete?’”, recuerda con risa Luis Carlos Cubillos, uno de los hombres que siempre ha estado a su lado en estos tres años y medio.
“Ella pidió el permiso, yo me fui corriendo del Tintal al Compensar de la 68 y llegué casi una hora y media después, pero Claudia López quería que su discurso fuera para todos”, recordó.
Luis Carlos Cubillos aprendió desde muy niño la lengua de señas colombiana, primero de parte de su primo sordo, y poco después lo perfeccionó a los 15 años con su novia de aquella época, también con limitaciones de oído.
“Fui aprendiendo primero en educación no formal y luego en educación formal”, y celebró la fortuna de que le enseñaran dos personas sordas, “porque te están enseñando su propia lengua materna, su patrimonio, su cosmovisión”.
“La naturaleza tan cercana de la interacción con la comunidad me llevó por este camino. La lengua es viso-gesto-espacial, es bella, es tridimensional, es rica, y yo pienso que supera a las lenguas orales”, dice Cubillos, quien hoy estudia en la Universidad del Bosque para ser Intérprete profesional de lengua de señas, como se llama el programa, y tiene toda la intención de seguir ahondando en el tema.
A sus papás, que también hablan lengua de señas, les encanta lo que hace, “pues ellos dedican buena parte de su vida al voluntariado en este lenguaje, siempre siguen las transmisiones y a veces me preguntan por señas que no conocen para pulir su forma de hablar”, indica.
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Su llegada a la Alcaldía
Ahora, ¿cómo llegó a trabajar con la alcaldesa? En el marco de la campaña, uno de los asesores de la entonces candidata lo buscó y le insistió hasta que él, a la tercera oportunidad, aceptó, pero con la condición de que involucraran personas sordas en la campaña, que la inclusión fuera real.
Explicó, además, que “el mismo acto de traducción e interpretación es delicado y sensible porque uno maneja la información y uno tiene la responsabilidad de transmitirla de manera exacta, clara y natural. Si uno no maneja las técnicas, los parámetros, la normatividad o la habilidad, puede omitir o añadir información errónea, así que es un reto transmitir la información como ella quiere que se transmita, con la misma tonalidad, con el mismo sentido y con la misma intención. Es un reto completo”.
Y para él, cuya vida ha tenido la constante presencia de personas con esta discapacidad específica, su trabajo va mucho más allá de la transmisión de una alocución, pues como lo explicó “a las personas sordas, durante muchos años, se les ha vulnerado su derecho a la información y en el ámbito político ha sido escaso”.
“A veces les ponían intérpretes en pantalla en el gobierno Santos y en la Alcaldía nunca hubo intérpretes, pese a contadas excepciones. Este mandato le apostó a la inclusión de las personas sordas, no solo mediada por intérpretes sino por otras acciones, y esto les ha permitido acceder a la información y tomar decisiones informadas”, sostuvo.
Confiesa que, como la alcaldesa, ha descansado muy poco en estos tres años, pues “todo tiene que salir perfecto”. Y esa es la intención. Durante la preparación él comienza a revisar el material que tiene a la mano, pues explica que, aunque no tiene acceso a los discursos o los bullets, sí tiene el minuto a minuto.
“Han sido casi 1.200 transmisiones en estos dos años y medio y ya me aprendí su tonalidad, sus mensajes, la intención para cada uno de sus eventos, la modulación. Sin duda hay que ser muy estudioso como intérprete de lenguaje de señas, revisar la información para determinar el léxico, hacer calentamiento del cuerpo e incluso escogemos la ropa, acorde a la línea visual de cada una de las secretarías”.
Cuenta con una risa medio cómplice que la alcaldesa lo saluda: “Hola, príncipe”, y describe a la mandataria como una mujer muy amable y muy exigente que, desde el comienzo, le quiso dar prioridad a la comunicación con las personas que no pueden escuchar.
“A excepción de un par de medios de comunicación, la mayoría de los mismos cerraban el plano así que yo me pegaba a la alcaldesa para que les quedara en el primer plano mi hombro, obligándolos a abrir el plano para que la audiencia tuviera el servicio de interpretación. Eso ha hecho que las personas sordas puedan informarse. Es un mito que todas las personas sordas leen los labios y eso no es real. Es un porcentaje muy bajo de la población que tiene esta habilidad. Y otra es que la gente cree que los subtítulos suplen la necesidad de acceder a la información y eso no es cierto”, explicó.
No obstante, en el marco de la pandemia, cuenta Cubillos, la decisión que tomó el equipo de comunicaciones fue la de poner a los traductores en pantalla, en croma, para llegar a una audiencia más amplia y no solo en el centro del país sino a nivel nacional.
“Al comienzo la nuestra fue la única alcaldesa en Latinoamérica con el servicio de intérprete de lenguaje de señas en la pandemia y eso le mereció un reconocimiento internacional. Las personas sordas lograron tener intérpretes en pantalla, por lo menos en lo alusivo a la información relacionada con el covid-19”, concluyó.