El expresidente de Colombia Iván Duque se mantiene como un firme detractor del proceso de 'paz total lanzado por su sucesor, Gustavo Petro, y que implica una batería de negociaciones que tienen entre sus protagonistas a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), ya que considera que puede dar pie a la impunidad y que, cualquier pacto basado en "prebendas al criminal" es "de todo menos fiable".
Duque ve la paz como un objetivo "loable", siempre y cuando suponga "el triunfo del Estado de Derecho sobre el crimen". "La construcción de la paz dándole concesiones a los criminales no es una paz total, sino una paz fatal", ha añadido, utilizando el término al que suele recurrir el actual jefe de Estado.
Para el expresidente colombiano, que descartó negociar durante su mandato con organizaciones como el ELN, cualquier proceso de acercamiento debe venir precedido del cese de las actividades criminales y de "un deseo claro de arrepentimiento", algo que considera no se ha producido, ni siquiera durante los contactos iniciados en el Gobierno de Juan Manuel Santos, bajo cuyo mando se cerró el acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Una paz basada en "prebendas al criminal" es "de todo menos fiable", en palabras de Duque, que en una entrevista a Europa Press ha estimado que el proceso de diálogo con las FARC no supuso la desaparición de la guerrilla, sino una división en la que había parte integrada en política, parte en Venezuela y un tercer grupo dedicado íntegramente al narcotráfico.
En este sentido, ha señalado que procesos "cimentados en la impunidad" lo que hacen es "generar nuevas violencias", un mensaje que ya le habría transmitido en 2018 al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante una visita oficial a Colombia en la que este último ofreció España como sede de unos posibles diálogos con el ELN.
España, que ahora ejerce como facilitador del proceso iniciado por Petro, es un "país amigo", en palabras de Duque, que marcó entonces como "punto inicial" de cualquier diálogo el cese de la lucha armada y la liberación de secuestrados. "Le dije que lo que a mí me preocupaba, pensando también en España, es que estos delincuentes vinieran aquí a hablar mientras seguían cometiendo delitos en Colombia, lo que llevaría a que le preguntaran al propio Gobierno de España "qué hace albergando terroristas", ha añadido.
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"En ese momento, entendió mis argumentos", ha señalado el expresidente colombiano, sin entrar a valorar el actual papel de España.
Crisis en Ecuador
La crisis de inseguridad en Ecuador es, según Duque, ejemplo de una emergencia que trasciende fronteras y que, para combatirla de forma eficiente, requeriría desde medidas en México contra los cárteles a una lucha contra los cultivos ilícitos en Colombia, así como reformas para que dentro de cada país haya colaboración y confianza entre distintas instituciones.
En el caso de Ecuador, Duque ha calificado de "efectiva" la respuesta dada por el presidente Daniel Noboa, que ha decretado el estado de excepción para combatir contra grupos que "tratan de intimidar con actos de terror". Considera que el auge de los últimos años deriva en gran medida de los "pactos de silencio con la mafia" impulsados durante la etapa de Rafael Correa: "Hacían creer a la gente que había paz y estabilidad, cuando en realidad lo que estaban era incubando un fenómeno de amenaza".
Noboa ha planteado medidas como la deportación de presos a Colombia para aliviar la presión en las cárceles ecuatorianas y Duque ha matizado que cualquier "urgencia" debe llevar aparejado "un plan coordinado, gradual". Ha descartado que esta gradualidad implique "menos velocidad", pero sí ha llamado a tener claro cuestiones como "la capacidad de absorción".
Sobre la situación en Venezuela, que encara un año electoral, ha advertido de que cualquier debate sobre el levantamiento de las sanciones es "prematuro", en la medida en que da por hecho que no existen a día de hoy perspectiva de unas "elecciones libres". Para ser consideradas como tal, cree que es necesario avanzar en cuestiones como la transparencia, al tiempo que ha cuestionado cualquier proceso en el que el actual mandatario, Nicolás Maduro, pueda ser candidato.
"Una elección legítima no puede tener a un criminal bajo el acecho del Tribunal Penal Internacional como candidato", ha dicho Duque, anticipando también que el chavismo puede terminar levantando la inhabilitación de María Corina Machado para que Maduro parezca "magnánimo" y al mismo tiempo mantener "toda la estructura de fraude para permanecer en el poder".
Galeón San José
Uno de los frentes políticos que siguen abiertos entre Colombia y España es el futuro del tesoro del galeón San José, un barco español naufragado en el siglo XVIII cerca de Cartagena de Indias y que el actual Gobierno colombiano se ha propuesto recuperar este año. España sostiene que es un buque de Estado y, como tal, sus restos tienen la consideración de tumba submarina y no pueden ser objeto de explotación comercial.
Duque ha recordado el acuerdo de mínimos que suscribieron en 2019 su Administración y las autoridades españolas para apuntar que el patrimonio del galeón es un "bien público para la humanidad" y, por tanto, esto implica que es "indivisible" y "no es comercializable". Plantea que el tesoro sea expuesto en Colombia, en un museo "desarrollado y promovido" conjuntamente por los dos países y que cualquier extracción sea "concertada con España".
El expresidente, que colabora con organizaciones como el Instituto de Empresa y la Universidad de Oxford, no se ve en todo caso volviendo a la política y prefiere "contribuir desde detrás" a favorecer los liderazgos que Colombia y América Latina "necesitan" y promoviendo ideas de futuro como la lucha contra el cambio climático. De hecho, está inmerso en la promoción del libro 'Nuestro Futuro', un manifiesto verde para América Latina y el Caribe, una batería de recomendaciones con la que quiere dejar claro también que el negacionismo climático es "una gran torpeza".
Otra de sus metas es también combatir el populismo. El expresidente colombiano, que se define como de "extremo centro", aspira a trabajar contra la "agenda destructora" que llevan de la mano los políticos progresistas como Petro, al que ha acusado de empobrecer Colombia y de ser "antiempresarial", con una batería de reformas que considera sólo han provocado "incertidumbre" para los potenciales inversores.