Ocho cuerpos fueron abandonados por una camioneta escoltada por motocicletas con sujetos fuertemente armados en la frontera entre Colombia y Venezuela, en Palmarito, un corregimiento de Cúcuta, Norte de Santander.
Las 8 personas asesinadas, en su mayoría de raza negra, vestían sudaderas. “Es posible que sean miembros de un grupo armado ilegal de los que hay en la zona. Lo que se tiene claro hasta hoy es que no ha aparecido una familia, definitivamente no es gente de la zona”, indicó el director de la Fundación Progresar, Alfredo Cañizales.
Al mismo tiempo del otro lado de la frontera las autoridades venezolanas reportaron otra masacre que dejó 5 víctimas. El “enfrentamiento entre grupos armados irregulares, se dio en el sector Mate Curo de la parroquia Rivas Verti, en el municipio Ayacucho, dejando cinco fallecidos por impactos de armas de fuego”, señala un comunicado.
El coronel José Luis Palomino, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, indicó que estas personas fueron asesinadas en el sector de La Fría, en territorio venezolano. “Se presume que las personas murieron como resultado de un enfrentamiento contra otro grupo armado que delinque en el vecino país. Posteriormente sus cuerpos fueron trasladados al corregimiento de Palmarito en zona rural de Cúcuta”.
En la frontera colombo-venezolana se sabe de enfrentamientos entre la guerrilla del Eln con colectivos venezolanos y ‘Los Rastrojos’.
El fenómeno delincuencial ha crecido dramáticamente a raíz del resquebrajamiento de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, que en la actualidad no existen porque el gobierno de Iván Duque no reconoce a Nicolás Maduro como presidente porque, a su juicio, la reelección que éste alcanzó en 2018 fue en unas elecciones fraudulentas.
Ello ha hecho que la cooperación de las policías de Colombia y Venezuela sea casi nula, mientras que los ilegales crecen en sus actividades especialmente en la región del Catatumbo.