Milagro español en América | El Nuevo Siglo
Foto tomada de Mi baúl de blogs
Domingo, 7 de Abril de 2019
Alberto Abello

En tiempos de Simón Bolívar el Estado español en América alcanza gran desarrollo, el orden impera en zonas más grandes que en la extensión de toda Europa, lo que ha sido posible no solamente por el concurso de los primeros exploradores, sino por la continuidad en la obra de expandir los dominios por parte de los peninsulares y los criollos, junto con el apoyo de los indígenas que se integran a la nueva sociedad. Subsisten los problemas, en particular en las zonas selváticas, donde en algunas tribus retumban tambores de guerra.

La civilización hispánica consigue avances prodigiosos para su tiempo en tierras vírgenes a la cultura, gracias a la facilidad con la que se impone el castellano, como al crecimiento de las ciudades, lo mismo que por el concurso del clero en la enseñanza, como por la creación de colegios y universidades. Los proyectos para educar a los nativos y fomentar la civilización lindan con la utopía y se convierten en una motivación del conglomerado europeo y criollo que funda nuevas aldeas y pueblos. No se escatiman esfuerzos para traer a América toda suerte de animales y plantas, como adelantos de diverso tipo que facilitan de manera sustancial el bienestar. Se podría escribir una voluminosa enciclopedia con los aportes de España a América, al punto que hasta importan camellos que llevan a Bolivia para ver si sobreviven allí.

Los viajeros, inicialmente, avanzan en frágiles embarcaciones y en tierra abren caminos de herradura en el Continente. En algunas zonas el aislamiento de unas tribus con otras es total, sorprende que tribus vecinas, separadas apenas por un río no tengan trato, por lo que los ríos en vez de unir, dividen. Articular esos pueblos mediante el idioma común, un sistema cristiano de valores y la creación de ciudades con todas las ventajas de las europeas, más nuevos avances como las leyes de indias será fundamental para que se produzca el milagro civilizador de Hispanoamérica.

Sagaces observadores se preguntan cómo fue posible el avance hispánico en el Nuevo Mundo, cuando había que explorar territorios vírgenes y hostiles, soportar los desafíos climáticos, las enormes distancias, remontar cumbres gigantescas, vencer enormes desafíos, nubes de flechas, luchar contra costumbres atávicas y bárbaras. Sin contar que algunos exploradores eran guerreros improvisados, paisanos sin mayor experiencia militar atraídos por la búsqueda de fortuna. Así como enfrentan curtidos guerreros como los caribes que preferían morir heroicamente a caer en la servidumbre.

 

Código de Orden

Es de notar que, de manera quijotesca, en algunos conquistadores y exploradores se dan casos sorprendentes de valor, como quemar las naves, sacrificar los caballos enfermos y sobrevivir con raquíticas raciones, lo mismo que soportan agobiadoras enfermedades, que llevan a muchos de los héroes a la tumba. Los bravos indígenas, contagiados por una simple gripa que les prende un forastero terminan por miles en el cementerio. Valientes guerreros nativos se ven desbordados por las armas y la estrategia española, entonces prefieren morir combatiendo y en algunos casos se internan en las selvas remotas. La persistente labor de los misioneros contra la guerra demencial y sangrienta, facilitan el diálogo y el entendimiento.

El rey Felipe II, el 13 se julio de 1773, en Segovia, expide el primer código de urbanismo de la Edad Moderna, que lleva por título “El Orden que se ha de tener en Descubrir y Poblar”. Se trata de planificar las ciudades, algo absolutamente novedoso en esos tiempos, así como de humanizarlas en el sentido más noble del vocablo. No se busca tanto expandir la poblada, ni de impulsar un crecimiento desbordado, se pretende cuadricularlas y darles un centro que permita ejercer la atracción cultural de una órbita para el desarrollo. Junto con parajes en el vecindario con agua y pastos para la agricultura, buscando de alguna manera la autosuficiencia alimenticia, como locaciones para los artesanos, el  Cabildo, la Iglesia, los conventos, escuelas y las casas de los personajes más representativos.

Esas leyes se fundamentan en el derecho son tan claras, convenientes y oportunas, que facilitan la expansión y el avance de la hispanidad de la mano del Estado y la Iglesia, como de los encomenderos y sus descendientes.  En ese centro sobre el que gira la vida colectiva está la plaza mayor, con posterioridad las universidades en la Nueva Granada y otras regiones tendrán tales avances y riqueza que las logias, desde París y Madrid, deciden despojar de sus bienes a los jesuitas. Medida que debilita la formación tradicionalista de la clase dirigente criolla, que va caer bajo la sugestión de los afrancesados anticlericales de la Ilustración

 

Educación y cultura

Posteriormente, al crearse un ambiente propicio a la cultura, con la multiplicación de las escuelas, la corona se encarga de crear universidades, a la manera como Carlos V, en su afán civilizador y humanista, funda la Universidad de Bolonia. La Primera universidad en América se erige en Santo Domingo (1538). Le siguen  Lima y México (1553), Cuzco (1558), Sucre (1623), La Habana (1728), Santiago (1743) y Quito (1790). En esas universidades se deben formar los criollos que han de ejercer las profesiones liberales y servir a la corona en la burocracia, como en el Colegio Mayor de San Bartolomé, en Santa Fe de Bogotá.

Con Carlos III, a finales del siglo XVIII, la Capitanía General de Venezuela recibe diversos beneficios en materia de liberación de comercio, como lo destaca Caraciolo Parra Pérez y distinguidos autores, en lo que se ha denominado el renacimiento de las Indias Occidentales.  En Venezuela, como en el resto de Imperio se produce un movimiento intelectual innovador, lo mismo que en la Nueva Granada y en el Virreinato del Perú, México, Río de la Plata y Chile, que ven aumentar el libre comercio y la explotación de sus recursos.

Los ricos dueños de las plantaciones de cacao en Venezuela, como la familia Bolívar, acrecientan su riqueza e independencia. Ya Simón Bolívar, abuelo del héroe del mismo nombre, como procurador de Venezuela frente a las autoridades de la Península, logra que lo autoricen a comerciar 3.000 esclavos, con la idea de aliviar la dura carga de los indígenas. Es tal el milagro del ambiente cultural hispano de la Ilustración en Caracas, que produce tres hombres geniales y universales de la hispanidad: Simón Bolívar, Francisco de Miranda y Andrés Bello.