Manizales, eternamente taurina | El Nuevo Siglo
Foto: José Miguel Suárez.
Lunes, 8 de Enero de 2024

Por: Hernando Suárez Albarracín

Casi 12 mil aficionados se dieron cita en la Monumental de Manizales para presenciar la novillada de apertura de una versión más de la Feria Taurina de Manizales.
 

Se corrieron seis serios y muy encastados novillos de la centenaria ganadería de Mondoñedo, propiedad de don Gonzalo Sanz de Santamaría, tres de los cuales fueron fuertemente aplaudidos en el arrastre.

Abrió la tarde Cavador, un aldinegro albardado de 438 kilos al que Luis Miguel Ramírez no le pudo encontrar sitio ni maneras para construir una faena con ritmo. El buen juego que dio el novillo fue aprovechado por el joven novillero para deleitarse con ceñidas navarras, pero en el último tercio se vio limitado y tuvo que conformarse con muletazos que si bien fueron serios, estuvieron marginados de la ligazón deseada. Pasaportó de estocada tendida pero arriba. El toro rodó sin puntilla y a su espuerta cayó la primera oreja de la Feria.

Saltó luego Rosquetero, otro ejemplar de buen balance en juego. Ánderson Sánchez no construyó la faena que el corniabierto anunciaba que le iba a permitir y estuvo un tanto por debajo del Mondoñedo. Con el percal se lució por verónicas rematadas con revolera y con el paño pasó afugias, especialmente por los líos que ofreció el pitón izquierdo. Espadazo de rápido efecto en todo lo alto. Segunda oreja del festejo.

El tercero de la tarde, de nombre Fogonero, acusó alguna pobreza de fuerza, pero fue de nota alta. Simón Hoyos lo embarcó a su manera y logró ejecutar muletazos lentos por ambos pitones. Pudo haber elevado la temperatura de su tarea, pero prefirió no alargar mucho el asunto porque el negro perdía aliento. Dos pinchazos y estocada ligeramente desprendida. Silencio al de Manizales, palmas al Mondoñedo en el arrastre.

Asomó el cuarto del festejo, otro de gran clase en la embestida. Qué gran juego el de este Granadino, evocador de la tragedia que se llevó a Sánchez Mejías en 1934. Metía la cara abajo, como las carretillas de la escuela de Manizales. La faena pudo tener profundidad, transmisión, emotividad, pero el libreto del antioqueño limitó su quehacer. Vació la espada arriba, hasta las cintas, y el novillo dobló sin más. Una oreja. El público pidió la vuelta al astado pero el palco, inexplicablemente, la negó. Arrastre entre gran ovación.

Templar y ligar a un 'mondoñedo' no es labor nada fácil. Para nadie es secreto que el encaste Contreras es demasiado exigente. Ánderson echó mano de su experiencia, buscó al capuchino, de nombre Bambuquero, y le instrumentó dos series cortas pero ligadas. El asunto pintaba bien; incluso comenzó a sonar la música, pero el de Lenguazaque perdió por un instante el mando y el novillo lo prendió. Ahí terminó todo. El castaño se tornó probón, basto. Una pena la forma de protestar del novillo. Así es la sangre Contreras. Qué le vamos a hacer doña Facunda. Estocada y descabello. Silencio al espada, palmas al astado en el arrastre.

Cerró plaza un Cancionero con el que tuvo que bregar mucho el manizalita Hoyos para descifrarlo. El zaíno, con el mismo picante de sus hermanos, no dejó de exigir en ningún momento el carnet de torear. Afortunadamente a su encastado juego se sumó la dosis de nobleza que necesitaba el espada para que no se opacara su actuación. Muletazos de discreta factura por los dos pitones, porque ambos eran potables. El público acompañó pero la faena llegó hasta ahí. Dos pinchazos y estocada fueron insuficientes para despachar al que cerró plaza. Tres avisos.

Así terminó la enrazada novillada de Mondoñedo, que debió arrojar un balance más prolífico en orejas. La música que sonó en las seis faenas, los lucidos tercios de banderillas y estocadas de gran kilataje, unidos a los tres novillos aplaudidos en el arrastre, dan buena cuenta de lo que ocurrió hoy en la Monumental de Manizales. Esa Manizales del alma que en la novillada de Feria ha dado al mundo, con plaza casi llena, un ensordecedor grito de libertad, pues es y será eternamente taurina.