Más de 20 proyectos productivos, incluidas iniciativas turísticas, ganaderas y agrícolas, impulsan la reincorporación de excombatientes a la vida civil
Cascadas de más de 40 metros de altura, ríos cristalinos con algas rojas, grandes puentes tallados por la misma naturaleza y cuevas de aves ocultas entre la roca, son solo algunos de los paraísos que escondió la guerra en el municipio de Mesetas, departamento del Meta, en el centro sur de Colombia.
Durante décadas, estas maravillas naturales fueron testigo de los recorridos del antiguo bloque oriental de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Hoy, más de dos años después de la firma del acuerdo que dio fin al conflicto armado entre ese grupo subversivo y el Estado colombiano, estas antiguas “rutas guerrilleras” reciben un alto número de turistas que se dejan seducir por las anécdotas de excombatientes y el espectáculo que ofrece esta zona del país.
En esta región, que albergó los primeros intentos de diálogos de paz con el gobierno de Belisario Betancur hacia los 80, y parte de la llamada zona de distención para las negociaciones con Andrés Pastrana, se adelantan más de 20 proyectos productivos que impulsan la reincorporación a la vida civil de exguerrilleros de las Farc y el desarrollo de una región que estuvo sumida bajo una feroz guerra.
Uno de ellos es ‘Paraísos Ocultos’, una iniciativa turística ubicada en la vereda Buena Vista y liderada por 20 excombatientes del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) La Guajira, o ‘Mariana Páez’, como lo bautizaron ellos. Este proyecto, que fue financiado por el Consejo Noruego para Refugiados y contó con una inversión de COP 60 millones, fue inaugurado en febrero pasado con la visita del príncipe Haakon de Noruega.
Esta ruta de 2.5 kilómetros inicia en Mesetas y llega hasta el municipio de La Uribe por el margen del río Duda. En dicho tramo se pueden realizar actividades como rapel, senderismo o avistamiento de aves y demás animales silvestres, visitar los saltos de El Paraíso y Caño Rojo, o las piscinas naturales del río Caño Rojo, un afluente de aguas cristalinas que tiene algas que lo pintan del color que lleva su nombre.
Dicson Espinosa, conocido como ‘David’, explica que este es uno de los tantos destinos turísticos que se va a abrir en la región. También señala que es el complemento de una ruta que se va a llamar la ‘Güejar-Duda-Guayabero’ (nombre de los tres ríos que atraviesan todo el piedemonte llanero), un sendero turístico que atravesará el sur del Meta desde Villavicencio hasta llegar al Parque Nacional Natural Tinigua, con diversidad de aventuras como ciclismo, rapel, rafting o torrentismo.
Además, hará parte de la futura ‘Ruta de la Paz’, un megaproyecto que está andando y que va desde Mesetas hasta Miravalle, pasando por espléndidos e históricos lugares como la Serranía de la Macarena y el Cañón del Duda, lugar donde se fundaron las Farc en 1964.
Uno de los líderes del partido Farc en la región, miembro del consejo político de Mesetas y candidato al Concejo municipal, Félix Sanabria, conocido como ‘Aldemar Casas Barragán’ durante la guerra, destacó que ‘Paraísos Ocultos’ busca hacer turismo “comunitario y responsable”.
“Llegamos a acuerdos con los propietarios de las fincas y el interés es, en vez de afectar la vegetación y el ambiente, proteger estos bienes comunes, que las montañas y los caños no sean afectados. Que el turista que llegue aquí, nos ayude a cuidar”, aseguró.
Otros proyectos
En esta zona del sur del Meta habitan casi 280 personas, incluidos excombatientes y sus familias, repartidos entre el ETCR y en el Área de Reincorporación Grupal (ARG) Simón Trinidad, lugar al que llegaron más de 500 exguerrilleros que estaban en la cárcel y que recuperaron su libertad tras el proceso de paz.
Actualmente en el ETCR viven 213 personas y en el ARG otras 64, de las cuales 47 fueron miembros de las Farc que estaban presos. Todos ellos, en su “compromiso de paz” y dada la necesidad de asegurar la subsistencia económica de su comunidad, decidieron gestionar otros proyectos que han sido financiados con recursos de cooperación internacional y apoyados por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).
Desde crianza y venta de cerdos, y producción y venta de concentrado para los porcinos, hasta lombricultura, abonos y cultivos de maíz, yuca, plátano, maracuyá, fríjol, zanahoria o cilantro incluyen esta larga lista.
Félix Sanabria destacó que los proyectos productivos son autosostenibles, generadores de desarrollo local y con bajo impacto ambiental, pues además de suplir sus requerimientos alimenticios y económicos, también emplearán a los campesinos locales y no dañarán el ambiente.
Por ejemplo, el estiércol de porcinos y bovinos se llevará a biodigestores para producir abono para los cultivos. Y para producir la purina para los cerdos, comprarán los ingredientes y elementos necesarios a la gente de la zona. “Esto es con el fin de generar empleo en la región y el desarrollo de nuestro municipio”, indicó.
Sanabria afirma que estos territorios, donde “sonaba el cobre todos los días, donde había ametrallamientos, bombardeos, controles militares o se recogían muertos a diario de un lado y del otro, hoy son escenarios de paz”.
Otras alternativas económicas tienen que ver con granjas piscícolas, un proyecto silvopastoril (ganadero), café orgánico, cultivo de caña, restaurantes y venta de productos lácteos, y un eco-hotel que recibe a las personas que deciden visitar ‘Paraísos Ocultos’.
Luz Marina Giraldo, líder del ETCR y candidata a concejal de Mesetas, le contó a la Agencia Anadolu que además de todo lo anterior, se tiene planeado construir un ‘Museo a la Memoria Fariana’, que busca “darle rostro a esos compañeros que murieron en la guerra y que hoy en día muchas familias los buscan”, pero que no han podido ser encontrados porque incluso entre ellos mismos no se sabían su nombre real.
Igualmente, se están realizando gestiones para realizar una Bioexpedición desde Mesetas hasta La Macarena, una región inexplorada que se abrió al mundo tras la llegada de la paz y que alberga desde pinturas rupestres hasta un gran número de especies de fauna y flora, muchas tal vez desconocidas.
Esta expedición biológica la está liderando el Viceministerio de Turismo, con el apoyo del Instituto Humboldt, el Instituto Sinchi, la Universidad de Sidney, entre otras.
Transcurridos dos años desde el inicio del proceso de reincorporación, 1.506 excombatientes se han vinculado a 235 proyectos productivos (19 colectivos), que cuentan con subvenciones por parte del Consejo Nacional de Reincorporación y la ARN.
Pero, a pesar del despliegue mediático que ha tenido el proceso de paz y su implementación, muchos colombianos aún desconocen lo que está pasando en los territorios. Cuando se habla de visitar los ETCR, desde las grandes ciudades aún hay cierta reserva, porque no creen que es posible compartir con exguerrilleros. No obstante, las personas en proceso de reincorporación recalcan su compromiso con el acuerdo de paz e invitan a la ciudadanía en general a que los visiten y conozcan lo que ha ocurrido y ocurre allí.
Así lo manifiesta Marcos Patiño, conocido en la guerra como ‘Efrén Patequeso’, y actual líder de la comunidad ‘Simón Trinidad’. “Nuestro compromiso con la paz es total, es lo que nos aferra a seguir aquí, lo que nos hace soñar. Esperemos que se nos cumpla, no queremos otra cosa. Mis compañeros y yo hablamos todos los días de la paz, soñamos que nunca más se repita la guerra”, afirma.
El ETCR La Guajira es uno de los 24 espacios en los que permanecen más de 3.200 personas pertenecientes a la comunidad ‘fariana’. Según lo establecido en el acuerdo de La Habana, la figura jurídica de estos ETCR finalizaría este 15 de agosto.
Y aunque en la víspera el Gobierno colombiano notificó que dichos espacios no se acabarán ni se desalojarán, los líderes guerrilleros y excombatientes rasos aún no están del todo tranquilos, pues todavía no se ha promulgado un instrumento oficial que legalice la decisión.