Con una lectura de los nombres de cada una de las personas que murieron en la masacre de Bojayá y con una oración por la paz y los niños, comenzó el acto ecuménico con el que se dio paso al entierro final de las víctimas del 2 mayo de 2002.
Según informó la Unidad para las Víctimas, se le rindió un homenaje al padre Jorge Luis Mazo, quien fue asesinado hace 20 años por los paramilitares cuando se desempeñaba como párroco en el corregimiento Bellavista, de Bojayá (Chocó), en 1999.
Más de 300 bojayaseños se dieron cita en el coliseo del municipio ribereño del río Atrato, con camisetas blancas con mensajes como “vivieron y dejaron sus huellas”, cintas negras, banderas blancas y con las velas encendidas para honrar y despedir los más de 100 cofres que llegaron el pasado 11 de noviembre.
Con un fuerte aplauso y lágrimas de los familiares de los muertos de Bojayá, cerca del mediodía, bajo el sol y guiados por el cristo mutilado, comenzaron a salir uno a uno, cargados por sus familiares, los cofres con los cuerpos de los padres, madres, hermanos, hermanas, tíos, tías, vecinos y amigos que murieron por culpa de la guerra.
Este 18 de noviembre, después de 17 años, los bojayaseños pudieron, en medio de alabaos, expresiones culturales y lágrimas, cerrar un ciclo. “Si descansan los muertos, también descansaremos los vivos”, así lo dijo el padre Antún Ramos quien fue testigo viviente de ese 2 de mayo.
El director de la Unidad para las Víctimas, Ramón Rodríguez, quien fue delegado por el Gobierno para acompañar los actos de entrega, velación y entierro de las víctimas de la masacre de Bojayá, dijo al hacer el balance de la jornada que "hoy estamos cerrando un capítulo de varios años, es el entierro final de estas víctimas, de un hecho que nunca debió haber sucedido. Desde la Unidad para las Víctimas, junto con otras entidades del Gobierno nacional, hemos acompañado al Comité de las Víctimas de Bojayá en las exhumaciones y seguimos trabajando con ellos en la defensa de sus derechos. Para este evento fue fundamental su coordinación y apoyo".
Agregó que el proceso de entrega de los cuerpos plenamente identificados y en la organización del evento está reflejado el trabajo de otras entidades como la Fiscalía, Medicina Legal y el Centro de Memoria Histórica y agregó que, "ayer se logró un paso importante al hacer un llamado a Sistema de Verdad, Justicia y Reparación y Garantías de No Repetición para avanzar en el proceso de los que aún siguen desaparecidos y que no sabemos dónde están".
Aseguró que el compromiso es seguir trabajando con los tres sujetos de reparación colectiva, dos en implementación y uno en formulación y protocolización y con el acompañamiento a la comunidad en el marco de la Ley 1448 de 2011.
Repetición
Sin embargo, algunos habitantes de Bojayá alertaron sobre “desplazamientos, confinamientos, masacres, torturas, desapariciones, reclutamientos, violaciones" que ocurren en su región, en una carta abierta dirigida al presidente Iván Duque.
Ante estos hechos "se percibe una actitud omisiva y complaciente con el accionar de los actores armados. De lo contrario, no se entendería cómo en el municipio de Bojayá, el control territorial lo ejercen el Eln y los grupos paramilitares", señalaron.
El texto, firmado por organizaciones afros, indígenas, campesinas y por la Diócesis local, le pide a Duque implementar el acuerdo de paz de 2016 que desarmó a las Farc para garantizar los derechos de los grupos minoritarios.
"Los actores armados hacen presencia en los centros poblados de las comunidades imponiendo control social, político, territorial y económico, desconociendo los reglamentos internos, la autonomía y sistemas de gobierno de las comunidades", agregaron.
El representante en Colombia de la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Alberto Brunori, también le pidió al Estado "responder al llamado de las comunidades" ante las agresiones de los actores armados.
"Animamos al Estado colombiano a mantener esta dinámica con el pueblo bojayaceño, que hoy necesita protección frente a los retos que imponen nuevos actores armados ilegales que están en el territorio", dijo Brunori durante la ceremonia de despedida de los difuntos.
Masacre
Bojayá fue el epicentro de una de las peores matanzas del conflicto armado colombiano.
El ya referido 2 de mayo fallecieron 79 civiles, incluidos 45 niños de la comunidad, cuando un cilindro bomba lanzado por las Farc contra paramilitares impactó la iglesia donde la población se refugiaba de los combates.
Los restos de las 79 víctimas, que recién pudieron ser identificados plenamente, fueron entregados durante la semana pasada a las familias después de que fueran exhumados en 2017.
Tras ocho días de ritos fúnebres, ayer culminó el último adiós a los muertos de Bojayá con un entierro colectivo.