El número 12 de la lista al Concejo por el Centro Democrático, hijo de Roberto Camacho, está convencido que una reforma al Estatuto Orgánico de Bogotá es necesaria
__________
EL NUEVO SIGLO: ¿Por qué tomó la decisión de presentarse al Concejo de Bogotá?
JUAN PABLO CAMACHO: La tomé por tres razones. Quiero mucho a mi ciudad. Bogotá es una de las más importantes de Latinoamérica y tiene que tener un Concejo de altura. Eso es clave para el fortalecimiento de la institucionalidad y me he preparado para eso.
En segundo lugar, porque quiero darle continuidad al legado de mi papá, Roberto Camacho, quien ayudó a que este país fuera menos violento y más educado. Entre muchas cosas más, él hizo una de las ponencias al Estatuto Orgánico. Y en tercer lugar, porque me cansé de que me atracaran.
ENS: ¿Entonces la modificación del Estatuto Orgánico sí es necesaria?
JPC: Yo creo que es necesario. Cuando hubo las dos ponencias de este Estatuto en la Alcaldía de Jaime Castro, en la que se decidió el actual ordenamiento administrativo de la ciudad, hubo dos temas que se quedaron por fuera: que hubiera jueces en cada una de las localidades y la elección popular de los alcaldes locales. Esto para mí es clave, porque estos son los que se ocupan de las políticas cotidianas, de las que mejoran nuestra calidad de vida, y no pueden seguir siendo unos funcionarios de cuarta categoría que solo le responden al Alcalde.
Localidades
ENS: ¿Está de acuerdo con el aumento en el número de localidades?
JPC: Un Alcalde local tiene más de 170 funciones y la capacidad administrativa de las alcaldías locales no responde a esas obligaciones. Por eso, frente al tema de las localidades, es imposible gobernar Kennedy si uno no tiene una autonomía política y lo mismo pasa con la localidad de Suba. Estas dos sí se deberían dividir, pero también debería haber una localidad del centro que fuera Candelaria, Santafé y Mártires.
ENS: ¿Cómo abordaría el tema de la migración venezolana?
JPC: Yo creo que ahí el IPES tiene una gran responsabilidad, empezando por el control de quienes entran a la ciudad. Saber cuántos están entrando y cuántos se están desempeñando profesionalmente, para ver cómo se les dan oportunidades laborales dentro de la ley. Porque hay muchos empresarios que han contratado venezolanos por debajo del salario mínimo y eso está afectando el empleo colombiano. Eso merece un debate y un control político.
Los proyectos
ENS: ¿Cuáles son los tres proyectos que más le interesaría impulsar desde el Concejo de Bogotá?
JPC: El primero de ellos es congelar el cobro de valorización hasta que se haga el 70% de las obras. Solamente se ha hecho el 29% de las mismas y nos han cobrado cuatro valorizaciones. Hay obras que llevan 20 años sin hacerse. La segunda: utilizar el plástico reciclado para reparar la malla vial.
Es más resistente que el asfalto, menos costoso y más amigable con el medio ambiente. Y tercero, que con recursos propios de Bogotá, se le pague a un grupo especializado de policías que ayude a desmantelar las bandas de micro tráfico.
ENS: ¿Desde el Concejo qué haría usted en materia de movilidad?
JPC: Lo primero que toca hacer es seguir avanzando en las obras. Por ejemplo en la Avenida Longitudinal de Occidente que, permíteme decirlo, por disposición de la Ley 1172 de 2007 llevará el nombre de mi papá, Roberto Camacho. Avanzar en la primera línea del Metro; en el Metrocable de Usaquén y de San Cristóbal.
ENS: ¿Cómo atendería el tema de los colados en Transmilenio?
JPC: ¿Cómo se arregló el tema de los colados en Panamá? Se pusieron unos árbitros: amarilla a la primera y roja a la segunda. Propongo hacer eso en Bogotá: que con la amarilla se le pida al colado el número de cédula, y que la segunda implique una multa y sanciones. Primero zanahoria, después garrote. La ley hay que cumplirla.
ENS: Estos problemas están relacionados con la falta de cultura ciudadana, ¿usted cómo fomentaría la cultura ciudadana?
JPC: Este es un tema cuyos frutos se comienzan a evidenciar a largo plazo, eso no se soluciona de la noche a la mañana, pero toca empezar por los colegios. Desde los colegios se tiene que fomentar el respeto a las instituciones. Mira Japón, es el país más seguro del mundo y con muy pocos policías per cápita. Desde muy temprano los niños están en contacto con la Policía y así aprenden a respetarlos, a respetar el trabajo que hacen.