El 3 de diciembre fueron publicados los resultados de la prueba Pisa que se realizó en 2018. En Colombia había expectativa, pues en la prueba de 2015 se había mejorado de forma sustancial. Los resultados fueron decepcionantes. Colombia desmejoró en comprensión lectora y ciencias. Tuvo una leve mejoría en matemáticas, pero sigue siendo la peor área del país.
De nuevo los países que lideraron los resultados fueron los asiáticos, entre los cinco primeros de cada prueba solo un país europeo, Estonia se ubicó quinta en comprensión lectora. Por otra parte, sorprende la mejora significativa de Polonia que se ubica entre los 10 mejores en dos de las tres pruebas.
Latinoamérica cada vez se ve más rezagada, y eso tiene una explicación central, la región ha tenido movilizaciones por la educación, pero no se piensa en la calidad. De hecho, varios analistas en la región se oponen a la evaluación con argumentos como que ese tipo de procesos son neoliberales. Acaso ¿Aprender a leer bien es neoliberal? ¿Desarrollar un pensamiento matemático o científico es capitalista? Lo que existe es un miedo a la evaluación, no nos gusta que nos evalúen, ni educadores, ni líderes en políticas educativas, y trasmitimos eso a los estudiantes.
Las demandas se centran en más recursos, pero en el caso colombiano llevamos dos años donde sólo se piensa en la educación superior, y no se comprende la importancia de invertir en la educación básica y media. Por otra parte, las reivindicaciones van en búsqueda de dinero para mejores salarios y operación. No se ven compromisos en las marchas, exigencias por una educación de calidad, sugerencias sobre una evaluación efectiva que permita medir los progresos en las áreas básicas. Entender que para formar en pensamiento crítico y abordar problemas socialmente relevantes, primero se debe aprender a leer bien, comprender textos, desarrollar análisis racionales, tener conciencia ambiental y social. Y si eso no se hace, los resultados están más que evidentes en las cifras de las pruebas.
De los 79 países que presentaron la prueba, Chile en el puesto 43 en comprensión lectora fue el mejor. Colombia ocupó los puestos 58 en lectura, 62 en ciencias y 69 en matemáticas, es decir a pesar de la leve mejoría en esa área es en lo peor que estamos los colombianos. República Dominicana que por primera vez presenta la prueba es el penúltimo país de los evaluados. Brasil y Argentina, dos grandes economías de la región se encuentran peor que Colombia.
¿Qué hacer?
Sin duda, hay que fortalecer los programas curriculares y los sistemas de evaluación del país. Algunos “expertos” afirman que se debe cambiar el modelo educativo, generalmente lo dicen quienes nunca han dictado una clase en un colegio.
El país mejoró en 2015 porque hubo una política por acercar a los estudiantes a la prueba, hacer que perdieran el miedo, resolver dudas, inquietudes, y generar en los rectores y educadores una necesidad de medirse para mejorar. Eso debe hacerse, y es una de las tareas para las administraciones que llegan, fortalecer las áreas de calidad de las secretarias de educación, volver la calidad una prioridad en el debate y en las demandas, exigir resultados. La tarea es de todos, maestros, directivos docentes, familia, gobierno e inclusive de los medios de comunicación que poco indagan en los temas de calidad para llevar el debate con argumentos y compromisos.
La lógica de destruir en lugar de construir
Una sorpresa es que a pesar de haber sido eliminado el programa Ser Pilo Paga (SPP), por el actual gobierno, volvió a salir al debate. Debido a que algunos enemigos del programa quisieron pescar en río revuelto y culparlo de los resultados. Algo que carece de fundamentos técnicos, pues esos que promovieron el fin del programa para llevar dichos recursos a las universidades públicas, podrán ver lo que se predijo a un año, las universidades en paro, demandando más recursos y miles de jóvenes sin poder acceder a la educación superior. Además, se pierde el foco, en la lógica macondiana no se buscan alternativas, se despiertan los muertos para culparlos de lo que no hicieron.
Lo vivido esta semana demuestra que SPP fue una política educativa innovadora, que siguen hablando de ella, a diferencia del programa por el que fue reemplazado, del que poco salen columnas de opinión y que la mayoría del país desconoce. Programas que premien el mérito y el compromiso académico deben volver para que la calidad más que una tarea, sea una motivación.
*Especialista en educación