En 824, en Italia, los topos fueron excomulgados por no comparecer a juicio; algo parecido sucedió en 1522, en Francia, en donde las ratas fueron llamadas a juicio, ninguna asistió; en 2016 en Argentina un juez le entrega la personería legal no humana a una chimpancé llamada Sara; en 2018 el caso de un oso de anteojos llamado Chucho llegó a la Corte Constitucional colombiana a la que se le pide garantizarle sus derechos.
La historia de Chucho no es fácil, está llena de desengaños, duelos y traslados; aún sin compartir el leguaje humano su historia tiene los elementos de cualquier drama de la época griega. El oso nació en cautiverio en la reserva natural de Ricaurte, en Nariño. Allí vivió hasta 1988 donde fue trasladado a la reserva de Río Blanco en Manizales. Junto a él llegó Clarita, su hermana, a vivir en una reserva natural que está a cargo de Aguas de Manizales. Allí iniciaron las tragedias de Chucho.
Clarita murió de cáncer de útero. Eso golpeó al oso, que se volvió sedentario, pasivo y comenzó a sufrir de sobrepeso.
Para colmo estaba encerrado. Chucho vivía en un pequeño espacio de no más de 400 metros rodeado por alambre de púas y cerca eléctrica. Su alimento no eran las vallas del bosque y los exquisitos tallos. Sus cuidadores lo alimentaban con concentrado para perro. Chucho se escapó varias veces, poniendo en peligro a los habitantes de la zona y su propia vida. Los osos son considerados un peligro, pues pueden llegar a matar ganado para alimentarse.
Según Adriana Reyes, de la Fundación para la Investigación, Protección y Conservación del Oso Andino, “esta especie tiene una dieta amplia, a veces ataca vacas, cabras y perros, pero su dieta mayor se concentra en bayas y tallos. Ecológicamente es importante porque siembra bosque, regula el bosque y permite el crecimiento del mismo, ayuda a evitar grandes deslizamientos. Si permitiéramos que las especies hicieran su función ecológica no habría tantos desastres. Un estimado dice que en 2016 desde el macizo Chingaza existen entre 120 y 160 animales. Ellos se mueven mucho, un solo oso camina entre siete y 15 Km, un área como Bogotá de grande”.
Así las cosas, Chucho estaba confinado en un lugar para el que no estaba adaptado, en un espacio que no era para él.
Ante la problemática, en 2017 Corpocaldas y la Alcaldía de Manizales donaron al oso a la Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla. Un problema, pues, el hábitat del oso son las montañas de niebla, donde las temperaturas más altas son de 23 grados centígrados y las más bajas de 12. Hoy Chucho vive en una ciudad donde la temperatura llega a los 31 grados.
Cuando el oso fue trasladado, el abogado Luis Domingo Gómez decidió apersonarse de él. “Yo soy el apoderado de Chucho. Yo gestiono el caso desde mediados de 2017. Chucho se ha convertido en el cliente número uno de mi ejercicio profesional”, le dijo a EL NUEVO SIGLO.
“Hoy estamos defendiéndolo en la Corte. Este debate es muy interesante, porque no es solo el futuro de Chucho como individuo, sino del oso andino como especie emblemática para revisar un poco el estado del derecho de los animales”, precisó.
Sin embargo, Carlos Andrés Puccini, apoderado de la Fundación Zoológica de Barranquilla, expuso que “está probado que el oso está en mejores condiciones a las que tenía antes y las mejores condiciones son que ha perdido su capacidad de ser reintroducido en su habitad natural y requiere de cuidado humano”.
Novela legal
Un tribunal amparó a Chucho con el habeas corpus, una figura que les permite a los humanos la libre locomoción en el territorio. Quien concedió la acción legal fue el magistrado Luis Armando Tolosa, de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia.
Ahora la tutela contra esa decisión, que fue interpuesta por el zoológico, la lleva la magistrada Diana Fajardo Rivera, de la Corte Constitucional, quien sostuvo que “el objeto de la audiencia es generar un espacio público a partir de diferentes visiones sobre el debate constitucional que plantea la tutela”.
Esta es la primera vez, en Colombia, que este derecho ampara a un animal.
La pelea en este caso es si el oso es sujeto de derechos. Mientras el abogado Gómez ha sostenido que la jurisprudencia al respecto es amplia a nivel internacional y cita los casos de chimpancés y elefantes en Estados Unidos, el jurista Puccini alega que para la discusión del habeas corpus se cambiaron las reglas de juego, “extendiendo el concepto de seres sintientes al de sujetos de derechos, planteamiento que no se encuentra expresado en ninguna acción normativa del país”.
Sin embargo, Steven Wise, director de la ONG Nonhuman Rights Project, aseguró que para el análisis deben tenerse en cuenta los nueve casos presentados en Estados Unidos para proteger los derechos de algunos chimpancés encarcelados en Nueva York y Colorado, que también fueron amparados con el habeas corpus.
“La Corte debe analizar la evidencia científica, los principios morales y legales, incluyendo los de libertad e igualdad, para saber si una entidad particular debe ser declarada como persona jurídica. En India, por ejemplo, se declararon a todos los animales no humanos como personas legales”, explicó Wise.
El representante por Bogotá, Juan Carlos Losada, del Partido Liberal, aseguró que en Colombia la Corte ya declaró sujetos de derecho a los ríos Atrato y Cauca, por lo que no es descabellado otorgarle derechos a un oso de anteojos.
“Creo que esta Corte puede reconocer los derechos de los animales. Estamos en un momento histórico, donde debemos entender que el planeta es compartido y debemos proteger todas las formas de vida que por decisiones humanas se han quedado sin hábitat”, manifestó.