En Bogotá hay registrados oficialmente 117.876 migrantes venezolanos, de los cuales 74.393 tienen Permiso Especial de Permanencia (PEP) y 43.483 cuentan con Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos (RAMV).
No obstante, este número puede ser mayor y la ola migratoria, debido a la crisis en el país bolivariano, “está apenas comenzando y va a ser mucho más intensa en los próximos meses”, por lo que las autoridades colombianas siguen tomado medidas para atender la situación. Así lo confirmó a la Agencia Anadolu la secretaria social de Bogotá, Cristina Vélez, quien especificó cuál es la ruta de atención que ha dispuesto la Administración bogotana para los venezolanos que huyen de su país.
El pasado 13 de septiembre el Gobierno bogotano expidió una circular que reglamenta una hoja de ruta para las secretarías General, de Gobierno y Social, la cual incluye varios puntos. Uno de estos es el Registro Social de Migrantes, un mecanismo para registrar a los migrantes que están recibiendo asistencia del Distrito y poder controlar las acciones en toda la ciudad.
“Todavía hay un universo bastante grande de personas en situación irregular, teniendo en cuenta la ola de migración que se ha registrado entre julio, agosto y septiembre, que ha sido mucho más intensa que los meses anteriores. Queremos seguir prestando las atenciones, pero necesitamos tener un número para poder coordinar las atenciones”, explicó Vélez.
Esta cifra será para uso interno de las entidades distritales, que continúan definiendo qué hacer en reuniones con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y con empresas de tecnología que están interesadas en apoyar el proceso.
Cristina Vélez subrayó que las diferentes entidades de la Alcaldía han tenido que hacer traslados presupuestales “importantes” de proyectos locales para atender la crisis. No obstante, la Alcaldía Mayor le confirmó a la Agencia Anadolu que no hay un presupuesto unificado o disgregado, pues cada entidad atiende a los migrantes desde su misión y su presupuesto global.
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El plan macro de Bogotá para acoger a los ciudadanos venezolanos incluye tres frentes.
El primero es un ‘SuperCADE Social’ en la Terminal de Transportes del Salitre (occidente de Bogotá). Este lugar está a punto de terminarse; mientras tanto, se dispuso un SuperCADE móvil en el que varias dependencias distritales brindarán orientación y harán un registro de las personas que vayan llegando.
La Terminal de Transportes es de vital importancia, porque es el punto de llegada y encuentro de los migrantes a la capital colombiana.
El segundo frente de acción es un refugio. Las autoridades distritales han venido trabajando con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la comunidad de las Hermanas Misioneras Scalabrinianas para poder dar refugio y atender los casos más delicados que se presentan.
“Por ejemplo, del asentamiento que está cerca a la Terminal, las madres gestantes y familias con niños menores de seis años se beneficiaron con estos cupos”, explicó Vélez.
El Gobierno local también está en proceso de contratar una entidad sin ánimo de lucro para disponer un albergue propio que tendrá 50 cupos diarios, 1.500 al mes, para dar atención a los casos de mayor vulnerabilidad.
Pero la atención y el esfuerzo del Distrito están puestos en unas casas o centros de atención al migrante, espacios donde habrá orientación legal, psicosocial y servirá de punto de encuentro. Ese es el tercer frente.
“La idea es que sean espacios que generen integración y lazos sociales, que permitan que las personas se encuentren en un punto. Además, que haya espacios para que diferentes organizaciones no gubernamentales (ONG) presten su ayuda, porque sabemos que esta ola migratoria está apenas comenzando, va a ser mucho más intensa en los próximos meses y la situación en Venezuela es muy incierta”, aseguró Vélez.
La secretaria Social indicó que “las medidas humanitarias de atención a la vulnerabilidad son importantísimas para atender las situaciones de riesgo de derechos humanos, pero no son las que transforman y generan integración” en la sociedad.
La ruta inicia en el SuperCADE Social y de ahí las personas son llevadas al refugio.
La idea es que haya protocolos muy parecidos a los que utiliza la Pastoral Social, “que ya sabemos que funcionan”, para escoger a las personas y brindarles un refugio por tres días inicialmente, prorrogables según la situación de cada persona; por ejemplo, mujeres a punto de dar a luz o con bebés recién nacidos.
El perfil demográfico de la migración venezolana es “bastante enriquecedor” para Bogotá
Una de las grandes incógnitas de los habitantes de la capital colombiana es cómo el Distrito va a atender al creciente número de migrantes venezolanos, cuando aún la ciudad tiene varios aspectos pendientes por solucionar.
Ante esto, Cristina Vélez subrayó el perfil demográfico que está llegando, que es “bastante enriquecedor” para la ciudad, porque están llegando personas jóvenes.
Bogotá es una cuidad que ha envejecido a pasos agigantados, señala Vélez, quien advierte que hace tiempo que la capital del país no tiene un bono demográfico, es decir, más personas en edad productiva que mayores y dependientes.
“Una migración de gente joven puede ser bastante positiva. El tipo de servicios que necesitan esas personas jóvenes son servicios donde actualmente hay cupos”.
Según la funcionaria, es una situación positiva y una oportunidad en términos productivos, contrario a si estuvieran llegando personas mayores. “Habría una dificultad porque en ese frente Bogotá está saturada”.
Incluso antes de que se emitiera la circular, los venezolanos ya estaban teniendo oportunidades de trabajo en jardines, colegios, urgencias médicas y servicios de atención en la Secretaría de la Mujer.
Xenofobia, delincuencia y prostitución, grandes retos para la ciudad
Vélez explicó que la Administración Distrital se unió a la campaña de Acnur ‘Somos Panas’ para generar conciencia ciudadana sobre los riesgos de la xenofobia que enfrentan los venezolanos en la ciudad y en el país.
Según Vélez, los estereotipos que se están reproduciendo en Bogotá sobre los venezolanos son exactamente los mismos que existían en Ecuador sobre los colombianos.
Por otro lado, señaló que efectivamente “hay una concentración alta de mujeres venezolanas” en la prostitución en Bogotá, “algo que pasó muy rápidamente”.
En julio pasado la Secretaría de la Mujer publicó una caracterización de las mujeres que ejercían la prostitución en la capital colombiana. En dicho estudio se entrevistaron 2.758 mujeres que realizan actividades sexuales pagadas en la ciudad.
Los resultados reflejaron que el 30% de estas mujeres son extranjeras y que el 99.8% de esa proporción son venezolanas.
Entre tanto, con respecto a la delincuencia, la secretaria indicó que, aunque “desafortunadamente es el asunto más visible, es la inmensa minoría” de los migrantes venezolanos los que están en actividades delincuenciales.
“De todas maneras tenemos que hacer un trabajo al respecto porque cualquier persona que cometa un delito va a tener que responder y habrá la judicialización correspondiente”. Sin embargo, no especificó una estrategia para hacerle frente a las dos últimas problemáticas.
Por último, la situación más urgente es que aún no se ha resuelto cuáles son los fondos de atención en salud que no sean para urgencias, un asunto que habrá que solucionar teniendo en cuenta que el fenómeno de la migración venezolana parece estar en aumento.