Un virus nos ha mostrado la fragilidad de los humanos y ha puesto en riesgo la función de la educación como espacio para pensar, compartir, crear y construir en equipo.
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En días pasados he tenido la posibilidad de ser invitado a varios programas y entrevistas para preguntarme sobre la situación de las universidades y de la educación en los próximos meses. En casi todos, las preguntas más recurrentes son si estamos preparados para la virtualidad, cómo resolver la conectividad, sobre plataformas y medios para aprender de forma virtual o a distancia.
Por otra parte, las empresas de tecnología y de internet están viendo una oportunidad de negocio en momentos donde casi todos los sectores pasan por crisis profundas, los representantes comerciales hablan sobre los nuevos métodos de aprendizaje y los beneficios de sus plataformas.
Sin embargo, el jueves en un instalive con Radiónica de RTVC -Sistema de Medios Públicos-, la entrevista dio la posibilidad de hablar de lo más relevante. La educación no se limita a entregar contenidos, a entrenar de forma virtual, por eso, con todas las medidas de precaución debemos pensar en volver pronto a la presencialidad.
Dejar el miedo
Muchas veces los medios de comunicación suelen generar pánico, nos bombardean con todos los riesgos inimaginables, el distanciamiento social, las mutaciones del virus, a veces nos dicen que ninguna medida es suficiente, y tenemos gobernantes que llegan a afirmar que pasarán años sin poder estar en comunidad, que el mundo no será igual.
Bajo esa lógica, la educación como la conocemos desaparecería y eso sería una tragedia para el mundo, porque la educación no es sólo recibir contenidos, no es especializarse en un área. Requerimos de la socialización, del trabajo en equipo, de pensar en conjunto.
Como lo he expresado varias veces. Soy egresado de la Universidad Nacional de Colombia de la carrera de Geografía, pero no fueron los contenidos geográficos los más relevantes en mi formación profesional. En la Nacional, participé en la creación de un grupo por la inclusión y la diversidad, aprendí de música clásica, gracias a las funciones de los viernes y los sábados de la Orquesta Filarmónica Nacional en el auditorio León de Greiff; participé en más de 10 cineclubs de diferentes facultades y aprendí de cine.
También tuve mis mejores clases en electivas que tomé en literatura, arquitectura, agronomía y artes. Desarrollé habilidades deportivas, participé en el primer intento de un equipo de rugby universitario, conocí el país gracias a las salidas de campo y a los grupos de senderismo. Compartí música y aprendí temáticas sociales con ellas, pasaba tardes escuchando a los cuenteros y lo más importante, hice amigos de la carrera y de otras facultades quienes todavía lo son y de quienes sigo aprendiendo a diario.
Por eso, hoy en momentos de crisis e incertidumbre, tenemos que vencer el miedo y pensar en retomar la presencialidad de la educación. No por ir a calentar un puesto en el salón de clases, es por socializar, crear grupos, ir al laboratorio, pensar en equipo, reír, compartir, tomar café, hablar en las cafeterías o en las bibliotecas, por darle el carácter de formación integral que tiene el proceso educativo.
Un virus de los que tantas veces han surgido en Asia, como un proceso natural que tiene la naturaleza para regularse, nos ha mostrado la fragilidad humana, nos ha dado una bofetada sobre ese ego de superioridad y poder sobre la naturaleza de la raza humana. Nos ha confinado, nos ha aislado, nos ha vuelto temerosos. Puede que sea una lección para nuestra arrogancia, pero no podemos permitir que nos arrebate la posibilidad de estudiar juntos, de darle a la educación y a la universidad el sentido de su significado.
Así que cuando las autoridades lo consideren y nos inviten a volver paulatinamente a las aulas, no lo dudemos. Causa tristeza leer en encuestas que muchos padres no piensan enviar a sus hijos a estudiar.
La educación implica encontrarnos, compartir e inclusive adquirir defensas en el diario compartir. Así que no dejemos perder eso que todos los que hemos pasado por la educación tenemos, los mejores recuerdos de vida, de aprendizaje y de amistad.