ESPECIAL BICENTENARIO
Escrito por: Coronel Gentil Almario Vieda
_______________
El Ejército nacido con la patria había prácticamente sucumbido con la reconquista española y renació del embrión que constituían los patriotas refugiados en los llanos de Casanare liderados por Manuel Serviez y Francisco de Paula Santander. En 1818 Santander, por órdenes de Simón Bolívar, el Libertador, debió organizar la vanguardia para el Ejército, que a sus órdenes emprendió en Venezuela la Campaña Libertadora de la Nueva Granada el 23 de mayo de 1819 en la aldea de Setenta con la exposición del Plan Estratégico correspondiente.
Santander se une a Bolívar en Pore para completar el Ejército que habría de darnos la libertad. El mismo Santander lo expresa en los siguientes términos:
Esta reunión, precursora, de tantos días de gloria, se verificó en Pore, capital del Casanare el día 23 de junio de 1819, habiendo yo presentado mil doscientos hombres armados de fusil y seiscientos llaneros montados..
Es indudable que este aporte fue verdaderamente significativo para la conformación definitiva de lo que se llamó “Ejército Libertador de la Nueva Granada”, que de acuerdo con la orden general del 15 de junio de 1819 fue organizado de la siguiente manera, según disposición del General Bolívar:
“Todas las tropas que actualmente están bajo las órdenes del señor general de brigada Francisco de paula Santander, continuarán del mismo modo bajo la denominación de División de vanguardia que se le había dado anteriormente. Todas las tropas de infantería y caballería nacionales y extranjeras pertenecientes al ejército de occidente formarán una sola división a las órdenes del general de brigada señor Antonio Anzoátegui, y se denominará División de Retaguardia. Habrá un solo cuerpo de artillería a las órdenes del Sr. Comandante general del ramo coronel Bartolomé Salom, y a él se reunirán todos los oficiales de esta arma de ambas divisiones. El señor coronel Pedro Fortoul es jefe de E. M. de la división de vanguardia, y el Teniente Coronel J. M. Córdoba lo es de la retaguardia”. Así lo registra el teniente coronel Camilo Riaño. Además de colombianos y venezolanos, participará en esta campaña el Coronel James Rooke, al frente de la Legión Británica.
El comandante en jefe de las operaciones era el general Simón Bolívar, asistido por el Estado Mayor General, integrado según sus disposiciones de la siguiente manera:
Jefe del Estado Mayor General: general de brigada Carlos Soblette.
Subjefe de Estado Mayor: Coronel Jacinto Lara.
Comandante general de artillería: coronel Bartolomé Salom.
Ayudante general: coronel Manuel Manrique
Ayudante general: teniente coronel Pedro Briceño Méndez
Ayudante general: sargento mayor José Gabriel Pérez
Ayudante del Libertador: capitán Felipe Álvarez Erazo
Ayudante del Libertador: capitán Diego Ibarra
Secretario general: José Rafael Revenga
Médico cirujano: doctor N. Foley
Asistente: José Palacios.
Con este ejército se dio libertad a la Nueva Granada en una epopeya bien registrada por la historia de Colombia, en dos batallas que nunca dejarán de ser estudiadas con la atención que merecen y nuestro eterno reconocimiento como hijos agradecidos de esta patria con esos hombres que, superando todas las dificultades y padeciendo todas las carencias, se coronaron de gloria en el pantano de Vargas y Boyacá.
En Vargas, los españoles tuvieron cerca de 500 muertos, los patriotas contaron 350 y múltiples heridos. Fue el combate más cruento de la campaña. En Boyacá, como se ha dicho, los españoles perdieron todo. De sus filas se contaron 100 muertos, 150 heridos y 600 prisioneros. El ejército colombiano tuvo 13 muertos y 53 heridos.
Cuanto fue ese sacrificio y los padecimientos sufridos por los oficiales y la tropa a través de los Andes, y en los combates que siguieron, podemos deducirlo de la siguiente nota de Florentino González, quien tras la llegada de esa fuerza a la capital, comentó:
El ejército libertador llegó desnudo y desprovisto de todo; los oficiales mismos no tenían una casaca ni un par de zapatos (…) Al ver aquellas mesnadas desnudas y mal armadas, el que pocos días antes había visto el ejército español, tan imponente por su disciplina, por sus brillantes uniformes, excelente armamento y completo equipo, hallaba difícil el convencerse de que aquellos eran los vencedores y el último el vencido. El entusiasmo por la libertad había obrado esta milagrosa peripecia. Un mes después ya se presentaron en revista los cuerpos independientes perfectamente vestidos y equipados.
Fueron muchos los sacrificios hechos en primera instancia por el ejército y la Nueva Granada en todos los aspectos que tuvieron que ver con esta campaña coronada con la victoria de Boyacá. Pero es claro que los españoles como vencidos llevaron la peor parte, toda vez que perdieron un ejército de 3.122 hombres y 600 caballos y, lo más importante, lo que se llamaba el Reino.
El esfuerzo hecho por el Libertador, sus oficiales, el ejército, los ciudadanos y funcionarios nombrados y elegidos para consolidar el triunfo por la libertad y fundar la patria no fueron en vano.
Cuánta razón asistía a Bolívar cuando en 1815 en la Carta de Jamaica, enfático y certero afirmó: “La Nueva Granada es el corazón de América”. En las referencias relativas a la importancia geográfica y geopolítica de Bogotá que tuvieron significación determinante en la guerra de independencia, debemos anotar que la ciudad había sido fundada en el lugar geopolíticamente perfecto, en el centro del país, a caballo sobre la cordillera de los Andes.
Cuando el Libertador soñó la Gran Patria en la citada Carta de Jamaica, vislumbró su capital como “Ciudad Las Casas”, en Bahía Honda, por razones de apertura al gran océano y al mundo; pero pasado el tiempo cedió ante el peso de la historia, la geopolítica y la estrategia, para aceptar como irremplazable la ubicación de Bogotá como corazón y centro nervioso de la Gran Colombia y quizá de toda América Latina.
Tras la toma de la capital por el ejército patriota, éste se reforzó y reorganizó para continuar la liberación del territorio nacional, pues en su mayor parte continuaba ocupado por las fuerzas realistas, y luego seguiría hacia los países del sur, como consecuencia lógica y estratégica del éxito alcanzado.
Sin embargo, antes de dar inicio a estas campañas, Bolívar marcha a Venezuela en dirección a Angostura para rendir cuentas de su exitosa campaña sobre la Nueva Granada al Congreso allí reunido y hacer los planteamientos político-estratégicos que tenía en mente.
El Libertador en su discurso ante el Congreso el 17 de diciembre de 1819 dijo:
El pueblo de la Nueva Granada se ha mostrado digno de ser libre. Su eficaz colaboración reparó nuestras pérdidas y aumentó nuestras fuerzas. Este pueblo generoso ha ofrecido todos sus bienes y todas sus vidas en aras de la Patria, ofrendas tanto más meritorias, cuanto espontáneas. La unánime determinación de morir libres y de no vivir esclavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a nuestra admiración y respeto. Su anhelo por la unión de sus provincias a las provincias de Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas; es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es la garantía de libertad de América del Sur.
Joaquín Tamayo nos recuerda aquel acontecimiento en los siguientes términos:
El 17 de diciembre de 1919 se aprobó y firmó por unanimidad la ley de la Unión Colombiana. Zea levantándose en medio del discurso, enardecido por el calor, en voz alta pronunció las frases sagradas: “La República de Colombia queda constituida. ¡Viva la República de Colombia!”. Una aclamación vibrante respondió a su grito.
Bolívar regresó a Bogotá y desde allí organizó los ejércitos que habían de completar la libertad de la Nueva Granada. Una vez lograda ésta el Libertador, quien comprendía que para consolidarla, era menester eliminar la presencia del Imperio Español en cualquier país suramericano, emprendió la guerra para la libertad de Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia.
Desde el punto de vista militar es una realidad que a partir del 7 de agosto de 1819, Bogotá se constituye en el Epicentro de la Independencia Suramericana.
La Nueva Granada fue, con Bogotá a la cabeza, el apoyo y sostén de estas campañas en todos los recursos: apoyo político, hombres, armas, dinero, ropas, comida, caballos, mulares, que fueron con gran sacrificio, pero con desprendimiento y gran sentido de colaboración, aportados por las provincias con la coordinación y gran esfuerzo logístico de la capital.
Hablar de la Nueva Granada es hablar de Bogotá, sin desconocer el aporte nacional, pero teniendo en cuenta que la capital lideró, organizó y dispuso, así como hizo llegar los aportes a los teatros de guerra, de operaciones y campos de combate, superando inmensas distancias y dificultades de transporte impuestas por la geografía y los climas extremos y variados.
Tras la Campaña del Sur, el mismo Libertador expresó:
Puede decirse que la libertad de la Nueva Granada ha asegurado de un modo infalible la de toda América del Sur.