En Cúcuta, Norte de Santander, el patrullero Jhoao Carlos Navarro Carreño de 32 años, perdió la vida tras un disparo con el arma de un compañero, en circunstancias aún bajo escrutinio por las autoridades.
El incidente ocurrió durante el cambio de turno, cuando, según testigos, Navarro Carreño tomó el arma de dotación de un suboficial y, desafiando las advertencias de peligro, la manipuló. Según fuentes judiciales, tras un intercambio tenso con su colega, el arma se disparó de forma trágica, hiriéndolo de gravedad.
"Vamos a ver si es cierto", habría dicho el patrullero momentos antes de que el arma se accionara, dejando atónitos a los presentes en el lugar. A pesar de los esfuerzos por salvarlo, Navarro Carreño fue trasladado a una clínica local donde falleció horas después debido a la gravedad de sus heridas.
El coronel William Quintero, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, se presentó de inmediato en la escena junto con un equipo de investigadores para supervisar el manejo del caso. La Brigada Interinstitucional de Homicidios fue convocada para realizar la inspección técnica, mientras que la Fiscalía General de la Nación asumió la investigación para esclarecer si se trató de un accidente trágico o un desafortunado incidente relacionado con la manipulación del arma de fuego.
Familiares y colegas del patrullero lo recuerdan como un hombre comprometido con su labor y sin señales previas de comportamiento preocupante. Este incidente ha puesto de manifiesto la fragilidad de la seguridad en las labores policiales, subrayando la necesidad de protocolos rigurosos en el manejo de armamento en todos los niveles de la fuerza pública.
Esta lamentable pérdida no solo deja un vacío en la comunidad policial de Cúcuta, sino que también plantea interrogantes sobre la seguridad y los procedimientos dentro de los Centros de Atención Inmediata, donde la rapidez y la precisión son fundamentales para mantener el orden y la protección ciudadana.