Miles de flotas con trapos rojos, símbolo de la crisis social producto del Covid-19, rodaron de manera pacífica por las principales ciudades del país, bajo el lema “#MovilízatePorColombia”, para alertar al Gobierno nacional acerca de la grave situación económica que padecen más de 700.000 familias que viven del transporte intermunicipal de pasajeros por carretera: sector que desde hace 2 meses tiene paralizada el 97% de su operación, por cuenta de la pandemia.
A través de un comunicado, los impulsores de la protesta señalaron que las pérdidas de las 536 empresas que conforman este sector ascienden a más de $7.000 millones diarios: muchas de ellas, a pesar de mantener sus nóminas durante el primer mes y medio de inactividad, hace algunos días tuvieron que suspender los contratos del 70% de sus empleados, por no tener cómo pagarles salarios y honorarios.
El drama de este importante sector del transporte, que cada año moviliza cerca de 550 millones de pasajeros en todo el país (en comparación con los 40 millones que mueve el transporte aéreo), se resume en la crisis social que hoy viven los más de 125.000 empleados directos (cuatro veces más que las aerolíneas) y 600.000 indirectos.
Según los empresarios, hay cerca de 70.000 conductores que hoy no tienen cómo llevar comida a sus hogares, debido a la parálisis del sector; también están afectados miles de pintores, vigilantes, latoneros, mecánicos, llanteros, restaurantes, personal de las 41 terminales de transporte y de oficinas municipales de despacho, entre otros; hay 50.000 pequeños propietarios de algunos de los 41.000 vehículos que prestan el servicio, que invirtieron su capital familiar para comprar un bus a crédito, y hoy están a punto de perderlo por falta de ingresos.
Por otro lado, los transportadores advierten que resulta injustificada la estigmatización por parte de algunos alcaldes y gobernadores.
En consecuencia, con miras a reactivar el sector, las empresas ya tienen listos estrictos protocolos de bioseguridad (control de temperatura y desinfección) y distanciamiento físico en los vehículos (sillas intercaladas), con el fin de ofrecerles a los usuarios un viaje seguro.