Las disidencias de las Farc y el Eln compiten en vastas áreas del sur de Venezuela con organizaciones criminales locales y las fuerzas de seguridad de ese país por el control de las minas de oro, las cuales proveen fondos al acorralado gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Así lo planteó ayer The International Crisis Group en un informe titulado ‘El peso del oro: violencia en el sur de Venezuela’, publicado en su web.
Según Crisis Group, lejos de los centros de poder de Venezuela, donde se está llevando a cabo la lucha para decidir el futuro político del país, las vastas regiones tropicales al sur están expuestas a graves riesgos de intensificación del conflicto.
Ricos en oro y metales raros, los estados de Bolívar y Amazonas han llamado la atención de los funcionarios presionados por contrarrestar los cada vez menores ingresos del petróleo y el colapso económico general. Al mismo tiempo, grupos criminales violentos vienen ejerciendo control sobre las comunidades mineras, a menudo en complicidad con las autoridades. En los últimos tiempos, las guerrillas y los desmovilizados colombianos han cruzado el río Orinoco para apoderarse de su parte de la industria minera principalmente ilegal. Las riquezas y la proliferación de insurgentes en el sur complican las perspectivas de una transición pacífica en Caracas al reforzarse la resistencia militar a un cambio político y avivarse los riesgos de violencia transfronteriza y de una guerra de baja intensidad. La atención humanitaria para poblaciones en el sur, la comunicación regular entre fuerzas armadas vecinas, los esfuerzos renovados por hacer la paz con las guerrillas y la limpieza del comercio de oro resultarán ser vitales para aliviar las tensiones y proteger a los venezolanos vulnerables.
Terror y silencio
Las comunidades locales, indígenas en su gran mayoría, en medio de la proliferante minería ilegal y de la expansión de grupos criminales o insurgentes enfrentan ahora las mayores dificultades. Expuestos al terror que generan los grupos armados que buscan imponer la obediencia, con tasas de homicidio que alcanzan picos extraordinarios en algunos pueblos mineros, estos residentes también se enfrentan a los efectos en su salud y en el ambiente de los derrames de mercurio y de una epidemia de malaria. El aislamiento extremo, un Estado opresivo y la presencia de las fuerzas de seguridad silencian a muchas de estas comunidades. Estas tensiones se incrementaron el 23 de febrero, cuando las fuerzas de seguridad venezolanas mataron a al menos a tres manifestantes y obligaron a un Alcalde indígena a exiliarse durante un intento de traer ayuda humanitaria de Brasil.
En el informe, Crisis Group expone cómo los grupos armados que explotan el aislado terreno y la presencia limitada del gobierno en las regiones del sur plantean otros riesgos de violencia. Los movimientos transfronterizos de la guerrilla colombiana Eln o de las facciones disidentes de las Farc que operan en las regiones mineras podrían provocar un choque entre las fuerzas armadas de Colombia y Venezuela. Dada la animosidad entre los dos Estados y el apoyo venezolano al Eln, Bogotá bien podría percibir los ataques futuros de dicho grupo terrorista en suelo colombiano como un golpe ordenado por Caracas.
Lealtades y rivalidades
Para Crisis Group, una intervención de fuerzas extranjeras en Venezuela para destituir a Nicolás Maduro, por solicitud del presidente interino Juan Guaidó, podría suscitar el apoyo de estos grupos insurgentes a la causa del gobierno actual y, en el peor de los casos, perpetuar un conflicto de baja intensidad. Al mismo tiempo, las lealtades en el sur de Venezuela son volátiles e impredecibles. Testimonios de testigos presenciales sugieren una confabulación entre grupos armados no estatales que realizan actividades criminales de protección alrededor de las minas y oficiales de la Guardia Nacional de Venezuela y el comando militar regional. Exoficiales militares y de inteligencia afirman que la complicidad con estas operaciones alcanza los altos rangos del gobierno y las fuerzas armadas, quienes coordinan las ventas internacionales de oro del Arco Minero. Pero las rivalidades entre facciones infestan todas estas relaciones ilícitas. En noviembre pasado, el Eln y la Guardia Nacional tuvieron un enfrentamiento que terminó con la muerte de cuatro guardias. Enfrentamientos entre el Eln y los grupos criminales venezolanos, conocidos como sindicatos, también son comunes y han hecho que ambos grupos se muevan más cerca de las zonas mineras en la frontera guyanesa.