Aunque funcionarios del Gobierno le ofrecieron otras obras, esta comunidad indígena del Catatumbo insistió en un tanque colector que funciona con luz solar
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Mientras el fin de semana en las principales ciudades del país, miles de colombianos se abrían paso en medio de la multitud y los trancones para hacer las compras navideñas, en el extremo nororiental del territorio colombianos a muy pocos kilómetros de la frontera con Venezuela, Emilio Archila, consejero presidencial para la Estabilización y la Consolidación, trataba por segunda vez en menos de tres horas de ingresar por vía aérea al resguardo Ichirrindacayra, en la Serranía de los Motilones.
Archila –el mismo hombre que el jueves sostenía en Washington reuniones de alto nivel explicando los avances de la implementación de los acuerdos que el gobierno Duque y que el viernes abrió un tiempo de su apretada agenda para compartir con su equipo de trabajo más cercano– el sábado a bordo de un helicóptero intentaba llegar desde Tibú, Norte de Santander, a una transcendental cita: entregar la obra número 600 del gobierno dentro los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
Finamente las condiciones climáticas permitieron que después de 40 minutos de vuelo la aeronave descendiera en un paraje de la Serranía de los Motilones, donde el Cacique del Resguardo Ichirrindacayra, vestido con su Guayuco y las manos libres de flechas recibiera al Consejero Presidencial para la Estabilización y la Consolidación.
Un fuerte abrazo selló el esperado encuentro del Cacique de los llamados “hijos de la Selva”, con el hombre blanco con estudios de especialización en Roma y Nueva York. El mismo hombre responsable de que lo pactado en los acuerdos se cumpla.
Agua potable
Niños y mujeres llevaron de la mano a Archila, al hombre blanco, a recorrer el territorio donde las 89 personas que allí viven se benefician a partir de ahora del agua potable que les llevó a su comunidad el Gobierno a través de los PDET.
La obra, financiada y diseñada por la Agencia para la Renovación del Territorio (ART), demandó una inversión de $278 millones, pero fue la comunidad indígena la ejecutora, con alto grado de dificultad, transportando materiales en mula en jornadas de 16 horas desde puntos lejanos. El trabajo ahorró casi $80 millones que ahora se invierten en adecuación de aulas en otras comunidades del vasto territorio.
Se trata de un sistema de recolección y distribución de agua construido bajo las especificaciones pedidas por los Motilón Barí, de Ichirrindacayra, uno de los 23 resguardos indígenas que habitan en el Catatumbo y que hoy son parte de los territorios priorizados por el gobierno en 170 municipios del país para llevar obras que la mismas comunidades piden en materia de vías, acueductos, luz, educación y reconciliación entre otras.
“Esto es un gran ejemplo de lo que son los PDET, porque yo sé que esta era la obra que ustedes querían, les propusimos unas distintas y ustedes insistieron en que era esta. Les explicamos que esta era muy difícil y siguieron insistiendo en esta. No solamente insistieron, sino que gracias al trabajo de ustedes es que lo estamos logrando. Ustedes son un gran ejemplo para todos los demás”, les dijo el consejero Archila al más de centenar de personas que acompañaron la entrega y a quienes se les transmitió el mensaje en dialecto Barí, derivado de la ancestral lengua chibcha.
El tanque colector de agua que funciona con luz solar es parte de esta obra PDET, la número 600 que entrega la administración Duque durante sus primeros 15 meses de gobierno.
“La clave del éxito en la política de Paz con Legalidad es llegar con obras a las comunidades por complejas y lejanas que sean. Es emocionante entregar esta obra aquí, porque va a cambiar la vida de la gente. Ellos insistieron en que los PDET les trajeran estos beneficios. Aquí estamos cumpliendo, con la emoción de servir a gente maravillosa”, expresó Archila.
Toto Abobaycana, uno de los líderes de la comunidad, dijo que todos estaban agradecidos porque con el agua cerca se beneficiarán las mujeres, los hombres que regresan de caza y especialmente los niños de la escuela indígena. “Nos prometieron y nos cumplieron. El PDET somos todos”, dijo en su lengua mientras entregaba una pequeña silla de obsequio al Consejero.
Hermes Abrabana, hijo del cacique de la comunidad, destacó que la bocatoma y los lavaderos eran el anhelo de la comunidad. A su lado, una indígena de amplia sonrisa, le pidió ayuda al Consejero para que después de esta obra, les mejoraran las casas, afectadas por la lluvia, “para que todos quedemos contentos”.