La pandemia llegó para quedarse y América Latina es la región con mayores contagios en el mundo. Se habla ya de una segunda ola de contagios en Europa, Asia y Australia. El plan de estar con clases remotas un semestre se diluye. Será todo el año y si no se avanza en una reducción drástica o una vacuna, 2021 -1 parece será igual.
En este espacio ya se ha hablado de los riesgos de continuar a largo plazo las clases virtuales o remotas, por la necesidad de socializar y construir redes, entre otros aspectos. Pero hay algo que es uno de los problemas más serios hoy, el caro y pésimo servicio de internet que tiene el país.
Mi historia es la de muchos, vivo en Bogotá, en un área central, tengo como operador a Claro. El internet me falló a diario en estos seis meses, dentro de mis actividades en el sector educación, la principal es ser profesor, y como a miles de colegas y estudiantes, en varias clases me quedaba sin señal mientras se volvía a reconectar, como se habla en la Ley de Murphy, justo a la hora de intervenir la señal se caía.
Decidí aceptar una oferta del operador para ampliar a 100 megas mi internet, pagando más y sorpresa, nunca me llevaron el modem para tener mejor señal. Horas en el teléfono esperando una atención que es ineficiente, mentiras, incumplimientos, pero eso sí, el cobro efectivo del incremento.
Mi paciencia llegó a niveles de estrés elevados, impotencia cuando los que trabajamos en el sector educación seamos profesores, consultores, asesores, hoy todos estamos trabajando con internet y debemos estar conectados todo el tiempo. Solicité la cancelación del servicio de Claro, un desastre en todo sentido, el trato y sobre todo la impotencia porque operan como un monopolio sin control.
Quise entrar a la página de la SIC (Superintendencia de Industria y Comercio) pero está diseñada para ser inoperante, nunca pude poner la queja sobre Claro, y conozco varias personas inconformes con los incumplimientos y los engaños de ese operador que quieren poner la queja, pero no es posible, no se activa el botón para hacer el escrito. ¿Por qué no opera la SIC? Si es difícil acceder para personas que estamos habituados a los ambientes virtuales, ¿cómo será para las mayorías?
Y sí, Claro en Colombia opera como un monopolio que no tiene control. Quise buscar otros operadores. En mi edificio como en cientos de Bogotá no hay redes de otros operadores: Tigo – EPM, DIRECTV, Movistar, me respondieron que era imposible. ¿Por qué? El Gobierno ha favorecido un monopolio que nos deja indefensos ante la necesidad hoy de que el internet sea un servicio de primera necesidad.
Peor en las regiones
Varios profesores me han escrito para comentarme que en las regiones muchas veces sólo hay un operador, suele ser un servicio satelital que ante un aguacero se cae la señal, y lo peor, los costos son muy altos. ¿Quién responde? ¿Cómo hacer clases y desarrollar el sistema educativo cuando el país no garantiza el servicio de internet y la libre competencia? ¿Cuánto más está pagando familias con estudiantes y profesores por un servicio costoso?
Estudiantes que se quedaron sin internet en pleno examen, colegas que comentan que la señal de Claro se cae cuando timbra el teléfono fijo, parecemos estancados en los años noventa.
La trampa del paquete de servicios
Otra tragedia que se debe asumir con los abusos de los operadores de internet como Claro es que obligan al usuario a tener un plan que incluya televisión y teléfono fijo. Si no se desean estos dos últimos las respuestas son intimidadoras. 1. Sólo se puede tomar todo el paquete, 2. si quiere solo el internet, es más caro que no aceptar los tres. Pero cuando llega a factura resulta que el teléfono fijo y a televisión son más caros que el mismo internet. Repito y espero una respuesta. ¿Por qué se permite eso? ¿Por qué estamos expuestos a esos abusos?
En países donde si hay oferta y libre competencia las personas pueden escoger la televisión por demanda, lo que le interesa ver a cada usuario, y los clientes tienen una opción de canales donde seleccionan los que quiere ver. En Colombia no, nos obligan a tener canales religiosos, así las personas sean agnósticas o no los quieran tener, canales infantiles cuando miles de usuarios no tienen niños pequeños y así con otros ejemplos.
El servicio que pago en Claro, ronda los 150 mil pesos, casi US$50 a precios internacionales, un despropósito para un país de bajos ingresos como Colombia, es decir un 20% del salario mínimo, sin duda el servicio más caro del país. Y con tarifas muy elevadas para los precios internacionales.
La educación está en riesgo por culpa del internet. Altos costos, mal servicio, ausencia de proveedores, incumplimientos, falta de regulación de gobierno. En esas condiciones el futuro de las clases remotas, virtuales o alternas será un caos y tenderán al fracaso.
Ojalá ese escrito tenga respuesta de Ministerio TIC, de la Superintendencia de Industria y Comercio, y de los operadores de internet para los miles de profesores y estudiantes que viven situaciones similares como la mía. Necesitamos internet, calidad y opciones para cumplir con los objetivos de responder a los cambios del sistema educativo frente a la crisis.