Educación mexicana: todavía es una promesa que sea para todos | El Nuevo Siglo
Foto cortesia Naciones Unidas
Domingo, 10 de Octubre de 2021
Mario F. Hurtado

LA Revolución Mexicana determinó el inicio de gestas en un país que empezó a pensarse en grande, desde las infraestructuras, los proyectos y sus metas. En ese contexto, surgió el sueño de alfabetizar a México. Así, en octubre de 1921 se creó la que se consideró la secretaría más importante del país, no solo en términos de recursos asignados, sino como promotora de la ciencia, la tecnología y la cultura, hasta antes de la creación de la Secretaría de Cultura mexicana.

La creación de la Secretaría de Educación estuvo ligada a los intelectuales más relevantes de la época. Muestra de ello es que su primer director fue José Vasconcelos, uno de los escritores más reconocidos del país y quien, además, tuvo participación política y estuvo vinculado con el activismo cultural asociado al auge del muralismo mexicano.

Vasconcelos dirigió los primeros tres años se la Secretaría, lo que evidencia la relevancia de esta entidad en sus inicios. El sueño de Vasconcelos fue alfabetizar a todos los mexicanos, en una época en la que solo el 5 % de la población sabía leer y escribir.

Después de cien años el problema del acceso y la permanencia sigue siendo muy serio: de 100 mexicanos que comienzan la vida escolar, solo 27 terminan un programa universitario. Además, la pandemia del covid-19 agudizó los problemas que padece el sector, pues obligó a cerrar por primera vez a las escuelas y universidades durante 18 meses. Es decir, cerraron 220 mil escuelas, a las que acuden 36,8 millones de estudiantes de todos los niveles educativos. Esta situación evidenció que la meta de acceso a la educación para todos aún está lejos, además, que las brechas nacionales de calidad entre las mismas escuelas hacen que algunos las cataloguen como de primera, de segunda y hasta de tercera categoría.

Para el profesor y director mexicano Pedro Hernández “lo que inició en 1921 como una gran hazaña por consolidar una educación laica, gratuita y obligatoria, además de la inclusión de hombres y de mujeres, cien años después deja en el camino a los que menos tienen. La escuela se está convirtiendo en un embudo donde los que enfrentan más carencias económicas, no logran avanzar, se quedan atorados ya no es la primaria, sino en la secundaria y en los estudios superiores”.

A cien años de la fundación de la Secretaría, hoy 28 millones de mexicanos en edad adulta no han logrado terminar la educación secundaria, además cerca de 4.5 millones de habitantes no saben leer ni escribir y el tiempo de escolaridad promedio es de 9.7 años. La situación es más preocupante si se compara el tiempo promedio de escolaridad mexicano con los 11 años que tienen Estados Unidos y los países europeos, pues a México le tomaría una década lograr acercarse al promedio mundial de años de escolarización.

Algunos expertos coinciden en que se vive una de las crisis ideológicas más profundas en el desarrollo de la educación: un segmento considera que la educación tradicional ha muerto, pero, a su vez, hay una nueva educación que no acaba de nacer. Una situación que genera disputas políticas. Además, el sindicato docente mexicano, uno de los más grandes y poderosos del sector educativo en el mundo, presenta serias dificultades producto de una fuerte politización, intereses particulares y fragmentación, provocando que sea más difícil introducir cambios que contribuyan al objetivo de mejorar la calidad y cerrar las brechas educativas en el país. Además, la resistencia de los cuadros directivos hace que sea muy complejo hablar de calidad.

Hoy México, además de la deserción, presenta cifras muy pobres en calidad, resultados bajos en las pruebas internacionales, bajos índices de lectura y falencias generalizadas en los conocimientos de las áreas básicas: Lenguaje, Sociales, Ciencias y Matemáticas.



Un logro: la distribución gratuita de libros

México es uno de los ejemplos de América Latina en la dotación gratuita de libros de texto y de lectura. Dicha política comenzó en 1959, con la creación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, bajo la presidencia de Adolfo López Mateos. Hoy se considera uno de los programas educativos más exitosos del planeta, lo que sin duda representa un ejemplo para países como Colombia, que no han logrado una política similar hasta el momento.

Bajo esta política, por primera vez los estudiantes de las escuelas urbanas y rurales tuvieron los mismos materiales de trabajo, con guías para los profesores y estrategias para utilizarlos en el aula. Si bien, la estrategia se ha considerado como una de las más igualitarias e incluyentes, fue hasta 1993 que se empezaron a producir y distribuir libros de texto en las lenguas indígenas. Incluso la pandemia no limitó la distribución y el acceso de millones de mexicanos a los libros de texto. Hasta transportados en burros los libros llegaron a las zonas más apartadas del país, durante los 18 meses de aprendizaje remoto desde las casas.

El muralismo y la educación

Si algo ha caracterizado a México es el movimiento muralista de principios y mediados del siglo XX. Por eso es relevante ver cómo en la sede de la Secretaría de Educación se gestó una de las expresiones artísticas que marcó un hito en el arte iberoamericano.

En los años veinte del siglo pasado Diego Rivera, Roberto Montenegro, Amado de la Cueva, Jean Charlot entre otros, invitados por José Vasconcelos plasmaron en más de 200 frescos la historia del muralismo mexicano posterior a la Revolución, incluyendo tanto a indígenas como mestizos, y reflejando la historia, la tradición y los sueños de un México grande, próspero y educado.