El Comité Nacional de Paro, que fue capaz de convocar las movilizaciones que arrancaron el 21 de noviembre, no se encuentra en su mejor momento.
Si se quiere hacer un diagnóstico de cómo está este movimiento hay dos verdades: por un lado, se está viendo afectado por intereses políticos y además está fracturado.
Sin embargo, depende a quién se le pregunte, los culpables cambian. Todos los miembros del Comité están de acuerdo en que para que el movimiento funcione deben estar unidos, como lo hicieron el año pasado.
Fractura
La fractura se hizo evidente el 30 de enero cuando los miembros del Comité fueron convocados al teatro Jorge Eliecer Gaitán, pero mientras algunos sindicatos insistían en que la reunión fuera asamblearia, otros pedían que fuera delegataria. Es decir, mientras los primeros insistían en que debía haber una representación de todos los asambleístas de cada una de las organizaciones, los otros decían que solo debían estar los voceros.
El encuentro no fue fácil. Desde que comenzaron a llegar las delegaciones al teatro, la tensión se hizo presente. Algunos sectores se quedaron por fuera del escenario, por falta de aforo, pero rompieron las puertas y subieron al segundo piso, donde uno de los palcos resultó afectado. Ya en tarima, los delegados de cada uno de los sectores sociales intentaron poner orden, sin embargo no se pudo. La Alcaldía al saber que se había excedido la capacidad del escenario pidió que se desocupara el lugar, así que unos se fueron para Cafam y otros para la concha acústica de la Universidad Nacional.
En Cafam se reunieron las tres centrales sindicales, los representantes de los pensionados, Fecode y Dignidad Agropecuaria, quienes indican que las reuniones deben ser delegatarias, mientras que en el otro lado asistieron algunos sindicatos regionales, una parte de la Unión Nacional de Estudiantes de Educación Superior (Unees) y otros sectores que se escindieron de la primera por considerar que debería haber una asamblea.
Los problemas logísticos parecían ser el producto de la escisión, pues los organizadores sostenían que reunir a todas esas personas en un solo lugar es imposible.
Una fuente de la Unees le dijo a EL NUEVO SIGLO que “todos los sectores estuvimos de acuerdo en que se hiciera un encuentro delegatario. Después hubo un sector mayoritariamente juvenil que no estuvo de acuerdo, porque consideran que las decisiones deben ser asamblearias. Pero organizar un movimiento de todos los sectores sociales en un solo lugar es muy complicado. Son millones de personas. Ni en el Campín se pueden organizar algo así. Y aun así que los lográramos reunir, es muy difícil lograr un consenso entre todas esas personas”.
Sin embargo, otra fuente al interior del mismo movimiento sostuvo que “hay otra parte que estamos de acuerdo con la democracia de tipo asamblearia. Lo que queremos es garantizar dentro del Comité Nacional de Paro que sea un movimiento que garantice la amplitud y la inclusión de muchos más sectores, y no solo de uno o dos, como lo quiere hacer ver una fuerza política al interior de uno de los sindicatos”.
La política
Más allá de la discusión sobre el cómo, el asunto se traslada rápidamente a lo político. El sector que defiende la asamblea sostiene que “nosotros no estábamos de acuerdo con el límite que de parte de las centrales obreras se impuso, límite de cupos, pero arbitrariamente decidieron cuántas personas podía traer cada sector. Decirle al Cauca, por ejemplo, cuántas personas pueden traer es muy difícil, o decirle al Tolima que traiga solo 17 personas, o a los sectores que traiga 120, mientras que el sindicalismo tiene 400. Frente al límite de cupos era donde había un disenso. Lo que queríamos es que cada sector pudiera decir cuál era su capacidad. Ellos la distribución la quisieron hacer a favor de sus sectores políticos para ser la mayoría del escenario”.
Sin embargo, otra persona le expresó a ese Diario que el asunto es de desconfianza: “Nosotros hicimos un equipo de gente para identificar a los asistentes. Hemos tenido reuniones en las que el Gobierno ha intentado infiltrarlas. Yo no justifico esas posiciones, pero es obvio que el Gobierno va a intentar meterse en nuestros debates. Y para prevenir eso fue que buscamos que todos los asistentes pudieran ser identificados. Teníamos listas de todos los delegados”.
¿Petro o Robledo?
El Comité Nacional de Paro, debido a su origen diverso, tiene miembros de todos los sectores, y de partidos de centro y de izquierda principalmente. La fractura se la atribuyen unos a Gustavo Petro y otros a Jorge Enrique Robledo. La verdad es farragosa en este asunto.
Según un miembro de la organización, “hay una intención manifiesta del MOIR” –Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, tendencia al interior del Polo Democrático a la que pertenece el senador Robledo– “que tiene la intención de apropiarse del Comité Nacional de Paro. Nosotros creemos que el paro no es de un solo político, sino que el paro es de la gente y no para resolver los intereses de un sector que se lanzó a la Presidencia”.
Mientras que otra persona sostiene que quien quiere apropiarse de las banderas del movimiento no es otro que Petro, quien “busca imponer a la brava su opinión política y darle órdenes al comité de paro”.
La primera fuente consultada por EL NUEVO SIGLO sostuvo que la demostración de esta intención política es que “Robledo ya se lanzó a la Presidencia y tiene en sus manos a algunos líderes sindicales. Esos movimientos solamente representan el 6% de los trabajadores formales en Colombia y quieren imponer a los campesinos, indígenas y movimientos sociales su visión frente a lo que está pasando”.
Sin embargo, la segunda fuente expuso cómo Petro, desde el principio, ha tratado de apropiarse de las banderas del sector y que fue su presión la que llevó a realizar una marcha fallida el 21 de enero, que en primera medida era un cacerolazo.
Según un dirigente del movimiento consultado por este Medio, la posición de Petro la demuestran sus trinos: “Desde el mismo 21 de noviembre por la tarde, Petro comenzó a pedir que se mantuviera la movilización de forma permanente, pese a que inicialmente la jornada de paro había sido convocada únicamente para ese día”.
Además, “apropiándose del liderazgo del Comité, Petro comenzó a llamar a cacerolazos al día siguiente hacia las 4:30 pm, haciendo hincapié en ataques a miembros del comité del Paro, como el presidente de la CGT, Julio Roberto Gómez”.
De hecho, Gómez en diálogo con este Diario le respondió a Petro diciendo: “Zapatero a tu zapato. Nosotros, las centrales obreras, nunca vamos al despacho ni le enviamos comunicaciones al doctor Petro diciendo qué es lo que él tiene que hacer en el aparato legislativo. Entonces no le corresponde al senador Petro tomarse la vocería e insistir en que se adelante la fecha del paro”. Los contradictores de Petro además sostienen que el senador tenía la intención de dirigir la movilización del 21 de enero y la plantea desde el 6 de enero, “antes de que lo acoja el Comité de Paro, no como un paro sino como un cacerolazo”.
Llamado de unidad
En este cruce de acusaciones, a las que se suman incitación a la violencia, instigación al bloqueo y ataques políticos, los miembros del Comité tienen una sola cosa clara: el llamado a la unidad.
Una fuente al interior del movimiento manifestó que “es natural que haya este tipo de choques y hemos tenido cerca de cinco de este estilo. Yo creo que el Comité sabrá sortear esta situación y concretar una agenda”.
Otra persona al interior del movimiento aseguró que “el Comité debe garantizar amplitud y discusión, en el entendido que hay muchos sectores y tienen exigencias. Es una gran lista porque todos los sectores tienen sus necesidades. Además deben tener una participación incluyente todos los sectores en el Comité Nacional de Paro”.