COLOMBIA ES considerado uno de los países con uno de los cuerpos normativos más sólidos para procurar la protección de los menores de 18 años y hacer respetar la prevalencia de sus derechos, según mandato constitucional. No obstante, las estadísticas de las autoridades señalan que este año se han denunciado alrededor de 80.000 delitos contra niños y adolescentes.
De hecho, según cifras de la Policía, diariamente se cometen 5 delitos sexuales a menores. Uno de los crímenes más recientes en Bogotá, corresponde al asesinato de dos niños, de 4 y 7 años, quienes fueron encontrados en su hogar en el barrio Las Ferias, localidad de Engativá. El padre de los menores, identificado como Darwin Felipe Beltrán, fue capturado como presunto responsable del crimen, y quien además ya tenía antecedentes de violencia intrafamiliar.
Además, el concejal Julián Sastoque reveló que entre el 1 de enero y el 24 de octubre de este año se presentaron 47.262 casos de violencia intrafamiliar, lo cual representa un aumento de 71% frente al mismo periodo de 2023. “Resulta aterrador además que en 7,156 casos las víctimas son menores de edad, lo cual es más del doble de los 3.207 casos que registró la Policía en el mismo periodo del año 2023”, alertó el cabildante.
Es bajo este preocupante panorama que EL NUEVO SIGLO habló con dos expertas académicas sobre los principales factores sociales, económicos y culturales que están contribuyendo al aumento de los casos de violencia intrafamiliar y delitos sexuales contra menores en Bogotá en el transcurso del año.
Constanza Liscano, docente e investigadora en violencias del Politécnico Grancolombiano, sostuvo que si bien es un fenómeno complejo al cual no se le puede aludir una única causa, las investigaciones coinciden en señalar unas específicas.
“Las condiciones de pobreza en las que se encuentran las familias, pues esto los lleva a vivir en la marginación y la exclusión. Adicionalmente, se considera la falta de gestión estatal, medidas de protección, seguridad y garantías generales de bienestar social. En cuanto a factores sociales también se encuentran las dinámicas del hogar (dominación), consumo de alcohol u otras sustancias que propicien episodios de violencia y la resolución de los conflictos a través de la agresión. Igualmente, se asocia la violencia intrafamiliar con personas que provienen de familias con pautas de crianza violentas, los maltratados suelen ser potenciales maltratadores”, explicó.
Por otro lado, indicó que los problemas asociados a la personalidad, desequilibrio emocional, impulsividad, falta de empatía y machismo pueden contribuir a la violencia intrafamiliar.
“Se sigue normalizando la violencia como la forma de resolver los conflictos, por ejemplo, en el caso de la dominación masculina que ejerce el hombre sobre su pareja e hijos. Hay que enfatizar que en sociedades altamente patriarcales persisten prácticas, los roles y estereotipos de género que determinan esas violencias”, agregó.
A su turno, Sandra Milena Díaz Lara, abogada con maestría en Derecho, Sociología y Política Criminal, y especialista en Derecho de Familia de la Universidad Nacional, afirmó que el aumento de esos casos de violencia intrafamiliar y delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes, en el factor social se atribuye a que las familias, en un buen porcentaje, son desintegradas.
“Hay una crisis bastante fuerte en la confianza en las instituciones porque se generan barreras institucionales, la justicia es lenta entonces eso también contribuye a estas situaciones de violencia, y no podemos dejar de lado el factor económico de una ciudad como Bogotá en donde se ve más pobreza, desempleo, sensación de inseguridad y eso, aunque no lo creamos, influye en estas situaciones de violencia y de delitos sexuales contra menores. En cuanto al factor cultural, las normas patriarcales y machistas, así como la estigmatización del denunciante, todavía persisten en nuestra sociedad”, puntualizó.
En ese sentido, advirtió que existe una cultura muy marcada del silencio en torno a la violencia y al abuso, lo que puede hacer que las víctimas se sientan avergonzadas de denunciar.
“Aunque en Bogotá están las políticas públicas, las de prevención y la política criminal, hace falta algo muy importante y es realmente trabajar en la prevención. Siempre estamos trabajando en solucionar ya el problema, más no en prevenirlo y eso es un factor que influye considerablemente en que no podamos abordar adecuadamente la situación que se está presentando en este momento frente a la violencia de los menores de edad. Además, hice investigación respecto al impacto que tuvo la pandemia al interior de los hogares, que fue fuerte, porque aumentó el estrés familiar. Se requiere un enfoque integral en factores sociales, económicos, culturales y un compromiso más enérgico en las políticas de Estado, en el que los delitos no queden impunes. En la medida en que esto avance, la situación puede llegar a disminuir”, agregó.
Implementación de programas
Por otra parte, EL NUEVO SIGLO les preguntó qué estrategias o programas específicos han demostrado ser efectivos en otras ciudades o países para reducir la incidencia de violencia intrafamiliar y delitos sexuales contra menores, y cómo podrían adaptarse para el contexto de Bogotá.
La investigadora del Politécnico Grancolombiano sostuvo que en países latinoamericanos existen decretos y acuerdos que promueven familias libres de violencia.
“Sin duda lo que más funciona es el abordaje multidimensional para un problema de múltiples dimensiones, la gobernanza colaborativa. Finalmente, para mí la clave también está en la educación”, aseveró.
Asimismo, la investigadora de la Universidad Nacional indicó que el común denominador en muchos estados es el abordaje de la violencia a través de un enfoque multifacético o integral que incluye la legislación, prevención, intervención y protección.
“En Bogotá ya están establecidas esas políticas públicas. Por ende, sentar más normas no es la solución, sino que se debe aplicar lo que ya tenemos, hacer énfasis en la prevención. Siempre he considerado que desde la academia es importante tener una cátedra obligatoria en las instituciones educativas, en las cuales se trabaje el tema de la violencia intrafamiliar y de los delitos sexuales contra los menores de edad, sobre todo aquí en Bogotá en donde tenemos en este momento una sociedad bastante hostil, con muchas problemáticas desde el desde lo social, lo económico, el sistema de seguridad y que, pues, obviamente, en el trasfondo de nuestra ciudad, no estamos atacando la raíz del problema”, concluyó.