¿Cuándo y en qué circunstancias saldrá Bogotá al otro lado? | El Nuevo Siglo
Foto Diana Rubiano/ El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Marzo de 2020
Redacción Bogotá
En medio del simulacro, el presidente Duque respondió a la gente que se pregunta qué tan permanentes serían estas medidas

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Hace tres semanas, Bogotá estaba paranoica pero viva. En la atmósfera se sentía el miedo por la propagación del coronavirus, un huésped muy poco bienvenido, pero su llegada era inevitable y al final todos estábamos esperando.

Y lo esperamos mientras fuimos y volvimos de nuestros colegios y universidades, así como de nuestros puestos de trabajo en una rutina que hoy extrañamos y que, en los aciagos 21 días que tenemos por delante, extrañaremos aún más.

Pero como no hay plazo que no se venza ni fecha que no se cumpla, el Covid 19, el viajante sin nacionalidad, que de muchas formas ha sacado lo mejor y lo peor de la condición humana a nivel mundial, llegó al país a cambiar nuestra realidad. Y como estaba presupuestado, entró a Colombia por su capital, por medio de una joven estudiante proveniente de Milán el pasado 26 de febrero.

Han pasado exactamente 26 días desde que este virus llegó al país. Esa crisis internacional que los colombianos seguimos por los medios de comunicación con una cómoda distancia de casi 16.000 kilómetros (en Wuhan, una ciudad remota cuyo nombre la mayoría de nosotros no habíamos escuchado jamás), de un segundo a otro se abrió paso por la ciudad de Bogotá, sumándose a una lista de amenazas que no le han dado tregua a la capital del país.

En días, 26 para ser precisos, en la capital colombiana terminaron confluyendo el Covid 19 y una mala calidad del aire que se ha ido acentuando pese a todas las medidas tomadas por la Administración (de hecho, la tendencia que ha tenido ha sido a empeorar). Y esto durante un invierno que siempre, por estas épocas del año, genera picos en el número de casos de enfermedades respiratorias agudas con síntomas parecidos, sino idénticos, a los del coronavirus.

Todo esto confluye y es hoy una realidad en Bogotá y en Colombia. Es una realidad hoy, en un mundo donde una gripa debe ser tratada como un virus contagioso que ya lleva a sus espaldas 9.885 muertos a nivel mundial y que tiene en jaque el futuro del planeta como lo conocemos o al menos como lo imaginábamos.

Un reto histórico

26 días son poco tiempo para que pasen muchas cosas, pero fue tiempo suficiente para que, gradualmente, Bogotá tuviera que ponerse al frente del reto más grande que ha tenido que sortear en su historia más reciente.

Menos de un mes fue suficiente para que una ciudad de las dimensiones y complejidades que tiene Bogotá, asumiera un ejercicio colectivo de pedagogía ciudadana, de empatía, de pensar en el otro, de dejar de lado el temor al desabastecimiento y se limitara a comprar mesuradamente y a quedarse en casa.

26 días fue tiempo suficiente para que esta ciudad fuera, como lo está siendo, probada para que, en años venideros, su accionar durante esta crisis sea evaluada por las generaciones de bebés, de Tomases y de Sofías que están por nacer.

Fue, en últimas, tiempo suficiente para que esta reflexión que EL NUEVO SIGLO publica hoy, se hicieran en medio de un confinamiento que comenzó siendo un simulacro de cuarentena obligatorio que, casi a la media noche del viernes, se convirtió en una cuarentena real decretada por el presidente de la República, Iván Duque.

Tan solo con 24 horas de respiro que tendrá el país este martes 24 de marzo para abastecerse y finiquitar vueltas pendientes, 44 millones de colombianos estarán confinados a una reclusión obligatoria por 19 días a partir del miércoles de la semana entrante a las cero horas.

Bogotá confinada

El simulacro de cuarentena obligatoria, diseñado para preparar a los casi ocho millones de habitantes para lo peor, va hoy por su tercer día y lejos de ser relativo, ha sido un simulacro muy efectivo en sus enseñanzas.

Efectivo, porque logró exitosamente paralizar la ciudad. Efectivo, porque logró reducir en un 88% el número de usuarios de Transmilenio con relación a un día entre semana normal. Efectivo, porque al cierre de esta edición ya se habían impuesto 200 sanciones a personas que transitaron las calles sin autorización y 211 comparendos de tránsito (4 vehículos fueron inmovilizados).

Sí, hace tres semanas la ciudad de Bogotá estaba paranoica pero viva. Pero hoy, arrancando el tercer día de un simulacro que confinó a 11 millones de personas a sus viviendas, ya no es una ciudad muy vital. Solo hace falta asomarse a la ventana: las calles de una ciudad densa y altamente poblada, hoy parecen escenarios sacados de una película cuya trama se desarrolla en medio de un pueblo fantasma. Y vienen 21 días de cuarentena por delante.

Peajes cerrados, calles desoladas, gente confinada en sus casas haciendo parte, aún sin quererlo, de un ejercicio colectivo de pedagogía ciudadana sin precedentes; emblemáticas zonas de la ciudad de Bogotá sin concurrencia, sin transeúntes, sin vendedores; y congestionadas estaciones de Transmilenio, por las que diariamente transitan miles de personas, con apenas decenas de personas que están en la calle solo porque lo que hacen es vital para que la ciudad siga funcionando.

Incertidumbre total

Con el mayor número de contagiados (65 de 158 que tiene Colombia) y con una infraestructura sanitaria que, ya es claro, no está preparada para atender una llegada masiva de miles de pacientes de un día para otro (razón por la cual el Gobierno Distrital está promoviendo con tanta insistencia el auto cuidado y el aislamiento), preguntas subsisten sobre cómo serán atendidas las poblaciones más vulnerables como los habitantes de calle y los migrantes venezolanos que viven de lo que se hacen durante las ventas del día.

¿Qué pasará con los vendedores ambulantes, las trabajadoras sexuales, los desempleados que estaban buscando trabajo y los empleados que por ahora deberán dejar de trabajar? ¿Se quedarán sin trabajo? Pero por estos días se escuchan preguntas peores, ¿qué pasará con la gente de más bajos recursos de la capital que hace uso de los centros de Integración Social, que hasta que se acaben los 21 días que tenemos por delante? ¿Qué harán quienes se queden por fuera?

Con una bomba de tiempo esperando a estallar en el Aeropuerto Eldorado en donde miles de personas, procedentes de todas las partes del mundo, se quedaron varadas tratando de llegar a sus lugares de destino y con tarifas de tiquetes que aumentan un promedio de mil dólares al día; así como una Terminal de transportes que dejó de vender tiquetes y de hacer rutas a otras partes del país, en este momento nadie sale de la Ciudad. Es una orden, como la de no tomar trago.

Pero en últimas, la pregunta de oro se sostiene, ¿qué pasará cuando esta situación sume semanas completas y el abastecimiento ya no sea una garantía? El miedo frente a un eventual desabastecimiento o de tiempo para hacerlo es palpable en el grueso de la ciudadanía, pero en el fondo, el miedo real reside en una única pregunta: el Gobierno nacional calcula que 4 millones de colombianos padecerán Covid 19 y apenas vamos por 158. Esta y las otras crisis, ¿cuánto más durarán?