Bogotá está viviendo un proceso de transición complejo en materia de movilidad, ya que está dándole paso a una nueva era. Sin embargo, mientras todo este proceso ocurre, hay ciertas problemáticas que se generan.
En ese sentido, lo que más está afectando a los ciudadanos son los cierres viales por tramos específicos en múltiples puntos de la ciudad, como la av. calle 72, la av. Caracas, av. calle 26, que es la ruta que en el futuro seguirá el metro de Bogotá.
Así las cosas, es bien sabido que la movilidad, sobre todo para las personas que se desplazan en vehículos particulares se ha visto afectada. Por ello, EL NUEVO SIGLO consultó a varios expertos en esta materia, quienes hablaron de cómo pueden los bogotanos desplazarse en una ciudad con tantas restricciones en las vías.
Al respecto, Iván Serrano, docente de Ingeniería de Transporte de la Universidad de la Sabana, le manifestó a ENS que, en general, “las obras públicas y más aún en entornos urbanos que básicamente traen cierres viales para poder desarrollarlas, generan lo que los expertos llamamos ‘costos sociales’, porque, claramente, mientras se realiza la obra y hay esos cierres de vías, se pierde capacidad, se pierde oferta vial y eso incrementa el tiempo de viaje de las personas, genera incomodidades, es decir, la pérdida económica por el aumento en los tiempos de viaje básicamente es preocupante”.
El docente destaca que el manual de señalización “establece lo que nosotros llamamos los planes de manejo de tránsito o PMT. Toda obra civil que genera traumatismos en la movilidad debe tener un plan de manejo de tránsito. Eso es un estudio que se hace con el objetivo de mitigar el impacto de la obra sobre los usuarios y el entorno para garantizar seguridad, mantener continuidad en la circulación y, por supuesto, garantizar la accesibilidad, pero promulgando que ese impacto sea lo más mínimo posible para velar por la seguridad de todos y dar cumplimiento a las normas de tránsito”.
Por ello, el experto en Ingeniería de Transporte es claro en que se debe informar y sensibilizar a los usuarios: “Hay que hacer capacitaciones y reuniones con los actores afectados, como los empresarios, los comerciantes, con los residentes, es decir, hay que hacer mucha socialización”.
Serrano sostiene que la Secretaría de Movilidad de Bogotá y la Alcaldía deben liderar un plan especial de seguimiento y control de los planes de manejo de tránsito, porque muchas veces observamos que un plan de manejo de tránsito va más allá de simplemente poner unas señales provisionales, porque hay que garantizar que ese impacto sobre la movilidad sea mínimo; sí o sí se van a generar traumatismos y molestias mientras se hacen las obras, pero, dado que hay uns gran cantidad ahora al mismo tiempo en la ciudad y de por sí ya Bogotá tiene un tema de movilidad complejo, es necesario un plan especial en el cual se obligue al contratista y a las personas que están realizando estos proyectos a un cumplimiento a cabalidad de los planes de manejo de tránsito”.
De otro lado, Darío Hidalgo, docente de Transporte y Logística de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Javeriana, expresó que la gran cantidad de frentes de obra que tiene Bogotá es “porque se está desatrasando de una época en que realmente se hizo muy poquito por la movilidad y es bueno que estas obras estén en marcha”.
No obstante, como es natural, afirma Hidalgo, estas generan “una incomodidad a los ciudadanos por los desvíos y por las obras en construcción. La Secretaría de Movilidad está haciendo un esfuerzo importante para que los planes de manejo de tráfico sean adecuados, tengan muy buena señalización y continuidad y las personas puedan llegar a su destino sin demoras exageradas”.
Sin embargo, “es una época en la que nos tenemos que armar de paciencia, permanecer informados y tratar de llevar la situación lo mejor posible, y una de las posibilidades es movernos más a pie o en bicicleta y en las troncales que no necesariamente tienen los desvíos que tienen el tráfico mixto y las rutas del SITP”
El experto de la U. Javeriana asegura que “Bogotá no tiene suficiente infraestructura protegida para los usuarios ciclistas, hemos visto que cada infraestructura que se construye gradualmente tiene una mayor utilización y protege muchísimo a las personas para que puedan completar sus viajes en bicicleta. Gracias a la infraestructura que se ha construido, se creció hasta casi el 7 % del total de viajes en bicicleta en la ciudad y si se sigue construyendo y priorizando este modo de transporte, se podrá tener un mayor uso especialmente por las mujeres, porque hay gran desbalance entre el uso de hombres y mujeres".
La idea del plan de bicicletas es que la ciudad ejecuta desde hace varias administraciones el pasar de los 600 kilómetros que tenemos en este momento, a más de 1.000 antes del año 2030 y sostiene que debería seguirse ampliando esa infraestructura.
German Prieto, experto en Movilidad de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, manifiesta que este es un año en el cual múltiples frentes de obra se van a abrir de manera paralela y se suman a los ya existentes. Es un momento en el cual la ciudadanía tiene que comprometerse y contribuir también para que todos nos movilicemos de manera más eficiente.
En términos generales, señala Prieto, “la movilidad sostenible dice que debemos evitar cambiar y mejorar los viajes, entonces eso aplica perfectamente para este caso, evitar hacer viajes; cada vez que pueda, tener teletrabajo o estudiar de manera virtual; cambiar hacia modos más sostenibles. Todos deberíamos evitar al máximo movilizarnos en nuestro carro particular o moto y pasarnos a usar cada vez más el transporte público, la bicicleta y los viajes peatonales y mejorar en términos de que si de todas maneras vamos a hacer el viaje, pues al menos utilizar el vehículo particular de manera lo más eficiente posible y hacer prácticas como el carro compartido y similares”.
Nicole Barbieri, director general de Tembici en Colombia, señaló que “con los avances en infraestructura que está desarrollando Bogotá, es fundamental explorar nuevas formas de movilización urbana que no solo mejoren la practicidad y calidad de los viajes en medio del tráfico, sino que también sean sostenibles. En este contexto, el uso del Sistema de Bicicletas Compartidas se presenta como una solución ideal”.
Asimismo, indicó que el uso de la bicicleta “fomenta la reducción de emisiones contaminantes, contribuyendo a mejorar la calidad del aire en la ciudad. Optar por el uso de bicicletas compartidas también ayuda a descongestionar las vías, haciendo que el transporte público y otras formas de movilidad sean más eficientes”.
Y respecto a la cantidad de ciclorrutas que tiene la ciudad, concluyó que defienden “el continuo incremento y mejora de las estructuras ciclistas en las ciudades. Latinoamérica en su conjunto tiene una red que necesita ser incrementada, pero Bogotá ha demostrado ser una de las ciudades referentes en esta materia y la adopción y uso de nuestro sistema así lo demuestra”.